En épocas de vacas gordas y flacas, siempre hubo fuga de capitales. Cualquier gobierno moriría por seducir un retorno. Pero por algo se fueron.
Días atrás el titular del BCRA, Miguel Pesce, se refirió, quizás con cierta nostalgia, a la necesidad de contar con los u$s170.000 millones que los argentinos atesoran. Más allá del dato duro, lo que implícitamente vuelve a plantear es la idea, remanida, de que los argentinos vendan y/o inviertan los dólares que tienen “encanutados”. La estrategia del “des-canuto” ya la intentó, sin éxito, el gobierno de Macri. Claro que hubo algunos presidentes que disfrutaron de episodios de cierta bonanza, cuando los ahorristas repatriaron divisas, atraídos por un peso muy depreciado o por un boom de confianza. Pero todo muy coyuntural. Lo cierto es que los argentinos que han ahorrado en dólares fuera del sistema, por algo lo hicieron. Y si ese “por algo” hoy en día persiste es difícil pensar que, voluntariamente, vayan a cumplir el deseo oficial de desarmar el “canuto”.
Desde el colapso de la convertibilidad el atesoramiento suma casi u$s196.000 millones. De modo que no ha sido un proceso inherente al gobierno anterior. En la gestión de Néstor Kirchner la “Formación de activos externos” sumó u$s17.250 millones y eran épocas de vacas gordas. Luego en la gestión de Cristina Fernández se elevó a nada menos que u$s84.909 millones de los cuales u$s70.135 millones corresponden al segundo mandato. Y como Macri no quiso quedarse atrás, en su gobierno el atesoramiento llegó a u$s86.193 millones. De modo que la “fuga” no es propia de un gobierno sino como suele señalar el economista Miguel Broda es “un deporte nacional”. Claro que no hay que confundir flujos con stocks a la hora de pensar en el “canuto nacional”. Porque seguramente muchos de esos dólares ya se gastaron en viajes, consumos, inversiones y otras yerbas. Ahora bien, si en la primera mitad del gobierno de Macri se “fueron” más de u$s32.000 millones cuando parecía que desbordaba la confianza y el oficialismo triunfaba escandalosamente en los comicios de medio término cabe plantearse entonces porqué el sector privado armaba más canuto. ¿Era por el dólar “barato” o porque la confianza no era tal? Cada cual tendrá su interpretación. Pero no hay duda que cualquier gobierno, sea del sesgo que fuera, moriría porque una porción del canuto volviera a circular en la economía. Pueden haber coyunturas en las que por alguna razón ha convenido descanutar “trayendo” dólares, venderlos en el paralelo, para comprar algún bien durable o hacer alguna operación inmobiliaria, pero no se trata de esto. El solo hecho de imaginar que cada año se va desarmando un 10% del canuto y eso se canaliza en gasto o inversión en el país, da una idea de lo que se está perdiendo la economía pero también es una llamada de atención a los hacedores de las políticas.
A diferencia de, por ejemplo, España, Italia o Grecia, Argentina no tiene ningún sostén financiero. Ya que ni la Fed ni el Tesoro de EE.UU. son el BCE ni hacen en la región lo que hace Alemania por Europa. El BCE vienen comprando deuda soberana europea por billones de euros. Mientras la UE (por consenso francogermano) lanzaron un megapaquete de ayuda fiscal (subsidios y préstamos). La Argentina lo único que tiene al alcance es el FMI, y solo para poder pagarle la deuda al organismo. Pero tampoco dispone de grandes inversores institucionales, como los que alardean los Secretarios de Finanzas cuando colocan deuda en los mercados internacionales. Como si tiene Chile o Brasil. Argentina ya no tiene los fondos de pensiones como los chilenos. ¡Qué distinto hubiera sido para el Gobierno de Fernandez haber atravesado la pandemia pudiendo recurrir a que los trabajadores retiraran un porcentaje de sus ahorros previsionales en lugar de auxiliar con IFE y ATP! En Chile, el Congreso autorizó un retiro de hasta el 10% de lo ahorrado en las AFP. Esto representa cerca de u$s17.000 millones. Las AFP hoy gestionan una cartera de inversiones de u$s190.000 millones, esto representa cinco veces las reservas internacionales del banco central. Resta imaginar lo que sería para Argentina si hoy tuviera, con sus pros y contras, a las AFJP. Esto solo viene a cuento de que a veces hay decisiones -coyunturales- de política que son “pan para hoy y hambre para mañana”. Por eso se reiteran viejas estrategias en pos de que la gente desarme el “canuto”. Las zanahorias ya no crecen acá.