La cobertura cambiaria de fin de agosto se ubica 20% por encima del nivel de julio. El BCRA mantiene un ritmo devaluatorio que se mantiene levemente por debajo de la inflación mensual, pero la sospecha es que no tendrá otro remedio que acelerarlo ante la escasez de reservas
Sergio Massa se impuso evitar un ajuste brusco del tipo de cambio durante su gestión, aún en los momentos de mayor presión sobre los dólares financieros. Sin embargo, los inversores creen que este “gradualismo” podría tener un punto de inflexión luego de las PASO. Los contratos de dólar futuro que se operan en el Rofex muestran un fuerte salto para fin de agosto, que rompe con la lógica de la suba suave y controlada que se viene llevando adelante hasta ahora.
Las PASO tendrán lugar el 13 de agosto. Y para asegurarse un valor de dólar oficial a fin de ese mes, hay inversores que están dispuestos a pagar un precio de $ 348. Este valor representa un salto de nada menos que 19% respecto al cierre previsto del mes anterior, de $ 292. Es un salto significativo, teniendo en cuenta que los aumentos previstos en los contratos a futuro del dólar muestran un ritmo de incremento cercano al 10% por mes.
Ayer el dólar mayorista finalizó a $ 228, mientras que los dólares financieros permanecieron relativamente estables. La brecha cayó desde el pico que tocó hace dos semanas pero igual continúa en torno al 90%.
El fuerte ajuste de agosto en los futuros revela que no se espera una mega devaluación, pero sí claramente que sobrevendrá un ajuste cambiario más significativo una vez que hayan pasado las elecciones primarias.
Este supuesto quizás choque con el interés que tendrá el gobierno en ese momento para seguir siendo competitivo de cara a las elecciones generales. En cambio, un salto devaluatorio provocaría seguramente un aumento adicional de la inflación, lo que iría en contra de las propias posibilidades del oficialismo de mantenerse en el poder.
Posiblemente la expectativa de un ajuste adicional del tipo de cambio provenga del recuerdo de lo sucedido en 2019, cuando la victoria aplastante de Alberto Fernández en las PASO generó un fuerte aumento del dólar, que de un día para el otro saltó de $ 45 a $ 60. El regreso del kirchnerismo generó entonces una ola de pesimismo que se reflejó en un salto cambiario y la caída récord en los precios de las acciones. Sin embargo, en aquel entonces no había cepo y el impacto sobre el tipo de cambio resultó inmediato.
Otro motivo posiblemente más racional que puede justificar un salto cambiario tenga que ver con el nulo nivel de reservas netas del Banco Central, lo que quita capacidad de intervención. Por eso, será clave seguir en las próximas semanas la negociación con el FMI, incluyendo el pedido para que el organismo desembolse USD 10.000 millones más rápido, con el objetivo de recomponer el stock de dólares del BCRA. Sin embargo, la sensación es que este pedido puede demorar un tiempo prolongado para suceder, si es que ocurre.
El ritmo de ajuste cambiario previsto en el Rofex está alineado, en definitiva, con la suba de la tasa de interés doméstica. Es por eso que a fin de 2023, el contrato de futuro de dólar llega a $ 548, lo que implica una tasa anualizada de 140%, que es exactamente la misma que ofrecen hoy los plazos fijos (a través de la tasa efectiva, que implica la reinversión todos los meses de los intereses).
En abril, el ajuste del dólar oficial fue de apenas 6,5%, contra una inflación que habría superado cómodamente el 7,5%. Sin embargo, el Gobierno se comprometió ante el FMI a ajustar el tipo de cambio para no perderle pisada a la inflación, algo que está ocurriendo solo parcialmente.
Por otra parte, en la última revisión de metas de marzo, el propio informe del staff del FMI estimó que el dólar oficial tiene un atraso de al menos 20%. La estimación se habría quedado muy corta si se tiene en cuenta que la brecha cambiaria es de casi 90%.