Los bonos argentinos ya cotizan en sus máximos históricos, ante la gran expectativa que generó en los mercados la llegada de Mauricio Macri al poder. Pero ya no se trata sólo de buenos augurios, sino que la mejora continua está cimentada en hechos concretos. Las reservas, uno de los puntos flacos de la anterior administración, comenzaron a recuperarse producto del acuerdo de liquidación con las cerealeras y es probable que terminen el año cómodamente por encima de los u$s 25.000 millones. También mejoraría la calidad de las mismas, tras la decisión del flamante titular del BCRA, Federico Sturzenegger, de ejecutar el swap con China, por lo que está consiguiendo u$s 3.200 millones frescos (que reemplazan a los yuanes). Pero lo más contundente quizás hayan sido los acercamientos del secretario de Finanzas, Luis «Toto» Caputo en Nueva York para comenzar un diálogo que resuelva el conflicto con los holdouts y saque a la deuda argentina del default técnico.
Este rally de los títulos argentinos que se produjo en Wall Street resultó absolutamente generalizado: impactó en toda la duración de la curva (es decir en aquellos de duración más corta pero también en los largos), así como tampoco diferenció por jurisdicción, ya que treparon los títulos emitidos bajo legislación local como la internacional.
El riesgo-país es un reflejo de este comportamiento, siendo la Argentina uno de los pocos mercados que tuvo una caída notoria del 35%. Actualmente, este indicador que mide el JP Morgan (a través del índice EMBI plus) acumula una caída del 35% en el año, ubicándose en 467 puntos básicos.
Los bonos argentinos consiguieron así romper el piso del 8% anual de rendimiento en dólares. Incluso el título más corto, que es Bonar X, rinde un 6,5%. Otro caso notorio es el del Bonar 2020. El exministro Axel Kicillof colocó este título horas después de haber pagado el Boden 2015. Captó un monto exiguo y pagó una tasa superior al 9% al colocar este título a u$s 95,20. Los que compraron en ese momento hicieron un interesante negocio: cotiza a u$s 102 y su rendimiento cayó a 7,9% en dos meses. Algo parecido sucede con el Bonar 2024. Su precio sube sostenidamente y su rendimiento es del 7,8%.
Pero los bonos que se rigen por ley neoyorquina han tenido subas incluso superiores. El Global 2017, que ya acumula varios pagos de servicios de intereses impactados por el default técnico, se ubica en u$s 114 y cotiza por abajo del 8% anual. Lo mismo sucede con el Par y Discount de la misma jurisdicción. Claramente, la apuesta es que en algún momento de 2016 se arribe a un acuerdo con los holdouts. Esto permitiría al Gobierno ponerse al día con los cupones impagos hasta ahora (tres semestrales en la mayoría de los bonos) y volver a pagar con normalidad una vez que se acerquen las posiciones.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=821332