Los técnicos liderados por Roberto Cardarelli estarán en Buenos Aires a mediados de mes. Los funcionarios de Mauricio Macri piden la posibilidad de mayor discrecionalidad, pero el organismo se muestra reticente. Evalúan también recompra de bonos
Las negociaciones no se detienen: de manera diaria los funcionarios del Gobierno de Mauricio Macri discuten con el Fondo Monetario Internacional cómo ir readaptando el programa aprobado el año pasado para la Argentina. En concreto: quieren disponer de mayor discrecionalidad en el manejo del mercado. Más teniendo en cuenta la elevada volatilidad en de los últimos días y con el fantasma presente de lo que pueda venir en los próximos meses, en pleno contexto de elecciones presidenciales.
En ese contexto, según pudo saber El Cronista, los técnicos del FMI ya están -una vez más- preparando sus valijas para venir a Buenos Aires: a mediados de mayo el equipo liderado por el italiano Roberto Cardarelli estará en el país para auditar la evolución de las variables prometidas y, también, avanzar con la discusiones cara a cara con los titulares del Banco Central, Guido Sandleris, y con el del Ministerio de Hacienda, Nicolás Dujovne.
«Con el FMI se habla todo el tiempo. De hecho, la decisión de dejar fijo el techo de la banda $ 51,45 pasó por un millón de iteraciones antes», aseguró una fuente del Gobierno. «Es un programa de alta volatilidad, se sabe. Ahora, cuál es la que se puede llegar a admitir y cuál es el equilibrio entre discrecionalidad y actuar, se evalúa de manera diaria», agregó.
El temor, en algún punto, se resume sobre cuánta intervención puede llegar a funcionar y que el mercado no sobrereaccione a alguna medida en particular. De hecho ejemplificaban desde el Gobierno qué pasaría si la decisión era intervenir cuando el dólar se moviera más de un 2% en una jornada. «Al segundo día el mercado estaría testeando. No es nada fácil», aseguró. También este temor se contagia en la posibilidad de recomprar bonos por parte del Estado.
En ese aspecto, dentro de Hacienda comparten la visión del mercado de que comprar bonos a los precios actuales sería una buena opción, pero la cuestión es que hay que tener fondos para hacerlo. «Es un negocio extraordinario, hay consenso sobre eso, pero el dinero es un recurso escaso», señalaron desde el Gobierno sobre este aspecto.
Aún en el caso de hacerlo, subyace también en los pasillos oficiales el temor de si el mercado, de todos modos, puede considerar insuficiente volcar determinada cantidad de fondos a recomprar títulos.
La semana pasada la ANSeS había comprado algunos títulos de corto plazo y, en el mercado, crece el rumor de si el Banco Nación podría hacer su parte también. La intención es dar vueltas el mal humor y frenar el alza del riesgo país. «El banco no tiene un exceso de liquidez para hacerlo. Los recursos los tiene optimizados, están todos colocados», aseguraron.
Si bien desde el Fondo Monetario en toda ocasión posible resaltan que el programa stand-by acordado con Argentina a tres años es enteramente elaborado por los funcionarios argentinos, los límites son claros: más allá de la posición ideológica sobre el libre tipo de cambio, utilizar los dólares que presta el organismo para frenar una corrida y que se esfumen y terminen en los colchones del país es lo que no quieren que suceda. Por eso es la negativa a intervenir en el mercado de cambios.
Si bien para que llegue la nueva misión del FMI a mediados de mayo faltan varios días aún, las conversaciones con el organismo se dan de manera diaria. Los cambios más profundos, como decidir vender los u$s 9600 millones hasta fin de año con los u$s 60 millones diarios, se van debatiendo pero la decisión termina siendo en nivel puramente político: es decir, entre la directora gerente del organismo, Christine Lagarde, junto a Dujovne y Sandleris.