El BCRA logró sumar reservas en diciembre, pero dos consultoras estimaron en sendos informes que sin desembolsos de organismos internacionales, el Gobierno tendrá menos posibilidades de controlar la divisa en un año electoral, como ocurrió en 2013 y 2015.
Una brecha entre el dólar oficial y el paralelo 60 puntos porcentuales más acotada que hace tres meses y compras de divisas récord del Banco Central durante diciembre permitieron en el inicio del 2021 una calma cambiaria que disminuyó -pero no eliminó- las expectativas de devaluación, mientras el BCRA aprovecha para aumentar sus reservas. La situación favorable, de todas formas, tiene riesgos hacia futuro, según estimaron consultoras privadas.
La semana pasada, con compras netas por unos USD 500 millones en la semana, la autoridad monetaria se hizo de las divisas que ingresaron al país por la cosecha de trigo, que se sumaron a exportaciones remanentes de soja y maíz, para aprovechar los precios internacionales más elevados desde 2014. De esta manera, el Central consiguió sumar el monto semanal de divisas más elevado en un año, desde los USD 539 millones que había logrado comprar entre el 6 y el 10 de enero del año pasado.
Si continuara a este ritmo, las compras de reservas del BCRA superarían los USD 608 millones de diciembre y podrían aproximarse otra vez a los USD 40.000 millones después de dos meses y medio.
Según análisis de economistas, la situación es más favorable que hace tres meses, cuando las presiones cambiarias llevaron a las cotizaciones paralelas a casi 200 pesos -en el caso del dólar blue- y a la brecha a casi 130% señaló en un informe reciente la consultora PxQ, del ex viceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis. “Pocos apostaban a que el Gobierno pudiese evitar una devaluación. Más bien la discusión era cuándo sucedería y de cuánto sería el salto del tipo de cambio”, recordó, para describir cómo era la situación a fines de octubre.
“El Plan Guzmán implementado a fines de octubre, en combinación con un contexto internacional que se volvió favorable para las economías emergentes tras el triunfo de Joe Biden en las elecciones de EE.UU. y con el avance en las fases de prueba de las diferentes vacunas contra el COVID-19, revirtió la situación cambiaria”, continuó.
Hacia futuro, la consultora identificó dos posibilidades: que el BCRA evite una devaluación “por las buenas” o “por las malas”. La primera opción “requiere de un cierre del programa financiero y de las cuentas externas”. Pero es una opción con ciertos requerimientos. “El ingreso de ‘fondos frescos’ en el marco de un nuevo acuerdo con el FMI le daría sustento a este escenario. Dado que el acceso al mercado internacional todavía luce lejano, solicitar un desembolso al FMI en el marco del nuevo programa y aumentar los desembolsos de Organismos Internacionales puede ser una salida alternativa para el Gobierno”, consideró el estudio.
“Si esto se combina con un aumento de los ingresos públicos y una reducción del gasto en el margen, el programa financiero cerraría de forma que sea consistente con un escenario de crecimiento del PIB y sin poner presión sobre la nominalidad de la economía”, dijo la consultora del ex funcionario del Gobierno de Cristina Kirchner. Además, agregó, “con una brecha más acotada el ingreso de divisas por la cosecha podría darle aire al Gobierno para no seguir aumentando los controles sobre las importaciones (con su consecuente impacto sobre el crecimiento)”.
Como contracara, “en un escenario en el cual el cierre financiero se diera sin un correlato en las cuentas externas el aumento de la brecha podría volver y con ella la presión sobre el mercado cambiario oficial”, refirió Álvarez Agis. “Aún en este contexto el Gobierno podría llegar a octubre sin un salto discreto en el tipo de cambio oficial por ‘las malas’, es decir, a través de un mayor ajuste del esquema de control de cambios, una estrategia que tendrá efectos sobre la brecha y la dinámica del balance comercial”, concluyó.
En ese sentido, un informe publicado este domingo por Ecolatina afirma que “de la misma forma que en 2013 y en 2015, el mercado cambiario entró al año electoral con cepo: un férreo control a la compra de dólares que es una tentación constante para abaratar a la divisa”. Sin embargo, prosigue, “la situación de las Reservas netas es muy diferente: mientras que al comienzo de 2013 y 2015 las mismas superaban ampliamente los USD 10.000 millones, al momento están en la zona de USD 5.000 millones. En consecuencia, la capacidad que tiene el Banco Central para enfrentar una corrida cambiaria también es menor”.
“En sentido contrario, luego de los sucesivos saltos de 2018 y 2019 y de un 2020 donde el dólar oficial subió en línea con la inflación, el tipo de cambio no está atrasado al comienzo del 2021. Por lo tanto, las necesidades de una corrección por este lado son menores. No obstante, mientras haya expectativas de devaluación y presiones cambiarias, será difícil sostener la paridad oficial”, advierte el informe de la consultora fundada por el exministro Roberto Lavagna.
Una brecha cambiaria elevada, además de tener un impacto en las expectativas de devaluación, tiene un correlato en el nivel de recuperación de la actividad. “En la actualidad (la brecha) se ubica en torno al 70%, un valor que complica el normal funcionamiento del aparato productivo”, dice la consultora.
El informe concluye señalando que la actual distancia entre el dólar oficial y el paralelo no afecta solo a las operaciones financieras y de ahorro, sino también a algunas operaciones comerciales, de modo que su impacto sobre la actividad económica es mayor. Una brecha más alta implica mayores presiones cambiarias, en tanto vuelve más rentable la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones. En consecuencia, las posibilidades de atrasar -con éxito- al tipo de cambio son menores que en 2013 y 2015″.