Ya hay 300 fondos (aceleradoras, inversores ángeles y venture capital) que apuestan por startups de alto impacto.
Máximo riesgo, recompensa alta. Bajo esas consignas, se expanden en el país los capitales de riesgo cuyo método —comprobado durante décadas con singular éxito en el Silicon Valley— radica en apostar a startups de alto impacto y con mucho potencial de crecimiento. Se estima que en los últimos años se conformaron unos 300 fondos de inversión (venture capital, ángeles inversores, capital semilla, private equity y aceleradoras corporativas), en una larga lista en la que sobresalen Kaszek Ventures,Wayra, NXTPLabs y AxVenture.
El juego consiste en invertir en emprendimientos y empresas en formación, con ideas innovadoras y disruptivas y de perfil global o regional. Para los inversores, el riesgo es muy alto pero los éxitos compensan los fracasos y muchísimo más. Habría que preguntarle a los fondos que invirtieron inicialmente en Apple, Facebook, o Google, por ejemplo. O en Mercado Libre, Globant, OLX o Despegar.
El objetivo de los fondos de inversión es cazar al próximo “unicornio”, tal como la jerga define a las empresas valuadas en más de US$1.000 millones. “La industria del capital privado resurgió con las nuevas condiciones políticas. En el país hay rubros muy promisorios, como el agro, las energías renovables, las finanzas y la tecnología”, resume Marta Cruz, directora de NXTPLabs, una administradora que acaba de crear un segundo fondo de US$120 millones.
Creado en 2011 por los ex Mercado Libre Nicolás Szekasy y Hernán Kazah, Kaszek lidera la movida. Días atrás, la firma anunció la conformación de un tercer fondo, por US$200 millones, para ser destinados a tecnológicas jóvenes de toda la región. Hasta la fecha, Kaszek lleva invertidos US$1.400 millones en 43 compañías, entre ellas Open English, Nubank (el mayor banco digital de Brasil) y Digital House.
El proceso de selección para invertir es minucioso: de cada 100 proyectos evaluados apenas uno atraviesa todos los filtros. “Un fondo es exitoso cuando de cada 10 inversiones lográs un home run”, explica Lisandro Bril, de AxVenture. Estadísticamente está probado que más de la mitad de las startups fracasa en sus primeros 3 años de vida y entre 2 y 3 obtiene tasas de crecimiento normales.
Y la Argentina es tierra fértil para eso.El informe Tecnolatinas, una investigación reciente auspiciada por el BID, identificó en el país un total de 23 startups con un valor de mercado de entre US$25 millones y US$1.000 millones, y que se perfilan para jugar en las ligas de la tecnología mundial. En esa lista aparecen Etermax (empresa de videojuegos creadora del éxito Preguntados), Iguanafix (refacciones para el hogar y de autos), Satellogic (microsatélites), Auth0 y Onapsis (seguridad cibernética), Afluenta (micropréstamos) y Bluesmart (Internet de las cosas).
Los capitales de riesgo, entonces, están retornando pero hay dos elementos nuevos: por un lado, la sanción de la Ley de Emprendedores, que prevé beneficios fiscales a las inversiones y el acompañamiento del Estado (con dinero) a los inversores privados, tal como hizo Israel con su Yozma Program. Y por otro, muchas empresas crean sus propias aceleradoras de startups, con la finalidad de mejorar sus negocios.
“En los próximos 3 años se van a licitar 10 fondos venture capital. Los tres primeros, por un total de US$30 millones, serán conformados entre el Estado (40%) y los inversores privados (60%)”, explica Manuel Tanoira, abogado especializado, que participó en la redacción de la ley. Se trata de un mecanismo que facilita y amortigua el riesgo del inversor que apuesta por empresas en etapas tempranas. En el mercado aguardan con expectativa la reglamentación de la ley, porque “son inversiones riesgosas y es muy relevante el apoyo público”, dice Luis Stein, presidente de Imagen Lab, una aceleradora que será presentada esta semana.
Precisamente, Imagen Lab surge de una alianza entre la compañía de seguros San Cristóbal, Microsoft y la Universidad de San Andrés. Se trata de una tendencia global (que las empresas promuevan sus propias incubadoras de startups), como un mecanismo de mejorar sus procesos y adelantarse a los cambios tecnológicos. “Un informe del Barclays de Inglaterra advirtió que es 5 veces más rápido y tres veces más barato innovar de esa manera”, subraya Stein. Por eso no sorprende que la lista de aceleradoras sea tan larga: Visa, IRSA, Telefónica, Banco Galicia, Santander y SanCor Seguros, entre otros.
“En la economía digital, ninguno quiere ser el próximo Kodak o Blockbuster, tal como les está ocurriendo a los bancos con las fintech (plataformas financieras de base tecnológica).Saben que están amenazados y que les pueden robar el negocio. Una aceleradora permite a las empresas conectarse con la innovación y la economía del conocimiento”, describe Bril. La aceleradora les ofrece a las startups financiamiento inicial a cambio de un porcentaje minoritario de acciones, con una cláusula de la compra total.
Peña agrega que las incubadoras de las empresas les permite descubrir y potenciar futuros socios. “Es una inversión que les permite captar startups para que trabajen con sus plataformas de negocio”, dice. En la Argentina, Telefónica fue pionera en el asunto al lanzar en 2011 Wayra, su aceleradora de startups. Desde aquel momento, el programa invirtió en 50 emprendimientos luego de evaluar 6.000, señala Lorena Suárez, su country manager. “Inicialmente, aportamos US$50.000 en cash y otro tanto en servicios de aceleración: oficinas, asesoramiento en diversas áreas del negocio y en identificación de talento”, remarcó la ejecutiva.
Quilmes, por su parte, fundó Eklos, con el objetivo de “crear una red de apoyo para que proyectos originales puedan escalar y llegar al próximo nivel en el corto plazo”. En su primer año de vida, Eklos lanzó una convocatoria para startups y la ganadora fue Central de Ofertas, “una aplicación por la cual comercios minoristas (kioscos, almacenes y autoservicios) se pueden agrupan para generar volumen de compra”. El emprendimiento recibió US$50.000 a cambio del 7% de sus acciones.
Un mecanismo similar es aplicado por la mayoría de las empresas. Por caso Visa, con su convocatoria para startups Visa’s Everywhere Initiative, proclama que los participantes “tendrán la oportunidad de competir por un premio de US$50.000 y colaborar con Visa para crear un programa piloto de su producto o servicio, contribuyendo a desarrollar el futuro de los pagos electrónicos”.
El desafío de replicar el «Milagro israelí»
Le dicen el “Milagro Israelí”. En pleno desierto y tras lanzar el Yozma Program, en 1993, en sólo 20 años Israel pasó de sobrevivir exportando naranjas y cítricos a ser el territorio con mayor concentración de empresas tecnológicas, capitales de riesgo y radicación de centros de investigación y desarrollo después del Silicon Valley.
En la Argentina intentan replicar esa fórmula, basada en atraer y conformar fondos y capitales de riesgo. Es una de las premisas que contiene la “Ley de Emprendedores”, a punto de reglamentarse, que establece diversos mecanismos que propician las inversiones en proyectos y empresas en edad temprana.
La fórmula principal es la creación de fondos mixtos (40% del Estado y 60% privados) destinados a financiar startups de alto potencial. El atractivo para los inversores es doble: si el emprendimiento fracasa (en la mayoría de los casos es así), no tiene obligación de devolver el dinero estatal. Como contrapartida, en caso de éxito con altísimas rentabilidades, tiene la posibilidad de comprar la totalidad de las acciones, con lo cual el dinero retorna al Estado.
Inicialmente, el programa israelí destinó US$100 millones, lo que atrajo numerosos fondos privados, principalmente norteamericanos. Y los resultados están a la vista: actualmente, las inversiones de riesgo en Israel duplican las existentes en los Estados Unidos y 30 veces el monto de toda la Unión Europea. “Con el Yozma se crearon 5 fondos de inversión, que requería un management privado. A la fecha, 200 tecnológicas israelíes lanzaron un IPO(Nasdaq).En América Latina sólo hay 3”, explica LisandroBril, de Axe Venture.
El Yozma Program solucionó en gran medida la mayor dificultad que tiene el ecosistema emprendedor: la falta de financiamiento en las etapas iniciales. Llamarla inversión de riesgo es algo lógico: está probado estadísticamente que de cada 10 startups apenas una logra despegar a tasas siderales, pero el retorno (para los inversores) es tan alto que compensa todas las pérdidas. Culturalmente, los capitalistas de riesgo nacieron en el Silicon Valley y ningún país pudo replicar exactamente esa fórmula.
Con la Ley de Emprendedores, la Argentina intenta replicar la receta israelí, promoviendo la creación de fondos destinados a financiar startups de dos maneras: licitando fondos a tal fin y estableciendo una serie de beneficios fiscales. Todo para darles impulso a startups, especialmente tecnológicas, con perfil global, innovador y exportador.
Israel promovió y promueve la generación de tecnológicas muy célebres. Una de las primeras, que causó asombro, fue Mirabilis (creadora del programa de chat ICQ), vendida en 1997 tras su salida al Nasdaq. Hay otros casos más recientes, como Mobileye (reconocimiento de imágenes para coches autónomos), que se vendió en marzo US$15.000 millones; Waze (vendida en más US$1.000 millones). Desde ese polo surgieron cosas como el Kynect (sensor que lleva la Xbox, consolas de videojuegos de Microsoft) y también los pen drive.
Warren Buffet, en 2006, fue pionero al comprar Iscar, un fabricante de piezas de alta tecnología para el sector aeronáutico), por la que pagó US$4.500 millones. Y casi todos los colosos de Silicon Valley instalaron en Israel centros de Investigación y Desarrollo, entre ellos Apple, Microsoft, IBM, Google, SAP, Cisco y HP.
¿Se puede replicar un modelo así? ¿La Argentina puede aprender algunas lecciones? Ignacio Peña, un inversor local, dice que “Israel es un ejemplo muy potente, pero no se puede copiar. Se pueden tomar políticas, principios, que se deben adaptar a nuestra realidad. Es cierto que nos falta capital emprendedor y se puede aprender de ellos. En el país tenemos un talento increíble que hay que aprovechar”, concluye Peña.
Con respecto a la Ley de Emprendedores, el experto sostiene que “es un paso adelante”, pero plantea algunos interrogantes: “Hay que ver cómo traducimos las herramientas establecidas en la ley para generar nuevos emprendedores y nuevos venture capital. Y que se aprovechen y se usen bien los recursos destinados a cumplir esos objetivos”, dijo.
Fuente: https://www.clarin.com/ieco/despegan-pais-inversiones-riesgo_0_BypGVcb7Z.html