Estas son las tasas que rigen en las financieras que están fuera de la City porteña. Grandes empresas del interior tienen una “caja de cheques”, para darlos de vuelto a proveedores
El dueño de un corralón de materiales que factura más de $ 25 millones anuales en una ciudad del interior bonaerense abre su caja registradora y no se ve ningún billete. Lo único que tiene son cheques, pero ordenados por montos y todos atados con gomitas, como si se tratara de billetes. Por un lado, los menores de $ 2.000, por otro los que son hasta $ 5.000, luego los de hasta $ 10.000, y así sucesivamente. Llega un proveedor para cobrar $ 25.000 y, antes de pagarle, le pregunta: “¿Tenés cambio de $ 50.000?”. Ante el gesto afirmativo, le paga con un cheque por $ 50.000 a 30 días (con el que le habían pagado a él) y recibe tres cheques por un total de $ 25.000 al mismo plazo, también de terceros.
Así se manejan hoy las economías regionales. Todos evitan depositar el cheque en el banco y tener que pagar el 1,2% del impuesto a los débitos y créditos y, más que nada, tener que blanquear ese dinero en la cuenta personal.
Tener cambio en cheques se cotiza tanto como las monedas para el parquímetro. Muchas compañías juntan cheques de montos chicos durante la semana para pagarle a los empleados los viernes a la tarde la parte en negro del sueldo semanal. Ellos, a su vez, tratan de colocarlos en el mercado, pagando deudas, para no tener que ir a una cueva a descontarlos.
La mayor parte de estos cheques proviene de la tesorería de las multinacionales, que con estos documentos les pagan a sus proveedores del interior del país a 60 días de plazo. Pero como las pymes necesitan el dinero ya, y no pueden aguantar dos meses por deudas que deben afrontar ahora, van a las financieras a descontarlos. La tasa, que a principios de años estaba en el 9% mensual, ahora ascendió al 12%.
“Es por la incertidumbre de los holdouts y que la Argentina caiga en default, cuyo parate puede afectar hasta a las grandes empresas. Sino, ¿quién podía imaginar que la avícola Rasic, la segunda productora del pollos del país, con una dotación de 3.000 empelados, pidiera su concurso de acreedores luego de emitir cheques sin fondos por $ 43 millones?”, se pregunta una fuente conocedora de estos menesteres. Ante este escenario, todos se empezaron a cuidar cada vez más: no toman valores mayores a 60 días, cuando a principios de año aceptaban a cuatro meses de plazo.
“Una persona que cae en una cueva con un cheque diferido de $ 100.000, sólo recibe el
$ 60.000 en efectivo: el prestamista le entregará varios cheques de menor valor al día o a los próximos días por otros $ 40.000”, detallan en el ambiente cuevero.
“Hay casas de electrodomésticos del interior que están cobrando el 74% anual, ya que toman créditos de los bancos al 35% para apalancarse. Venden un ciclomotor en 12 cuotas de
$ 1.450, pero si lo pagás al contado te lo dejan en $ 10.000”, advierten en el sector.
Gustavo Perilli, socio de AMF Economía, analiza que “hubo un corrimiento desde las posiciones más largas del crédito hacia las más cortas, vinculadas con la demanda de liquidez y con el propósito de cerrar las brechas que dejan las menores ventas y las acumulaciones involuntarias de inventarios. Se tienen que cubrir costos pero, si no se vende, se debe recurrir al auxilio de los bancos, quienes ofrecen el mecanismo de descuento de documentos. Y cuanto más volumen se le demanda a estas entidades, más aumenta el costo del crédito”.
Para Perilli, es más compleja la situación en el interior, donde los instrumentos financieros de créditos son aún más escasos: “Es lógico que nos encontremos soportando este sofocón por la fragilidad de nuestro mercado de crédito y porque la economía está oficialmente en recesión. En mercados informales conviven elevadas exposiciones al riesgo y urgentes necesidades. En ese ámbito se determinan y convalidan una amplia y variada gama de costos irracionales”.