En medio de las fuertes ventas del Central y la caída de reservas, el ministro considera estar bien preparado para pasar con holgura el verano y resistir sin saltos cambiarios hasta finales de 2023. La promesa de dólares baratos fue clave para que alimenticias y supermercados aceptaran congelar precios
La cercanía del Mundial aceleró muchos eventos que congregaron economistas, empresarios, banqueros y políticos. Los más relevantes fueron la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina, el simposio organizado por los Amigos de la Universidad de Tel Aviv y la cena anual de recaudación para becas de la Universidad Di Tella. En los pasillos de estas tres reuniones la pregunta fue recurrente: ¿aguanta así la economía un año más o le explotará al propio Gobierno?
Las respuestas están divididas entre los que piensan que se puede llegar haciendo más de lo mismo y otros que alientan correcciones urgentes para que no explote el dólar y no se vuelva a disparar la inflación, que en los últimos meses se mantuvo en el rango alto, de 6 a 7 por ciento. El saldo vendedor que viene sufriendo en noviembre el BCRA volvió a encender alertas rojas. En la última semana se aceleraron las ventas a USD 520 millones y en lo que va de noviembre el rojo acumulado llega a USD 763 millones.
Insostenible
En un informe que difundió el viernes, el economista Fernando Marull consideró “insostenible” que el BCRA venda USD 100 millones por día cuando quedan apenas USD 5.200 millones de reservas netas. Con el dólar oficial corriendo al 6.5% mensual, explicó, la alternativa es endurecer más el cepo afectando la actividad y acelerando la inflación.
Tras el alivio del dólar soja, el Central se vio obligado a vender fuerte en el mercado cambiario para que no se dispare el tipo de cambio oficial. Sin embargo, Sergio Massa considera que no tendrá problemas para mantener el actual ritmo de devaluación, sin necesidad de un salto brusco
El futuro cercano no luce precisamente sencillo en materia de divisas. La sequía que ya impactó en la inminente cosecha de trigo, cuya merma en aporte de divisas respecto al año pasado rondaría los USD 3.000 millones. Se trata de una reducción que se sentirá hacia fin de diciembre y enero. La buena noticia, dentro de todo, es que el abastecimiento interno estaría asegurado, pero habrá menos saldos exportables. La campaña de soja aún se está jugando y dependerá en buena medida de las lluvias de las próximas semanas en las zonas más productivas de la Argentina.
Sergio Massa, sin embargo, no se deja llevar por el nerviosismo del mercado. En los encuentros que mantuvo con empresarios en los últimos días y antes de partir rumbo al encuentro del G-20 en Indonesia, se mostró optimista en relación a la evolución del mercado cambiario. Por lo pronto, se trata de su principal logro en los ya 100 días que lleva en funciones: la estabilidad de los dólares financieros y el achicamiento, aunque más lento que lo deseado, de la brecha cambiaria.
A pesar la mala racha de las últimas semanas, en el equipo económico están convencidos que podrán manejar los flujos del mercado sin necesidad de recurrir a una devaluación brusca. Ésta es una pata fundamental del paquete de medidas que viene desarrollando el equipo económico desde julio: fortalecer en lo posible las reservas del Central y evitar un salto cambiario que -entiende- solo generaría más incertidumbre y un salto inflacionario todavía mayor con el consiguiente impacto en los niveles de pobreza. Ese escenario dejaría al oficialismo directamente fuera de combate para las elecciones presidenciales.
Aunque mantiene un ritmo de suba parecido al de la inflación, el dólar oficial está cada vez más atrasado. El tipo de cambio real está 27% más bajo que el que recibió Alberto Fernández, por lo que en vez de $ 160 tendría que cotizar a $ 220
Hoy la distancia entre el dólar MEP y el tipo de cambio oficial minorista se ubica en 77%. El objetivo sería que descienda al menos al 60%, algo que en su momento había conseguido Martín Guzmán pero por un corto período de tiempo. Pero los desequilibrios siguen aumentando: el tipo de cambio real ya está 27% abajo respecto al que recibió Alberto Fernández cuando comenzó su presidencia. Para volver a la cotización de $ 60 de diciembre de 2019 el dólar oficial debería cotizar a $ 220, o sea 60 pesos arriba del valor actual.
Llegar
Pero más allá del indisimulable atraso cambiario, Massa está convencido que “llega”. “Están haciendo mal los números”, desafió a un grupo de empresarios con los que habló en privado durante la conferencia industrial. Según sus proyecciones, el saldo comercial del año próximo será superavitario con holgura. Y lo explican haciendo un punteo sector por sector.
Massa, con productores del campo
En el caso del campo, señala el ministro, aún a pesar de la sequía las exportaciones aumentarían 9% respecto a este año. Pero la gran protagonista sería la minería, que aportaría un 40% más que este año. En tanto, el sector de la “economía del conocimiento” aportaría un 33% adicional respecto al 2022 a partir de los últimos incentivos, que permiten incluso manejar un saldo de las exportaciones de libre disponibilidad a través del denominado “dólar tecno”.
Para llegar sin mayores presiones cambiarias a las elecciones, es imprescindible mantener el cerrojo a las importaciones. Pero es justamente esta política la que dificulta una baja de la inflación, porque las empresas remarcan preventivamente ante la escasez de insumos y la falta de oferta de producto
Además de este mayor flujo de divisas por exportaciones que se aguardan para el 2023, ya se estarían cerrando algunas “canillas” para que goteen menos dólares. No se trata de un cambio de tendencia decisivo pero todo suma. La compra de billetes al Central a través del denominado “dólar ahorro” habría caído a un neto de USD 100 millones mensuales. En este caso, la explicación es que se “limpió” la lista de autorizados, al excluir a aquellos que cobran planes del Estado, algo que Infobae adelantó en la última semana.
En el caso de turismo, el nuevo dólar Qatar hizo caer en las últimas semanas la salida de divisas del sector, a un nivel de USD 300 millones mensuales contra un rojo de más de USD 550 millones que se venía registrando en los últimos meses. El tipo de cambio por pagar con tarjeta en el exterior ya está en $ 330, mientras que el dólar MEP se mantiene debajo de los $ 300, una diferencia que supera el 10%.
El nuevo sistema de importaciones (SIRA) también redujo los volúmenes destinados al sector, al tiempo que las medidas cautelares que procuran destrabar los dólares por vía judicial quedaron sin efecto. Pero se trata de un arma de doble filo. “No es que faltan dólares, los estamos usando donde realmente hacen falta”, se defienden en Economía. Sin embargo, las quejas de las empresas van en aumento y hablan de un verdadero bloqueo. Las empresas que presentaron cautelares para importar en el pasado, de hecho, directamente no tienen acceso al nuevo sistema para importar.
Importar importa
Las crecientes dificultades para importar están dando lugar a maniobras especulativas. Las empresas optan por cuidar el stock y reducen ventas a la mínima expresión ante el riesgo de quedarse sin reposición. Por supuesto lo poco que venden sale con fuertes remarcaciones. Se trata de las famosas subas “preventivas” ante la incertidumbre sobre la reposición de stock.
Se trata posiblemente de la mayor dificultad que enfrenta el esquema planeado por Massa, que con el lanzamiento de Precios Justos apunta a reducir gradualmente la inflación. Conseguir una desaceleración de precios en medio de una política de fuerte control de las importaciones, incluyendo insumos básicos para la producción, suena directamente contradictorio. Por eso las consultoras manejan proyecciones diferentes a las del Gobierno. En Econviews, bajo la dirección de Miguel Kiguel y Andrés Borenstein, estiman que en 2023 la inflación estará en el orden del 110%. Es decir un escalón por encima de la de este año, pero casi el doble respecto a la que figura en el Presupuesto 2023.
Gabriel Rubinstein, mano derecha de Massa en el ministerio, consideró que Precios Justos es “sólo una pieza, pero bien importante, del andamiaje que nos permitirá mejoras en podes de un orden fiscal y una inflación cada vez más baja. “Ese 4% que incluimos en el ajuste de es el que proyectamos e incluimos en el Presupuesto 2023. Y es una cifra compatible con los fundamentos macro, por ejemplo en relación a la evolución de las variables fiscales y monetarias”.
Deuda en pesos
La deuda en pesos vuelve a aparecer como otro de los desafíos que deberá atender la Tesorería. La situación es delicada aunque todavía hay tiempo para encontrarle soluciones. Por lo pronto, la mayoría de las empresas decidió reducir el plazo de tenencia de bonos en pesos. La premisa es cuanto más corto mejor para quedar lo más lejos posible de las elecciones del año próximo.
La licitación del jueves pasado evidenció los problemas que se le vienen al Gobierno. La Tesorería lanzó un canje el jueves pero solo consiguió refinanciar el 61% de los vencimientos de noviembre y diciembre. La mayor parte estaba en manos del sector público. Quedó claro que los inversores privados se moverán con mucha cautela.
Sin bien estar invertido en pesos a una tasa de casi 6,5% mensual fue muy buen negocio con el dólar financiero totalmente planchado, la situación podría darse vuelta de un día para el otro si el tipo de cambio empieza a acelerar. Distintos cálculos que toman en cuenta los agregados monetarios en comparación con la disponibilidad de dólares concluyen que el “contado con liquidación” debería estar por lo menos a $ 350.
Lo que resta del año es desafiante pero para nada imposible. El Tesoro deberá conseguir en el mercado 2 billones de pesos: la mitad para salir a cubrir los vencimientos en moneda local (de aquellos títulos que no entraron al canje) y la otra mitad para hacer frente al aumento del déficit fiscal de todos los fines de año. Pero la verdadera prueba llegará en los primeros meses de 2023, ya que la acumulación de vencimientos se vuelve cada vez más pesada.