El mayor éxito del Gobierno en las últimas semanas de mayo y la primera de junio no ha sido que el dólar haya bajado o subido algunos centavos, sino su previsibilidad. Todos los movimientos diarios fueron cortos en esas semanas. Hubo ausencia de volatilidad y la satisfacción de los funcionarios no estuvo en la economía, sino en que esa estabilidad detuvo la caída del mandatario en las encuestas. De tener números adversos en casi todas ha pasado a estar en finales de cabeza a cabeza contra la fórmula Fernández-Fernández.
Por supuesto, el movimiento está sostenido de un hilo porque tuvo que absorber más de $100 mil millones de circulación. Por eso, a medida que se acerca la fecha de las elecciones todos están calculando cuántas reservas deberá sacrificar el Banco Central para impedir que el dólar se dispare.
No es una predicción catastrófica, sino lógica. En un final incierto, los bonos de la deuda en dólares y el peso se van a volver más vulnerables porque dejarán de ser refugio para los ahorristas e inversores.
Predecir una suba del dólar, una reducción de los depósitos en dólares y un alza de la divisa, está en la mente de todas las consultoras. Los cálculos de cuánto le puede costar al Banco Central soportar semejante presión compradora contra el dólar varían entre USD 4.500 millones a 9.000 millones. Si bien es una cifra disponible, deja absolutamente debilitado al próximo Gobierno que deberá pensar cómo reponer esos recursos y algo más, por un total que puede superar USD 20 mil millones para refinanciar la deuda que vence en 2020.
Tal vez la semana que comienza sea la última de paz cambiaria. Intentarán hacer un test emitiendo bonos en dólares, una parte de los cuales vencerá en la próxima gestión.
El lunes, cuando liciten los bonos a 105 y 217 días de plazo se encontrarán con dos escenarios. Deben renovar USD 1833 millones que vencen a lo largo de junio, pero una parte, USD 833 millones, vencen esta semana.
Así se entrará en una dimensión desconocida, porque las Letes más largas vencerán el 17 de enero. Las que emitió en mayo y vencen el 20 de diciembre ya están pagando entre 6 y 7% anual.
Por supuesto, la mayor concentración de ofertas estará en las Letes que vencen el 27 de setiembre próximo. La emisión anterior que se hizo en febrero pasado pagó 4,5% anual.
¿Un antecedente que sirve de ejemplo? Hay que remontarse a lo que sucedió hace una semana con las Letes que emitió en pesos. Las que vencen el 20 de febrero representaron solo 17% del monto ofrecido. Los inversores prefirieron en amplia mayoría las de más corto plazo.
La Argentina es un país partido en dos y lo seguirá siendo hasta fines de octubre.
El resultado de las elecciones es cara o seca. De acuerdo a quién siga en el poder los bonos en dólares, que hoy cotizan tan bajo que dan rendimientos de hasta 18%, pueden ser un gran negocio o un gran fracaso porque pueden terminar en default. Y las colocaciones largas en dólares pueden ser una gran ganancia o terminarán en una renta que se pagará en base a un dólar oficial.
El fantasma del default ronda y las encuestas no lo registran en su totalidad.
Esta semana será extraña. En Estados Unidos la expansión menor a la prevista pone contentos a los inversores de Wall Street porque acelera la esperada baja de las tasas de interés. Los accionistas vivieron la mejor temporada la semana pasada, después de un mes de fracasos. El clima mejoró cuando el presidente de la Reserva Federal insinuó una baja de tasas.
Pero Donald Trump sigue adelante. Los chinos amenazaron represalias contra las grandes empresas norteamericanas y México tiene suspendidos los gravámenes que les aplicarán a sus exportaciones.
La Argentina tendrá una situación complicada. Deberá luchar contra el presente y el futuro. El presente le dará señales con el precio del dólar día a día; el futuro, con el resultado de las licitaciones de Letras del Tesoro en dólares que vencen el 17 de enero próximo.
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