Se ubicó en $183 y acumuló un aumento de 143% en lo que va de 2020. También se disparó el contado con liqui, ahora en $176
Las cotizaciones del dólar fuera del control de cambios alcanzaron ayer nuevos máximos, en un clima de incertidumbre sobre el futuro de la economía argentina que no pudo revertirse con una serie de medidas aplicadas por el Gobierno en el último mes y medio.
Los analistas advierten que la falta de un sendero de reducción del déficit fiscal alimenta las expectativas de más inflación y devaluación en el corto plazo, reflejada en los tipos de cambio implícitos, y reclaman políticas de shock que se adelanten a los movimientos de los agentes financieros y permitan distender esta dinámica que llevó al dólar libre a los 183 pesos, con una brecha respecto del oficial mayorista del 135 por ciento.
Cuatro factores recientes pueden identificarse detrás del comportamiento volátil de las variables financieras:
1) Medidas insuficientes
Entre otras iniciativas, esta semana se resolvió reducir a tres días el plazo de permanencia o “parking” para la venta de títulos valores con liquidación o vía dólar MEP o Cable efectuada por personas humanas y jurídicas o que realizan una transferencia emisora desde su liquidación en el agente de depósito colectivo. Al facilitar el acceso a divisas por esta vía bursátil, hoy a un tipo de cambio de $176 para el contado con liquidación y de $168 en el MEP, se apuntaba a distender la presión de la demanda sobre el mercado oficial.
Amílcar Collante, economista de CeSur (Centro de Estudios Económicos del Sur) describió como “un clima de desconfianza extrema” el que atraviesa el mercado financiero, después de “lo que parecía un empoderamiento del ministro de Economía, Martín Guzmán, con súper cepo del 15 de septiembre, que había dejado relegado al presidente del BCRA, Miguel Pesce. Pero el mercado tomo a aquellas medidas -aplicación de 35% sobre la venta de dólar ‘ahorro’ como adelanto de Ganancias y restricción del acceso de empresas a divisas para cancelar deuda- como paliativos homeopáticos, frente a una crisis con 130% de brecha y las luces del tablero de la crisis en rojo”.
El economista Gustavo Ber refirió a Infobae que “los inversores no están tomando que estas medidas resulten suficientes, más allá que el sentido puede ser correcto. Actúan más que nada como paliativos y no una solución para restablecer las condiciones para que la confianza vuelva a escena y de esa manera lograrse un equilibrio en el mercado cambiario”.
En las últimas dos ruedas no se cumplió el objetivo oficial de frenar una escalada de los dólares que se negocian fuera del cepo. Al contrario, éstos treparon a nuevos máximos. “Nadie quiere pesos, todos están obsesionados por la suba del dólar, las empresas anuncian que se retiran, y los que pueden y se animan revolotean como los teros anunciando que se van, que esto no da para más. Tampoco la Bolsa quiere pesos, los transforma en activos financieros, que comienzan a evaluarse al valor dólar y es como se inicia la salida de la Bolsa, que se despega de la crisis en los momentos más oscuros y sin noticia alguna”, explicó Jorge Fedio, analista de Clave Bursátil.
2) Crece el agujero fiscal
Una señal negativa de las últimas horas fue el incremento del déficit fiscal en septiembre, después de dos meses de sendero declinante. El enorme salto del déficit fiscal el mes pasado abona la expectativa de una aceleración de la emisión monetaria hacia fin de año y también para 2021, hoy el principal canal para financiar al sector público.
Esta asociación es causal, pues la emisión de pesos sin respaldo del BCRA, por giros al Tesoro a través de Adelantos Transitorios y Transferencia de Utilidades, alcanzó en doce meses unos $2.085.500 millones ($2,1 billones), equivalentes a más de USD 30.000 millones o un 8% del PBI, una cifra prácticamente idéntica al rojo de las cuentas púbicas del período.
El déficit fiscal primario creció el mes pasado a $167.182 millones (USD 2.020 millones al tipo de cambio mayorista), en medio de los efectos de la pandemia de la Covid-19 en la economía, mientras se atraviesa el pico de contagios y de decesos. El déficit primario del noveno mes del año implica un salto del 559% en relación al resultado negativo por $25.368 millones (USD 306,5 millones) verificado en septiembre de 2019. Y en la comparación con el déficit de agosto de 2020, el resultado de septiembre mostró un incremento nominal del 86,7%, casi el doble.
Collante puntualizó a Infobae que «los agentes económicos quieren saber cuál es el sendero fiscal. El déficit de septiembre aceleró el gasto público y amplió la brecha fiscal que se venía cerrando paulatinamente en meses anteriores, después del pico de abril. Una emisión monetaria mayor en este contexto va a desequilibrar la macroeconomía y no sabemos a dónde se va a ir la brecha ni la inflación”.
Iván Cachanosky, economista en jefe de la Fundación Libertad y Progreso, consideró “posible que algunas de las medidas que toman traigan alguna tranquilidad coyuntural, pero sólo permitirán ganar tiempo. La única forma de evitar llegar a una crisis es resolver los problemas de fondo de la Argentina y avanzar en las reformas estructurales que hace décadas están pendientes”.
En tanto, Gustavo Ber apuntó que «persiste una elevada incertidumbre económica, con epicentro en los desequilibrios fiscales y monetarios, y las implicancias que eso tiene en términos de expansión monetaria pasada y futura para este año y también para el próximo según las proyecciones del Presupuesto 2021”.
3) No ingresan dólares
Debido a las ventas que efectúa el Banco Central en el mercado mayorista y también a la salida de depósitos en dólares, entre otros factores, en el último año las reservas internacionales disminuyeron cerca de USD 2.700 millones (-6%) y ahora, más cerca de los USD 40.000 millones en términos brutos, alcanzan el nivel más bajo desde enero de 2017.
Collante advirtió que «el BCRA tiene muy pocas reservas liquidas, unos USD 5.000 millones, y eso no es un poder de fuego que pueda estabilizar la situación. En un clima de crisis del mercado, el Gobierno debería sobre reaccionar, pero con una suba de tasa muy gradual y con estos sucesos están corriendo a los problemas desde atrás”. El economista de CeSur añadió que «puede ayudar el aporte de algún ‘colchón’ de dólares que estabilice las brechas, quizás por el lado de ingreso por ventas de los sojeros o la ejecución del swap de monedas con China, pero es un contexto de ‘sábana corta’ y con poco margen de tiempo”.
Ber comentó que “esta dinámica puede encontrar un espacio de mayor calma con nuevas medidas cambiarias que vayan poco a poco reconociendo que estas mini-medidas no están siendo funcionales y que se va a requerir una cirugía mayor, como antesala de un desdoblamiento cambiario posiblemente, como preanuncio de una devaluación, en caso de no encontrar coto y seguir el drenaje de reservas, producto de las intervenciones del Banco Central como la salida de depósitos, que van retroalimentando el círculo vicioso”.
4) Desgaste político
Este factor es más difícil de ponderar, aunque el efecto de las políticas oficiales sobre los distintos segmentos del mercado financiero pierden fuerza mientras se extiende la debacle de la actividad económica, en el marco de siete meses de medidas de aislamiento poco eficaces para detener el avance del coronavirus.
“Se creía que iba a ser una semana más tranquila por el respaldo del FMI a las iniciativas del Gobierno, pero se está desgastando el equipo económico, falta una oxigenación para quienes llevan a cabo las medidas y también algo más de políticas shock, que podrían aplicarse en un contexto con salarios planchados y el aislamiento por el Covid-19, algo que no espere el mercado y implique un shock de expectativas, como el ingreso de dólares frescos, incentivos para más liquidaciones del campo o achicar las proyecciones de déficit fiscal, porque si no va a ser una devaluación desordenada sin un ancla. Y en ese caso, no sabemos a dónde va a terminar la desindexación que se está dando de facto por la pandemia y por una demanda de dinero forzada, porque la gente no puede retirar los pesos de los bancos”, describió Collante.
Ber subrayó que “los ruidos políticos no contribuyen en nada con respecto a un clima de mayor calma, con lo cual la dinámica sigue siendo muy negativa tanto desde el punto de vista de las tensiones cambiarias como desde la evolución de los activos financieros, que están desacoplados de cualquier respiro que llegue del norte y que demuestra que hay una gran crisis de confianza entre los inversores y que prevalecen los agresivos desarmes de posiciones de fondos del exterior”.
El titular del Estudio Ber recomendó la búsqueda de “un acuerdo político que lleve mayor calma a una condición de extrema inestabilidad, así como también un acuerdo y un consenso con el FMI respecto de los mecanismos y herramientas para evitar una mayor divergencia de estos desequilibrios, y apuntar a una convergencia lo antes posible respecto de los desequilibrios fiscales y la necesidad de financiamiento monetario, cada vez que hay más pesos y menos dólares que va retroalimentando este círculo de desconfianza”.