En un escenario de constante inflación y devaluación del peso, en agosto los argentinos continuaron buscando refugio para preservar su poder adquisitivo
Mientras los precios avanzan y el peso pierde valor, los argentinos siguen buscando la mejor alternativa para ganarle a la inflación. Lejos quedó aquel comienzo de año vertiginoso, con un IPC que superaba el 20% mensual y tasas de interés en los bancos que pasaban el 100% anual, pero la mayor estabilidad no garantiza en absoluto la conservación del poder adquisitivo de los ingresos.
En ese contexto, los argentinos siguen apuntando a dos inversiones: el dólar y los plazos fijos. Ambas opciones mostraron un comportamiento particular en agosto, pero sólo una fue lo suficientemente rentable como para compensar el efecto inflacionario del mes. Para poder compararlas, se analizará el resultado que hubiera obtenido una persona si elegía una u otra alternativa, invirtiendo su dinero el primer día hábil del mes y retirándolo el día 30 de agosto.
Si el ahorrista hubiera optado por el dólar libre, habría conseguido un valor de mercado de $1.370 el 1° de agosto. Con $100.000 en su mano, podría haber comprado un total de USD 73. Un mes más tarde, el 30 de agosto, el valor del dólar bajó a $1.305, por lo que, vendiendo los USD 73 ese día, el inversor habría obtenido un retorno de $95.265. En resumen, hubiera perdido dinero (-4,8% de rendimiento).
Si en cambio el ahorrista se hubiera inclinado por el plazo fijo, la historia habría sido diferente. Dentro de este instrumento financiero, hay dos opciones disponibles para elegir, el plazo fijo tradicional, que ofrece un rendimiento establecido por una tasa de interés fija anual, y el plazo fijo UVA, que avanza en función del precio de las Unidades de Valor Adquisitivo (siguen a la inflación).
En el primer caso, el inversor hubiera encontrado a principio de mes una oferta variada de tasas de acuerdo a los diferentes bancos, con un máximo de 40% anual. Tomando como referencia al Banco Nación (en ese momento ofrecía una tasa nominal anual del 38%), se concluye que el ahorrista hubiera obtenido a fin de mes un retorno de $3.123,28, más los $100.000 de capital inicial, con lo que su rendimiento hubiera sido de 3,1%.
Ahora bien, si el ahorrista hubiera depositado sus $100.000 en un plazo fijo UVA, entre el primer y el último día hábil del mes habría registrado una ganancia nominal mensual de 4,02%. No obstante, se debe tener en cuenta que este tipo de depósitos exige una permanencia mínima de 180 días. por lo que no se tendría liquidez de forma inmediata. Si bien existe la posibilidad de cancelar anticipadamente la inversión una vez transcurridos los primeros 30 días, en ese caso los bancos no devuelven el equivalente a los días transcurridos en UVA, sino que aplican una “tasa de interés fija de precancelación”, que es similar a la de los plazos fijos tradicionales.
Por supuesto, si el ahorrista no tiene apuro en utilizar su dinero y está dispuesto a esperar cinco meses más para tener los pesos de vuelta en su mano, hoy el plazo fijo en UVA aparece como la opción más conveniente, porque garantiza al menos empatarle a la inflación mensual. Es decir que, aunque no genera una rentabilidad real positiva, sí permite conservar el valor del dinero ahorrado.
Entre las otras dos alternativas, en agosto ganó claramente el plazo fijo tradicional. Aún es pronto para saber si el rendimiento que ofreció fue suficiente para empatar o ganarle a la inflación (el IPC de agosto se dará a conocer recién el 11 de septiembre), pero es un hecho que al menos dejó una ganancia nominal. El dólar, en cambio, provocó que los ahorristas perdieran poder de compra en el transcurso del último mes.