La divisa norteamericana se impuso en la pulseada con los depósitos y las acciones, en un marco de alta inflación. Pero el control de cambios y las brechas pueden quedarse con las ganancias
Al igual que en 2019, el dólar volvió a ser el ganador del convulsionado año financiero. No obstante, las nuevas reglas de juego que impone el control de cambios, con las consecuentes brechas en las cotizaciones, obliga a evitar conclusiones apresuradas.
El fiel de la balanza para determinar la eficacia de la inversión de los ahorros la marca la inflación. Las posturas que superan al avance generalizado de los precios ganan, las que quedan debajo pierden. La inflación acumulada en los últimos doce meses habría superado por algunas décimas el 54 por ciento.
¿Cómo le fue al ahorrista que invirtió $100.000 hace un año? Para hacer la comparación, Infobae tomó como base las inversiones minoristas más populares, como la compra de divisas y el plazo fijo, y una más sofisticada, como la compra de acciones, que de todos modos puede realizarse a través de una cuenta corriente en un banco sin gran dificultad.
La primera impresión es que el que apostó al dólar ganó. El billete verde subió en torno al 60% en 2019. Pero esa ganancia se transforma en un “empate agónico” cuando se descuenta el spread entre la compra y la venta por parte del ahorrista.
En el promedio de bancos la divisa al público terminó 2018 a $38,85 para la venta. Con $100.000 se hubieran adquirido USD 2.574.
El lunes pasado el billete verde cerró ofrecido a $62,99 (exceptuado el impuesto de 30% para atesoramiento), lo que implica un alza de 62,1% en un año. Pero quien quiera recuperar los pesos invertidos deberá entregarlos al banco al precio de compra minorista de $58,11, lo que convierte a los USD 2.574 en $149.575, es decir un 49,6% más que la inversión inicial, casi cinco puntos menos que la inflación del período.
Como es lógico, el recargo de 30% aplicado para la demanda de divisas desde el 26 de diciembre empujó hacia arriba a todas las cotizaciones alternativas, es decir aquellas no alcanzadas por el “cepo”. Y en ese sentido, es evidente la conveniencia de hacerse de pesos por esta vía.
“Si miramos las variaciones acumuladas en el año, vemos subas del 94%, 90% y 107% en el dólar ‘contado con liquidación’, MEP e informal, claramente con subas que se potenciaron a partir de las PASO con la implementación de los controles de cambio. Y claramente por arriba del 58% del movimiento del tipo de cambio oficial producto, no hay dudas, de la vigencia del cepo”, subrayó Sabrina Corujo, directora de Portfolio Personal Inversiones.
En los “arbolitos” que pululan en el centro porteño, así como en las “cuevas” –agencias de cambio improvisadas en oficinas o locales comerciales-, el dólar libre se vende en torno a los 80 pesos. Y se lo toma a 76 pesos, una diferencia de cambio aprovechada por los turistas extranjeros, pero también por aquellos que atesoraron dólares y necesitan hacerse de moneda local.
En este caso, los USD 2.574 se transforman en $195.624 en el mercado paralelo, lo que aumenta la ganancia anual a un 95,6%, ahora con una ventaja de 40 puntos sobre la inflación. Eso sí, en el mercado informal el ahorrista sale a la aventura de convertir fondos “en blanco” a “negro”, práctica usual en los períodos de restricciones cambiarias a las que son sometidos los ciudadanos, a manos de los distintos gobiernos.
“Al igual que el año pasado el ganador fue el que se quedó en dólares. E incluso para esta inversión tan conservadora se pudo obtener en el exterior un rendimiento cercano al 3% anual, por ejemplo con una postura en bonos del Tesoro de los EEUU”, dijo a Infobae el analista financiero Christian Buteler.
Otra variante permite permanecer en blanco, con el dinero declarado y registrado: el del dólar MEP (Mercado Electrónico de Pagos) o Bolsa. Como hay títulos públicos que se negocian en el mercado secundario tanto en pesos como en dólares, el ahorrista –a través de una cuenta comitente y el pago de una comisión a un agente bursátil– puede comprar un bono con pesos –con la obligatoriedad de mantenerlos en cartera cinco días- y venderlo en dólares, que quedan depositados en el sistema. Todo en blanco y legal, aunque con cierta volatilidad por esos cinco días de parking, en los que pueden fluctuar los precios de la renta fija.
El cociente entre la cotización en pesos de estos bonos tipo «D» -cuyas variantes más líquidas son el Bonar 2020, el Bonar 2024 y el Discount 2033- y su precio en dólares determina el tipo de cambio MEP, hoy de $72,64 para el que se quiere hacer de divisas, y de $72,18 para el que quiere los pesos.
Entonces, el ahorrista con USD 2.574 pudo convertirlos por esta vía en unos 187.232 pesos, con una rentabilidad de 87,2%, unos 33 puntos por encima de la inflación.
Con un año financiero fatal para la Argentina, las apuestas a acciones y bonos fueron negativas. El índice S&P Merval de la Bolsa porteña promedió una ganancia en pesos de 37,6%, unos 17 puntos por debajo de la inflación estimada.
Alejandro Bianchi, fundador de AsesordeInversiones.com, precisó que “el año estuvo partido al medio, en un antes y después de las PASO, esa es la gran bisagra. Igual, antes de agosto venía negativo para acciones y bonos. Tanto el nivel del Merval como los ADR seguían castigados por el arrastre de la crisis de 2018 y la repercusión de la causa de los ‘cuadernos’ por sobreprecios en la obra pública”.
“La realidad es que la liquidación de activos argentinos nunca aflojó. Ahí se esperaba quizás que la política monetaria muy dura y recesiva aplicada por el Banco Central funcionara, pero no tuvo reacción sobre la inflación”, agregó Bianchi.
Un menú de acciones del panel líder con esta rentabilidad hubiera convertido los iniciales $100.000 en al cierre del ejercicio anual en $137.600, con una pérdida de poder adquisitivo de esos pesos de 10,8% en términos reales.
“Una cosa fue hasta las PASO, otra hasta la asunción de Alberto Fernández y otra con el rally de acciones y bonos de los últimos 20 días. En el caso del inversor posicionado en acciones, termina abajo tomando punta a punta en el año”, añadió Buteler.
¿Qué sucedió con los plazos fijos? Un clásico en la preferencia del inversor minorista argentino, que no siempre recompensa frente a una inflación doméstica que hoy está en el “top five” mundial y en niveles de países marginales e incluso al borde de la desintegración.
En este aspecto, fue voluntad de los últimos presidentes del Banco Central, desde 2016 a esta parte, defender las tasas de interés reales positivas en pesos. Y puede decirse que en 2019 la promesa se cumplió.
Las altas tasas que demarcó el sendero de política monetaria de las Letras de Liquidez (Leliq) del Banco Central, en torno al 60% anual, se transmitieron a los rendimientos de los plazos fijos con el que los bancos remuneraron a los ahorristas, con un promedio cercano al 48% anual.
Quien haya invertido $100.000 en enero en un plazo fijo a 30 días, y haya renovado mes a mes el capital más los intereses devengados, según la tasa promedio minorista en bancos informada por el BCRA, habrá obtenido a fin de año un total de $157.500, es decir, una ganancia del 57,5% acumulada en doce meses, unos tres puntos más que la inflación.
“El plazo fijo pudo darle pelea al avance de los precios dependiendo del plazo de la colocación. En un momento, con tasas de hasta 60% anual en pesos para los plazos más largos, pudo ganarle. Después de las elecciones, con el cambio de Gobierno, está claro que el nuevo estadio es el de la tasa es la negativa en términos reales, ya con un rígido control de cambios”, consideró Alejandro Bianchi.
“Del lado positivo, puede destacarse que el nuevo Gobierno viene tomando medidas ultra ortodoxas y que apuntan a una mejora de los números fiscales, lo que mejoró notablemente el reciente desempeño de las acciones e incluso los bonos, aun cuando no se concretó una reestructuración”, agregó el experto de AsesorDeInversiones.com.
Paradoja del dólar
El eventual beneficio de las inversiones en pesos tiene un peligroso enemigo en el vigente control de cambios. Con la restricción de USD 200 mensuales para atesoramiento, el ahorrista enfrenta un serio problema si pretende dolarizar el producto de su inversión en pesos.
Es decir, queda el recurso de hacerlo vía bursátil (dólar MEP) o a través del mercado paralelo del “blue”. En tal caso, aquel que vendió divisas para hacerse de $100.000 un año atrás y apostar a las tasas positivas para hacer “carry trade”, hoy debería dolarizarse a los $72,64 del MEP o los $79 del dólar libre.
Así, los $157.500 que resultan de la colocación anual a plazo fijo se vuelven USD 2.168 (MEP) o eventualmente USD 1.994 (“blue”), con una fuerte quita de hasta 20% del capital en “moneda dura”, respecto de más de USD 2.500 iniciales, de haberse quedado cubierto en moneda extranjera.
Al respecto, Christian Buteler distinguió que “el plazo fijo queda abajo en comparación al dólar, porque hoy no se puede dolarizar el producto de ese rendimiento al tipo de cambio oficial, debido a la restricción de USD 200 mensuales, y se tiene que ir al dólar MEP para hacer la operación en blanco. En este caso, se trata de un dólar unos 10 pesos más alto, lo que significa un incremento de 90% anual de esta referencia cambiaria. Y las tasas de interés en ningún caso rindieron eso en promedio”.