Con una economía en una muy compleja situación y múltiples necesidades por atender, se deberá esquematizar un programa consistente para dar credibilidad
El camino a transitar en el terreno económico con Alberto Fernández como presidente electo es angosto. La compleja situación que hereda incluye una inflación en 55%, caída del PBI de casi 3 puntos, deuda en 93% del producto y negociación pendiente, el 36% de los argentinos por debajo de la línea de pobreza, desempleo en 10,6% y reservas netas por debajo de los u$s 10.000 millones.
Moverse en ese esquema va a requerir de mucho más que una sintonía fina para cuando, al tocar una variable, el impacto no sea negativo en tantas otras (y, por ende, en todos los argentinos).
Mientras el equipo económico trabajaba para imponer nuevos controles hoy para frenar el dólar, Hernán Lacunza aseguró ayer que el Gobierno estaba «preparado para cualquier escenario».
El período que se abre desde hoy pone en evidencia varias urgencias a resolver de un esquema de múltiples prioridades. Pero el período de transición, ya con presidente electo, delimita las responsabilidades en el juego de intentar rearmar un equilibrio económico en el que la inflación disminuya y la actividad empiece a mostrar signos vitales.
Que el dólar no se escape hasta el 10 de diciembre se erige como el pilar para evitar dos complicaciones: una espiralización de la inflación y, además, que el esquema de deuda no se deteriore aún más (80% de las obligaciones están en moneda extranjera).
Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, identificó que si hay nueva corrida «la prioridad va a ser frenarla porque la situación social e inflacionaria no se banca otra». Si bien descartó la posibilidad de un estallido social, sí mencionó que implicaría una transición muy problemática.
Eso desde el Gobierno, aunque dejaría con menos reservas al Frente de Todos. «Para Alberto Fernández su prioridad hasta el 10 de diciembre va a ser conseguir fondos, ya sea de China o del FMI o de algún banco o fondo tipo BRIC», sostuvo ya que va a tener que conseguir dólares para «no sólo mostrar que tiene voluntad de pago sino también capacidad, que es lo que está en duda».
Un punto no menor es que estos objetivos se retroalimentan, lo que podría dar incentivos a ambos lados a ir en el mismo sentido. En el mismo sentido, Federico Furiase, director de EcoGo,señaló que para la transición es imprescindible que haya cooperación política para evitar una escalada de la tensión financiera. «Fernández tendría incentivos a protegerlas reservas y a acelerarlas medidas con alto costo político/económico durante la transición como endurecimiento del cepo, licuación de parte de las Leliqs, corrección del tipo de cambio, por el contrario Macri tendría incentivos a evitar un nuevo shock de tipo de cambio e inflación, a costa de una mayor pérdida en reservas, de ahí que es imprescindible una cooperación política».
Parte fundamental, agregó, va a serla credibilidad que genere Fernández con un programa económico consistente «que incluya consistencia monetaria – fiscal, negociación rápida de la deuda, plan de estabilización para contenerla inercia de paritarias y la indexación de la economía».
Para Fernando Marengo, de Arriazu Macroanalistas, lo más probable es que haya una contraposición de intereses de Cambiemos y el Frente de Todos. «Mientras que el gobierno saliente tendría incentivos a evitar nuevos sobresaltos hasta el 10 de diciembre –pagar servicios de deuda ya «reperfilados», garantizar el pago de depósitos en dólares y satisfacerla demanda de dólares aún con el actual control de cambios- para lo cual continuarían cayendo las reservas del BCRA, el gobierno electo intentará evitarla pérdida de reservas ya que esto le condicionaría su accionar a partir de la asunción».
Desde el 10 de diciembre
Una vez ya en el poder, el foco seguirá siendo evitar un escenario de espiralización de precios, para lo cual Furiase describió que «el nuevo gobierno tiene que tener un plan económico integral que incluya consistencia monetaria / fiscal, un plan de estabilización para frenar la inercia de las paritarias y la indexación de la economía, una negociación rápida y amigable de la deuda con los acreedores privados, en el marco de un nuevo acuerdo con el Fondo”.
«El riesgo de híper se potencia cuando el BCRA se queda sin reservas y cuando se enchufa persistentemente la maquinita de la emisión monetaria para financiar déficit fiscal», agregó.
Sobre la deuda definió que probablemente la negociación se haga en etapas: primero con tenedores de bonos legislación local, luego con legislación internacional, y después con el FMI, «lo cual si bien no implica necesariamente un trato desigual, las paridades de bonos ya descuentan mayor castigo para legislación local».
Rajnerman también mencionó al reperfilamiento como prioridad a resolver ya que hay elevados vencimientos en moneda local en el primer semestre y, si se consigue financiamiento no va a ser tanto.
A esto sumó la importancia de definir qué hacer con las tarifas. «Si no aparecen fuentes de financiamiento heterodoxas, se va a tener que recurrir a fondeo más tradicional y esas personas están convencidas de que no hay que tener déficit fiscal y, por lo tanto, va a ser importante descongelar las tarifas. Entonces ahí habrá más inflación en el corto plazo, que va ayudar en el mediano porque no va a terminar habiendo inflación cambiaria».
También mencionó el mismo aspecto de Furiase: las paritarias. «En el Gobierno de Macri se fueron reduciendo los plazos: ahora se fijan cada seis meses, por lo general, lo que hace que los shocks de precios se hagan más persistentes», describió. Así, dijo que si se logra estirarlos plazos, ya habrá significado una mejora en materia de precios.