Con Martín Guzmán en Rusia, en la gira presidencial, el equipo económico continúa los contactos con Washington. Cómo es la “inyección” de fondos al Banco Central que espera acordar el equipo negociador y la pauta de precios que proyectan para este año
El ministro de Economía Martín Guzmán partió junto a Alberto Fernández a la gira presidencial por Rusia y China, pero en Buenos Aires los contactos técnicos con los funcionarios del Fondo Monetario Internacional continuarán para achicar diferencias en algunos temas que configuran la letra chica del esqueleto acordado la semana pasada entre Washington y Buenos Aires. La pauta de aumento de precios que estará implícita en el programa plurianual y el cronograma de desembolsos son dos de los temas decisivos que forman parte de la mesa de negociación renovada tras el anuncio del viernes pasado.
La ausencia del jefe del Palacio de Hacienda será solo por un puñado de días, ya que a priori Guzmán solo participaría de la primera parte del viaje del jefe de Estado, en su primera escala en Moscú. Los protocolos de ingreso de delegaciones extranjeras a China por la inauguración de los Juegos Olímpicos de invierno son mucho más estrictos y el tamaño de las comitivas serán más limitados. Por esa razón, salvo un cambio de piezas de último momento, tras la misión por la capital de la Federación Rusa el ministro de Economía regresará a Buenos Aires para supervisar la marcha de las conversaciones con el FMI.
La etapa actual de negociaciones durará, se estima oficialmente, hasta cuatro semanas. La hoja de ruta es muy apretada para los pasos que aún faltan dar al Gobierno y al organismo para completar el programa financiero definitivo. Por un lado, habrá que terminar por definir cuestiones técnicas sobre las políticas macroeconómicas en las que ya hubo entendimiento, por ejemplo, las metas exigibles de déficit primario, de asistencia monetaria del Banco Central al Tesoro y de acumulación de reservas.
Cuando ese aspecto ya esté terminado, quedará la parte más política del asunto: la aprobación del memorandum de entendimiento en el Congreso argentino y en el directorio del organismo. El trámite parlamentario sufrió un revés duro esta semana con la renuncia del ahora ex jefe de bancada oficialista en diputados Máximo Kirchner, lo que blanqueó las diferencias en el Frente de Todos sobre el resultado de la negociación. En el estado actual de cosas, el visto bueno del directorio del FMI, en el que influye directamente la opinión de los Estados Unidos sobre todo el proceso, parece más fácil de conseguir que una posición unificada de la coalición de Gobierno.
Hay una serie de aspectos técnicos que son relevantes para el formato final que tendrá el programa Extended Fund Facility (EFF) y que todavía están en negociación. Tal como publicó Infobae, una idea que ronda el equipo negociador argentino es que la primera parte del esquema de desembolsos desde Washington incluya un envío de dólares considerable, que incluya la devolución de pagos de capital hechos por el Tesoro en los últimos meses y la cobertura de los vencimientos por venir, como mínimo. En el mejor de los casos podría implicar una suma cercana a un tercio del programa total (unos USD 15.000 millones), aunque no es seguro que el FMI acepte girar esa suma de inmediato apenas comience la vigencia del EFF.
La lógica detrás del pedido argentino en la mesa negociadora es que esa primera inyección de divisas representaría un alimento considerable para las alicaídas reservas internacionales, que este viernes sufrirán otra disminución de 366 millones por el pago de intereses al Fondo, y también para evitar que cada tres meses, cuando tenga lugar cada revisión de cumplimiento de metas exigibles, haya razones para que se incrementen las tensiones financieras y cambiarias.
El sendero de precios también estuvo en conversación entre los funcionarios argentinos y el staff del Fondo Monetario. Durante la presentación oficial del entendimiento técnico, desde las dos partes hubo referencias a la necesidad de reducir la inflación y de que hubo un consenso de que las razones que explican la persistencia en los precios no solo tienen que ver con una cuestión monetaria, sino que es “multicausal”, en un mosaico de elementos que incluyen la falta de divisas sistemática por exportaciones flacas, déficit fiscal y expectativas de precios futuros en los agentes económicos, como las empresas y los sindicatos al negociar salarios.
Según explican fuentes al tanto de la negociación, el programa financiero no incluirá metas de inflación como las que se había planteado, por ejemplo, el Banco Central durante la gestión de Federico Sturzenegger. Sí tendrá proyecciones de precios que serán necesarias para elaborar los supuestos de un plan plurianual como el que implica el acuerdo con el Fondo. Si bien no está definido, la estimación de suba de precios con la que se trabaja irá en un rango para este año de entre 40 y 50 por ciento.
La inflación forma parte del corazón de políticas que acordaron el Gobierno y el FMI pero no de la condicionalidad del programa. Es decir, según comentan en despachos oficiales, los objetivos exigibles en las evaluaciones que hará el Fondo serán las fiscales, monetarias y de reservas. Hay otros detalles que necesitarán más conversaciones entre Buenos Aires y Washington para tener su forma definitiva. Entre ellos, cómo estarán conformadas, si las hubiera, las metas trimestrales de cada una de estas políticas de condicionalidad.
El representante ante el Fondo Monetario Internacional Sergio Chodos, aseguró que las revisiones de las cuentas públicas que el FMI realizará trimestralmente, aclaró que esas auditorías “no serán sobre la economía argentina sino sobre lo que te comprometés a hacer”.
“Son los pasos previos a cada uno de los desembolsos, van a estar mirando los indicadores más importantes. Es común en los países que tienen un programa con el Fondo vigente”, indicó Chodos en declaraciones radiales. En este sentido, añadió que. “si uno firma en cinco minutos a tientas y a locas, cada revisión es un parto” y sostuvo que ,”dentro de este marco, es clave tener revisiones relativamente cómodas y confortables sobre cuestiones estables”.
Por otra parte Chodos, mano derecha de Guzmán durante las renegociaciones de deuda, expresó que hay una “preocupación del Fondo respecto del sustento social y político, más allá de los números de cómo se apruebe o no” y que “obviamente hay una preocupación por el trámite legislativo a partir de la iniciativa del gobierno de Alberto Fernández, que se decidió que esto pase por el Congreso un poco para cortar con tradición de más de 22 programas que fueron discutidos y cerrados a espaldas de la sociedad”, señaló Chodos.