El peso se depreció 9% en cinco ruedas y superó los $ 47. Analistas coinciden en que el problema es político. El mayorista superó el centro de la zona de no intervención
El mercado había advertido que en año electoral el peso iba a depreciarse, producto de la dolarización típica que se da en la Argentina antes de cada comicio. Sin embargo, solo en los peores pronósticos se esperaba que el dólar avanzara con tanta virulencia como para superar el medio de la zona de no intervención, aún antes de que se conozcan los candidatos y con un largo camino hasta octubre.
El último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que elabora el BCRA se quedó corto en cuanto a previsiones. En lo que respecta a la proyección del tipo de cambio nominal, si bien los analistas modificaron su pronóstico al alza ya que esperaban un valor promedio de $ 43,20 por dólar (+$ 2,7 por dólar respecto del REM previo) para abril, hasta un valor en diciembre de 2019 de $50 por dólar (+$ 2 por dólar que en la encuesta previa).
La semana pasada el billete avanzó casi 9%, superó los $ 47 y volvió a encender las señales de alerta del Gobierno. A ello se sumaron otros indicadores en rojo como un riesgo país por encima de los 1000 puntos -récord para la era Macri- y seguros contra default con un avance de hasta el 24% en el plazo a dos años, lo que demostró que los inversores ven a la Argentina como una zona con demasiada turbulencia. La tasa de interés escaló hasta el 72%, a poco del récord de 73,52%.
La semana comienza contagiada por las turbulencias de las últimas ruedas, con un dólar que por primera vez superó el centro de la zona de no intervención y con el temor a que siga acercándose al techo de esas bandas, hoy congelado en los $ 51,44.
Consultados por El Cronista, analistas y operadores coincidieron que el factor fin de mes ya de por si le pondrá presión a los mercados. A ello se sumarán las medidas de fuerza a las que el sector bancario se sumará el martes, lo que también afectará a los puertos en tiempos de liquidación de divisas. El miércoles tampoco habrá actividad por el feriado del Día del Trabajador, por lo que habrá que seguir de cerca como operarán los activos argentinos en el exterior.
«Está muy frágil todo», graficó Mateo Reschini analista de Mercados de LBO, quien reconoció que el malestar respecto a la Argentina ya tiene una pata política, a lo que sumó el mal dato de inflación de marzo y las proyecciones de un abril que no parece venir mejor en materia de precios. «Hay una cuestión política sobre cuál va a ser el próximo modelo de país, si va a haber reestructuraciones, si van a ser forzadas o voluntarias», mientras que en abril la inflación «puede dar un número mejor» aunque el mercado ya descarta «que no bien».
Emilse Córdoba, directora de Bell Investments pronosticó «una semana de alta volatilidad, tal vez calmándose por las fuertes intervenciones del Banco Central en el mercado de cambios y la Anses en bonos estabilizando los precios».
«No estamos viendo una reversión importante en las tendencias, pero si una estabilización de precios en estos niveles que llevarían a calmar a los inversores, que es lo que necesita el mercado después de todo, un poco de calma», planteó.
Córdoba advirtió que «para octubre falta bastante, Argentina tiene muchos recursos y herramientas para encaminar esta crisis, y hay cosas positivas también. Hay que aprovechar las oportunidades para tratar de posicionarse y conseguir buenas rentabilidades en las carteras de los clientes. El Gobierno está haciendo las cosas bien, pero tarde, y los precios de los activos reflejan esa falta de timming».
Mauro Mazza de Bull Market Brokers sostuvo que la licitación de Lecap del jueves «dejó un poco de daño, no renovaron la renta».
«Nos está liquidando todas las posiciones de deuda en pesos que desde afuera no renuevan y se está volviendo jodido que el mercado de deuda en pesos genere cada vez menos renovaciones de afuera y se vayan», opinó y recordó que el 10 de mayo próximo es la próxima licitación de Lecap.
Francisco Barberis Bosch, economista y director del Cemupro coincidió en que «la inestabilidad va a seguir, porque es el único resultado posible del esquema de funcionamiento de la política económica actual, que contempla bandas de no intervención con 29% de posibilidad de devaluación entre piso y techo, y pocas herramientas restantes para intervenir, todas ellas indirectas: tasas, dólar futuro, sin contar operaciones a través de otras entidades, que a priori no tienen ese rol, como los bancos públicos y la Anses. Eso en un contexto de creciente dolarización y fuga de capitales».
«A esta inestabilidad cambiaria se le agrega la incertidumbre electoral: a medida que se acerquen las elecciones y aumente la incertidumbre electoral, lo esperable es que aumente la volatilidad, ya que la dolarización siempre se acentúa en años electorales. La incertidumbre política acentúa la incertidumbre económica, y ésta (corridas cambiarias mediante) altera el humor social y de los mercados, retroalimentando la incertidumbre política. Se conformó un círculo vicioso complejo entre la dimensión política y la económica», agregó en el informe semanal de la entidad.
Indicó que «dado que para contener al dólar se están usando los bancos públicos y la Anses, lo mejor sería que el acuerdo con el FMI se flexibilice en ese punto para permitirle al BCRA intervenir directamente».