Si la diferencia entre Alberto Fernández y Mauricio Macri supera ese porcentaje (y se acerca al 42%), los operadores financieros locales y extranjeros entenderán que la reelección entra en un serio sendero de dudas.
Para el mercado, el límite es 4%. Si la diferencia entre Alberto Fernández y Mauricio Macri supera ese porcentaje (y se acerca al 42%), los operadores financieros locales y extranjeros entenderán que la reelección entra en un serio sendero de dudas. Si el porcentaje de diferencia es menor a ese nivel (o si el candidato opositor no logra superar el 40%), se interpretará que Macri salió en parte fortalecido y que tendrá algo más de aire para manejar la actual etapa de la crisis económica y encarar con cierto optimismo el tramo final de la campaña electoral. De lo que se está seguro en el Gobierno, es que cualquiera sea el resultado, los que vienen no son tiempos tranquilos; y que, por el contrario, desde el Banco Central habrá que fortalecer las herramientas de defensa y ataque para sostener el tipo de cambio dentro de los límites razonables como para poder sostener una candidatura cambiariamente competitiva.
El análisis de los agentes económicos tiene fecha de vencimiento, y se concentra en los 53 días de operaciones en el mercado de capitales argentino, hasta las elecciones del 27 de octubre. O, más específicamente, en como manejará la coyuntura económica y financiera desde el próximo lunes. Lo que no podrá esperar el equipo económico luego del lunes (salvo que obtenga una victoria, hasta ayer, impensada en los números que se manejan en las encuestas de ambos bandos), son decisiones de inversión en el mercado de capitales (especialmente el financiero) que excedan las renovaciones en las apuestas más allá de diciembre y más allá del ritmo de subas y renovaciones de las Leliq. En este sentido, este diario mencionó ayer el panorama complicado de renovaciones de Letras del tesoro en dólares (Letes) y en pesos (Lercap, Lecer y Lelink), definidas como “la verdadera espada de Damocles” sobre el Tesoro y el BCRA; y que se convertirán en un serio y difícil termómetro de la gestión del equipo económico en el proceso preelectoral que se inaugura el lunes. Se estima que en total serán unos u$s12.000 millones los que el Gobierno deberá renovar a tasas razonables y en el mayor porcentaje posible, comenzando por el vencimiento de unos u$s6.930 millones ya en septiembre. La tasa de interés que se pague por estas renovaciones será un termómetro artesanalmente calibrado para medir el verdadero análisis que los mercados hagan del resultado de las PASO y de la campaña hacia octubre.
Entre el próximo lunes 12 y el viernes 25 de octubre surgirán varios hechos que determinarán, en parte, la suerte del Gobierno hasta la elección presidencial; al menos en la primera vuelta: se conocerán los datos de la inflación del período julio- septiembre del 2019, donde hay probabilidades ciertas de una mayor presión sobre los precios; difícilmente haya datos de la economía real que ayuden a los candidatos del oficialismo a que el votante crea que se vive una reactivación seria y clara. En el primer caso, deberá resolver el Gobierno si libera (aunque sea en parte) los precios de los combustibles y de las tarifas de los servicios públicos, artificialmente contenidos desde mayo pasado; cuando desde el oficialismo se resolvió comenzar a intervenir en los mercados internos para mejorar las perspectivas económicas electorales adversas. Se sabe que hubo un pacto de caballeros entre el Gobierno y las petroleras para que cada vez el incremento en las naftas sea sólo simbólico y nunca supere el límite crítico del 5%, porcentaje a partir del cual comienza a reflejarse en los niveles de precios. En el caso de los servicios públicos, la decisión tomada antes de las Pascuas fue la de suspender los incrementos en electricidad, gas y agua hasta fin de diciembre. En promedio, están congeladas subas de entre el 15 y 30% (dependiendo del servicio), las que en teoría deberían aplicarse sin anestesia a partir del último mes del 2019. También deberá controlar de cerca el Gobierno, ya en agosto, si la suba de la cotización del dólar por sobre los $45 comienza a trasladarse a precios. La visión oficial es que la estructura de costos de la economía argentina está valuada en ese nivel; y que el alza de las últimas semanas podría traer problemas desde la segunda quincena del mes.
En el caso de la economía real, la visión oficial es menos expectante. Las esperanzas están puestas en que se mantengan los fuertes porcentajes del campo, que la balanza comercial se sostenga superavitaria en unos u$s1.000 millones mensuales de piso y en que algún que otro sector comience a acompañar los números azules de la actividad primaria.
Fuente: https://www.ambito.com/el-dolar-la-inflacion-y-el-teorema-del-4-n5047609