Hoy el dólar abre 55 centavos por debajo del piso de la zona de no intervención cambiaria que sostiene el Banco Central desde octubre pasado. Cerró el viernes a $ 36,90 para la venta en el mayorista. Por fuera de la banda, la autoridad monetaria tiene derecho a emitir pesos para comprar reservas. La semana pasada compró u$s 60 millones. Así, vuelca pesos a la calle. La tasa volvió, lento, a bajar
Con un dólar por debajo de la zona de no intervención cambiaria, la ansiada baja de tasas puede empezar a acelerarse.
El viernes el dólar mayorista cerró en $ 36,90 para la venta, casi 48 centavos por debajo del piso de la zona de no intervención cambiaria (ZNI) de ese día y, dado el movimiento diario hacia arriba de esa banda, 55 centavos abajo de su nivel de hoy.
La novedad de un tipo de cambio cayéndose del canal que le impuso el esquema monetario establecido el 1° de octubre pasado ya disparó compras del Banco Central (BCRA) en las dos últimas ruedas de la semana pasada por un total de u$s 60 millones que significaron una expansión monetaria de $ 2230 millones.
El mercado de pesos acompañó las compras de la entidad conducida por Guido Sandleris con una muy leve baja de tasa de referencia que, aunque pequeña, resultó significativa porque implicó que el rendimiento de las Leliq abandonara una meseta que databa del 6 de diciembre pasado. La licitación del viernes de Leliq se cerró a una tasa de corte promedio de 58,11%, más de un punto porcentual por debajo del 59,28% al que había quedado una semana antes. Poco, pero algo si se tiene en cuenta que en las cuatro semanas previas había pasado de 59,01% y 59,44%.
«La tasa es endógena, pero en el margen el BCRA puede jugar un poquito, yo creo que está siendo prudente para asegurarse que la baja de tasa sea sostenida y no tener que volver a subirla después, lo mismo al no comprar todos los dólares que puede», dijo Gabriel Caamaño de Consultora Ledesma.
Desde octubre el BCRA persigue un objetivo de agregados monetarios, el famoso «emisión cero» que -con correcciones estacionales- trata de que no crezca la base monetaria (la cantidad de dinero existente, o al menos una de las formas de medirla).
El régimen de emisión cero, orientado entre otras cosas a frenar la corrida cambiaria y su traslado a precios al asfixiar al mercado de manera tal que no haya pesos disponibles para cambiar por dólares, estuvo diseñado con una «válvula de escape» para que las condiciones monetarias eventualmente se relajaran: si el dólar cae por debajo de la banda de flotación, el BCRA está autorizado a comprar dólares (no más de u$s 50 millones por día, y con una emisión monetaria de no más del 2% de su meta de base monetaria). Para ello, emite pesos más allá de su tope de base monetaria, hace crecer la cantidad de dinero y, a mayor oferta de dinero, cae su precio: la tasa.
La inyección de $ 2300 millones de los dos últimos días de la semana pasada difícilmente alcance para causar eso (el objetivo de base monetaria promedio para enero es $ 1,351 billón, la inyección supone el 0,17% de eso). Pero, en el margen, juega. Y en las expectativas más aún.
Encajes
Ese camino a la baja gradual de la tasa que el BCRA va a intentar recorrer en enero si el dólar acompaña tiene a su llegada otro factor de relajación de las condiciones monetarias, una normativa publicada el 20 de diciembre pasado, que hizo menos estricta a la normativa de encajes bancarios.
Durante las gestiones de Federico Sturzenegger y Luis Caputo al frente del BCRA, los encajes bancarios fueron utilizados para intentar calmar el desbande cambiario y monetario del año pasado. Los encajes son una porción de los depósitos que los bancos tienen que inmovilizar a un rendimiento cero, por ejemplo para enfrentar salidas de depósitos. Sin embargo, el año pasado se les echó mano como también como herramienta monetaria porque sacan de circulación dinero a costo cero y, aunque no achican la base monetaria porque forman parte de ella, en los hechos restan pesos que no pueden empujar al dólar ni cebar a los precios. Esos encajes se ablandan en febrero.
Algo técnica, la Comunicación A 6616, buscó incentivar que las entidades capten depósitos a plazos más largos (como ya se viene haciendo, al premiar con la posibilidad de invertir en Leliq pesos encajados que de otra forma rendirían cero). Pero en los hechos supone, además, una relajación.
«Nosotros estimamos que cuando se aplique la medida, los encajes no remunerados de los depósitos a plazo rondarán el 14% y la nueva medida establece 10%, lo que podría significar una liberación de pesos que podrían ir a circulante del orden de $ 50.000 millones permitiendo sobrellevar la meta de expansión de la base monetaria», explicaba la consultora Elypsis cuando se publicó la norma.
«Esos pesos que quedan libres de encajes pueden pasar a ser circulante o, si no hay demanda de dinero o crédito, ser colocados en Leliq», explicó Gabriel Zelpo de Elypsis. «Si van a Leliq, el BCRA va a tener más demanda por sus activos, lo que posiblemente le posibilitaría bajar la tasa, y si no buenísimo, es que crece la demanda de dinero», concluyó.