La cotización de la divisa en el mercado informal obedece a datos objetivos, como la emisión monetaria, pero también a razones subjetivas, como la incertidumbre por la renegociación de parte de la deuda del sector público
En un mercado de cambios con restricciones, como el argentino, el precio del dólar blue, en base a transacciones informales y con poco volumen, pasa a ser una referencia que en situaciones normales pasaría desapercibida. Pero en escenarios de incertidumbre cobra impulso y responde a la cantidad de pesos que circulan en la economía. Es un dato que se puede cuantificar, aunque no es el único indicador que interviene para definir cuánto está decidido a pagar un ahorrista por dolarizarse.
Los operadores y analistas del mercado coinciden en destacar que además actúan otros factores, difíciles de medir e incluso subjetivos, como la incertidumbre respecto a la posibilidad de un nuevo default soberano, la velocidad de circulación del dinero, en la que tiene que ver la demanda de pesos, y el control de cambios.
La cantidad de dinero en circulación y el salto de los tipos de cambio paralelos tuvieron una correlación definida en los meses transcurridos a partir del 28 de octubre de 2019, cuando se ajustó el “cepo” cambiario a un límite de USD 200 mensuales para la demanda privada.
Dicha correlación hoy se mantiene algo rezagada en la cotización del contado con liqui y algo adelantada para el blue, pero dentro de un canal que sigue a este fundamento y que resulta útil para entender si el billete informal es caro o barato.
La circulación monetaria –principal componente de la Base Monetaria, ahora en $2,04 billones– creció más de $510.000 millones, o 55,7% desde los $923.534 millones del 25 de octubre de 2019 a $1,44 billones el 19 de mayo.
El contado con liqui ascendió un 47,1%, de $80,93 el 25 de octubre a $119,02 el 21 de mayo. Y el blue escaló en ese mismo lapso 65,6%, de $75,50 a 125 pesos.
Desde este fundamento estrictamente monetario, el dólar blue estaría hoy unos diez puntos por encima de un valor de equilibrio, en relación a los pesos en circulación, y el contado con liqui unos nueve puntos por debajo.
Está claro que este recorrido parejo entre la circulación monetaria que informa el Banco Central y las cotizaciones alternativas del dólar queda distorsionado por cuestiones coyunturales, como ocurrió en la primera quincena de mayo, con un blue que se disparó a $138 y un liqui casi en $130, después del contundente rechazo a la oferta oficial de reestructuración de deuda el 8 de mayo.
“Para los próximos días, y en función de la incertidumbre con la que venimos transitando, no se descartan mayores presiones sobre el dólar a pesar del marco restrictivo con el que operan. Dada la expansión de liquidez en la política monetaria, las expectativas inflacionarias se mantienen firmes”, observa un informe de Portfolio Personal Inversiones.
Ecolatina coincidió en que «la creciente emisión y brecha cambiaria junto con un resultado adverso en la renegociación de la deuda pública ley extranjera, pueden acelerar la depreciación del tipo de cambio oficial impulsando la inflación de bienes y servicios transables”.
No obstante, en su último Informe de Política Monetaria, el Banco Central estimó que “una vez superada la pandemia, el crecimiento de la demanda de dinero contribuirá a absorber una porción importante de la expansión de liquidez que requirió la gestión de la política monetaria en esta emergencia sanitaria”.
En la última semana, las iniciativas oficiales permitieron contener el aumento de las cotizaciones alternativas del dólar y reducir en unos 20 puntos la brecha cambiaria, que la semana pasada había alcanzado un récord por encima del 100 por ciento.
La garantía de una tasa mínima del 26,6% anual dispuesta por el Banco Central para todos los depósitos a plazo fijo, sin distinción de monto o persona jurídica que lo constituya, ayudó a sacarle presión a la demanda de divisas a través de la Bolsa y también en el mercado informal.
También la continuidad del diálogo del Gobierno con los tenedores de bonos en moneda extranjera, en busca de evitar un default soberano, mejoró a el corto plazo el horizonte financiero, que la semana anterior descontaba una aceleración del proceso devaluatorio del peso.
Gustavo Reyes, economista del IERAL de la Fundación Mediterránea, apuntó que “la evolución de las diferentes variantes del tipo de cambio no oficial ha superado largamente la evolución de los precios, tanto desde el principio de los controles cambiarios como desde el inicio de este año. Entre los factores que explican esta diferencia se tienen, la crisis mundial, la creciente emisión monetaria, el nivel de las tasas de interés en relación a la inflación esperada y la incertidumbre acerca del desenlace de la reestructuración de la deuda”.
Nery Persichini, Head of Strategy de GMA Capital, aportó: «con una mirada histórica, el dólar financiero está en máximos de casi 20 años, pero esto no alcanza para garantizar que no siga su escalada. Identificamos al menos siete razones que alimentan el recorrido del dólar: 1) la monetización acelerada del déficit fiscal; 2) tasas de interés en pesos fuertemente negativas en términos reales; 3) la incertidumbre en torno al noveno default de la historia argentina; 4) la menor efectividad del cepo actual y la dinámica de las reservas; 5) la pérdida de competitividad cambiaria; 6) la pésima posición técnica en bonos en pesos; y 7) la falta de brújula económica”.