Por Santiago Lilo
A diferencia de Brasil, Colombia, Perú y Chile, las metas de inflación no funcionaron y tiene el mayor nivel de pass-through de tipo de cambio de América Latina
Cuando la economía local sufre una devaluación, es esperable que los agentes trasladen parte de esta suba del tipo de cambio a sus precios, un fenómeno conocido como pass through. Si bien se ha vuelto un mecanismo habitual en el mercado, una investigación realizada por el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la UBA revela que la Argentina es el único país de la región que aún no ha logrado disociar los movimientos del dólar con la inflación.
«El problema del passthrough elevado no es un fenómeno específico de nuestro país. La mayoría de las economías de la región, por no decir todas, lo han padecido durante décadas. El punto es que estas han podido solucionarlo, y nosotros no», dijo Santiago Cesteros, el investigador del IIEP que encabezó el estudio, bajo la tutela del macroeconomista Daniel Heymann.
En ese sentido, los datos son claros. Por ejemplo, Brasil y Colombia sufrieron una devaluación promedio de su tipo de cambio en 2015 de casi un 40%, y la inflación ese año fue de 10 y 5%, respectivamente. Lo mismo sucedió con Chile y Perú en 2015 que, con una depreciación cambiaria de 15 y 12%, la aceleración de los precios de estas economías fue, en promedio, de 4 y 3%. «En estas economías, devaluaciones, digamos, de un 30% o 40%, implican subas de precios relativamente bajas», afirmó Cesteros.
El caso argentino va por el camino contrario. La relación entre precios y devaluación se mantuvo elevada en los últimos años. Es así que, cuando el ex ministro de Economía Axel Kicillof devaluó en 2014 al peso en un 49%, la inflación ese año terminó en un 37%. La tendencia alcista del passtohrough se verifica aún más con la salida del cepo cambiario a fines del 2015. Entre diciembre de ese año y noviembre del 2016, se registró una devaluación de 62%, que provocó parte de la suba de precios del 37%, según compara el estudio.
Para Cesteros, la receta que logró cortar con el fenómeno del alto passthrough en las economías vecinas fue la aplicación de metas de inflación pero, aclara, en contextos macroeconómicos estables. «En todos los casos de la región, las metas de inflación fueron impuestas por los bancos centrales después de varios años de caída de la inflación», aclaró. Este proceso se dio en Chile, Brasil, Colombia y Perú entre 1999 y 2002.
La versión más difundida en la academia que explica por qué la Argentina no logra escaparle a este fenómeno es por su estructura productiva: una industria poco diversificada que importa gran parte de los insumos y que, ante una devaluación, traslada al precio de los bienes finales el aumento de sus costos. No obstante, para Cesteros esta no es la cuestión central, ya que la Argentina importa tan solo un 13% de su PBI, «una cantidad baja en relación a los demás países».
Heymann coincidió: «Lo interesante es que estos países lograron cambiar el patrón del passthrough a pesar de tener una industria que importa la misma o una mayor cantidad de bienes y servicios que nosotros. El problema en la Argentina es de coordinación y formación de expectativas».
«Históricamente, las devaluaciones han estado asociadas a aumentos pronunciados de la inflación y a caídas en el salario real, y esta experiencia traumática está presente en el argentino. Entonces, uno sube de precios sabiendo que los demás van a subir de precios porque así ha sido en el pasado», explicó Cesteros. El resultado es evidente: el aumento de precios se termina por convalidar, como una profecía autocumplida.
En el contexto actual, con un dólar que trepó desde $21 en mayo a más de $39 en el día de ayer- una devaluación de casi 90% en cinco meses-, junto con el aumento de las tarifas y de la nafta, queda por ver si finalmente se convalida el pronóstico oficial de 42% de inflación.