En nuestro país, ya estamos acostumbrados a los vaivenes. No terminamos de acomodarnos que empieza otra vez la rueda a girar, generando incertidumbre otra vez.
Al cepo del dólar en sus diversas etapas, de menor a mayor, le podemos sumar, sin repetir y sin soplar:
* Freno a importaciones
* Déficit creciente, tanto fiscal como energético
* Complicaciones en la relación comercial con otros países
* Marcado atraso cambiario
* Inflación alta
* Enfriamiento de la economía
* Y una gran cantidad de extras
Como si eso fuera poco, ahora un cambio de Gabinete que puso en boca de todos 2 palabras claves: “Desdoblamiento cambiario”.
Es sabido que algunos integrantes del Gobierno impulsan esta alternativa para intentar paliar la incesante caída de las reservas del B.C.R.A. Pero concretamente, ¿qué es el desdoblamiento cambiario?
Implica generar dos o más tipos de cambio oficiales, dependiendo de las actividades económicas. Es una forma de sincerar lo que actualmente ocurre en nuestra economía, en la cual, desde que se instauró el cepo al dólar, la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el dólar blue o informal se agrandó en forma considerable, siendo hoy mayor al 60%.
Básicamente en este esquema existe un dólar “barato” que es el que se utiliza para las operaciones que realiza el Estado, como ser cobro de impuestos, retenciones, bonos, importaciones, etc. Y otro dólar “caro”, que se utiliza por ejemplo para turismo (de allí la expresión “dólar turista”), compras por internet, bienes de lujo e incluso, para atesorar dólares por parte de los ahorristas particulares.
En el párrafo anterior simplificamos el ejemplo, suponiendo 2 tipos de cambios. Pero pueden generarse tantos tipos de cambios como el Gobierno crea conveniente. Normalmente, se generan presiones de distintos grupos económicos, solicitando distintos tipos de cambios que beneficien su actividad. Es normal en estos casos que las distintas economías regionales soliciten valores diferentes del dólar, para intentar mejorar sus exportaciones. Es fácil advertir que comienza una puja por intentar operar en los 2 mercados, comprando en el barato y vendiendo en el caro, lo cual normalmente genera distorsiones que a mediano plazo, son mayores que las que inicialmente se intentaron controlar.
No obstante, no es una solución novedosa en absoluto. Y nuestro país tiene experiencia en este modelo, sin resultados positivos hasta ahora. Fácilmente se pueden encontrar varios momentos en la historia económica argentina en los cuales se aplicó este sistema, sin el éxito esperado a largo plazo y con lamentables consecuencias posteriores.
Como ventaja teórica de este sistema podemos mencionar que puede generar una oferta mayor de dólares ya que hay un precio mayor, lo cual genera que el dólar no siga subiendo, al menos en el corto plazo. Además, en particular en nuestro país, permitiría en determinadas condiciones, comenzar a desactivar el cepo al dólar para atesoramiento, tendiendo a normalizar el mercado cambiario al menos en el corto plazo. Esto es, se le permite nuevamente a los ciudadanos volver a comprar dólares pero a un precio mucho más caro que el actual dólar oficial.
En lo referente a importaciones, hay que destacar que las mismas se rigen por el dólar “barato” o “comercial”, por lo tanto, la adquisición de bienes de capital en el exterior resulta conveniente, permitiendo incrementar la productividad y reducir costos, ganando competitividad por el lado productivo.
Entre sus desventajas encontramos que se confirman las expectativas de devaluación, sumado a que resultaría inútil si no se aplica una política anti inflacionaria. Y la peor señal es que aumenta la discrecionalidad en lugar de la previsibilidad: el tipo de cambio depende del funcionario y actividad de turno, lo cual implica un lobby permanente como indicamos anteriormente. Esto sin mencionar las avivadas que siempre ocurren de gente que intenta comprar en el mercado más barato y vender en el más caro haciendo una diferencia fenomenal.
A mediano y largo plazo, la experiencia indica que los tipos de cambios bajos siguen a los altos. O sea, tienden a la suba para emparejarse. Al principio el shock puede generar algunos pocos beneficios, los cuales al poco tiempo desaparecen o empeoran.
Pero vayamos a la raíz del problema que no es el precio del dólar sino la inflación generada por la emisión indiscriminada sin respaldo. En la medida que el Estado emite pesos sin respaldo, genera una suba de los precios de los bienes y entre ellos el precio del dólar. Si se mantiene barato, la gente querrá consumirlo más y por eso empiezan a escasear.
Lamentablemente la emisión es la única forma que encontró el gobierno de cerrar el déficit fiscal, que no es otra cosa que, en forma crónica, gastar más de lo que recauda. Esto genera un círculo vicioso ya que la inflación retrasa el tipo de cambio y esto incrementa el interés por las importaciones a la vez que desalienta las exportaciones, sumando al déficit fiscal su “primo hermano”, el déficit comercial. Argentina aún no ha llegado a tener déficit comercial, pero el importante superávit que tenía se está desvaneciendo año tras año lo que implica que ingresen menos dólares al país.
Para corregir esta situación el Estado necesitará devaluaciones más acentuadas, que la propia inflación vuelve estériles al poco tiempo. Entonces si no se atacan las verdaderas causas, los parches son transitorios y ni el desdoblamiento cambiario ni ninguna otra medida que vaya contra los síntomas podrá resolver esta situación.