A poco más de tres semanas de la segunda vuelta del 22 de noviembre, los economistas prevén que el Gobierno no hará grandes cambios en materia económica y priorizará sostener el tipo de cambio a costa de mayores restricciones, evitando pagar costos. Ven poco margen para el «efecto sorpresa» y anticipan una herencia complicada al sucesor.
Aún nos separan 23 eternos días del 22 de noviembre, cuando sabremos quién nos gobernará por los próximos cuatros años y el interrogante es si habrá más medidas desesperadas del Gobierno como las dispuestas el martes último, que agudizaron las restricciones cambiarias para importadores y agencias de turismo, sumaron exigencias al mercado de dólar futuro e intentaron tornar más atractivo al plazo fijo.
Para delinear las casi tres semanas que median entre hoy y el ballotage y analizar en términos económicos el resultado electoral del domingo, 3Días contactó al ex presidente del BCRA Martín Redrado y a Ricardo Delgado, director de Analytica, ambos del equipo de Sergio Massa; a Dante Sica, director de Abeceb, a Marcelo Capello, director del IERAL, a Juan Luis Bour, director de FIEL, a Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios Económicos de OJF, y a Eric Ritondale, economista senior de Econviews.
«Este gobierno nos ha acostumbrado a sorpresas, pero no creo que haya mucho margen ahora», evalúa Redrado. «Lo más urgente es el problema cambiario y medidas como subir la tasa de interés muestran la falta de instrumentos disponibles para el Gobierno», continúa, y prevé que Cristina Kirchner busque trasladarle todos los problemas que deja su administración al próximo presidente.
«Es muy poco tiempo para que el Gobierno ponga operativa alguna medida que genere beneficios inmediatos», considera Delgado, quien espera que priorice sostener el tipo de cambio oficial con pocas modificaciones en las restricciones cambiarias.
«No hay que esperar mucho, ni anuncios importantes ni de cosmética», sostiene Sica, descartando correcciones de fondo. «El Gobierno no va a hacer más de lo que viene haciendo y no tiene ningún incentivo para hacerlo», agrega y rechaza una devaluación en el interín.
En cambio, prevé que, en función de sus intereses inmediatos, trate de negociar con diputados y senadores para obtener más atributos en el Poder Legislativo y limitar el margen de maniobra de quien resulte ser su sucesor.
En tanto, Bour ve como escenario más probable que las políticas del actual Gobierno vayan en contra del que viene. «Continuar la política monetaria y fiscal actual va en ese sentido» y coincide con sus pares en que es muy improbable que haya correcciones sustanciales.
«Lo que haga el Gobierno dependerá de lo que crea que va a ocurrir en la segunda vuelta electoral», plantea Capello. Si percibe a Scioli con posibilidades, tratará de ayudarlo con medidas que le sumen votos a último momento. En este caso, «podría haber margen para que se profundice el populismo», alerta. Si la percepción en el oficialismo es que gana Macri, podría intentarse embarrar más la cancha de la economía post electoral, incluyendo medidas que puedan beneficiar a sus actuales aliados que permanezcan en el poder tras el 10 de diciembre (gobernadores e intendentes oficialistas).
El Gobierno tiene muy pocas balas para los próximos días», considera Spotorno. «Como cualquier anuncio no tendría efecto real hasta después de las elecciones, sería más para estimular a la tropa propia que al que tiene dudas», argumenta, y coincide con sus colegas en que la Casa Rosada tratará de mantener la paz cambiaria a toda costa aún si se pierden las pocas reservas que quedan.
El Banco Central continuará evitando subas significativas del tipo de cambio oficial, pronostica Ritondale. «Seguirán los controles fuertes sobre las importaciones y la posibilidad de comprar futuros de dólar, que han sido reforzados en los días posteriores a las elecciones del domingo», agrega.
Por otro lado, más allá del posible rally que sigan mostrando las acciones y los bonos en los próximos días, considera que el atraso cambiario le pone límites a la baja del blue a corto plazo. En cambio, el Gobierno podría anunciar medidas pro-consumo, como algún aumento nominal en la Asignación Universal por Hijo (AUH) y las jubilaciones o una suba del mínimo no imponible en Ganancias, pero ninguna medida que involucre un cambio de fondo.
Más cepo
A pesar de las magras reservas del BCRA, no se prevé una devaluación significativa en el tiempo que resta de aquí al ballotage. En cambio, sí habría más restricciones, como ya sucedió el martes último, cuando se establecieron nuevas trabas a las importaciones y a los pagos de agencias de turismo y exigencias al mercado de dólar futuro.
«El BCRA seguirá vendiendo dólares, aplicará un mayor racionamiento a la demanda de divisas, acelerará marginalmente la tasa de devaluación e inclusive apelará a una suba de las tasas de interés», evalúa Redrado.
En coincidencia, para Sica, «por más que las reservas estén cayendo o haya un agotamiento de los recursos en el Central, el Gobierno no considera implementar una devaluación». «No se va a despedir pagando un costo que no tiene sentido ni beneficio para él, sino que va a optar por dejar que las correcciones las haga quien lo suceda», analiza.
«Difícilmente el Gobierno devalúe mucho la moneda en estas últimas semanas en el poder», concuerda Capello, para quien, como la Presidenta intentará resguardar sus actuales niveles de aceptación, su caudal electoral a futuro, el 10 de diciembre el tipo de cambio oficial se ubicará apenas por debajo de los $ 10.
Interpretando el voto
La voluntad popular que se expresó en el resultado electoral del domingo es difícil de traducir en términos de política económica. Claro está que los comicios mostraron un deseo de cambio. Parecería que los votantes asimilaron que la actual coyuntura, aun sin crisis financiera, es insostenible. Sin embargo, advierten los analistas, del éxito de Cambiemos no puede deducirse que ganó la propuesta de una política de shock.
«La población busca quién le pueda solucionar los problemas de su vida cotidiana: la plata que no le alcanza, la estabilidad de su empleo, la educación de sus hijos, la seguridad», explica Redrado, para quien el candidato oficialista no respondió a este pedido social. El votante «se dio cuenta de que el estado de la economía no da para más y de la falta de certeza con respecto al futuro», agrega.
En tanto, para Delgado, «el kirchnerismo está pagando en las urnas el muy pobre desempeño de la economía en los últimos años», representado en la inflación, la falta de crédito, el cepo cambiario, la mayor presión tributaria y el menor dinamismo del empleo, cuestiones que se suman al «cansancio social» por la forma de gestión. Desde su óptica, la demanda de un cambio de políticas que se evidenció en el resultado del domingo, se equilibra con los riesgos asociados a la forma de llevarlo a la práctica. En consecuencia, ni Scioli, en caso de ganar, sería tan gradualista como dice; ni Macri apostaría a un shock que altere los precios relativos de la noche a la mañana.
«La posibilidad de que Macri sea una alternativa con fuerza en el ballotage reduce los márgenes de libertad para cualquier signo de continuidad», subraya Sica. «La falta de crecimiento, la inflación y una economía estancada son signos que golpearon en general a los sectores medios y, fundamentalmente, a los productivos», agrega.
No obstante, «es difícil evaluar si los resultados de los comicios del domingo implican que la gente deje de considerar que su economía está bien porque el consumo sigue siendo dinámico», considera el ex secretario, quien describe que la sensación de estabilidad se interrumpió a partir de julio, cuando la inestabilidad en el tipo de cambio comenzó a reflejar un cambio en la percepción de la gente.
Entre las múltiples razones que motivaron al votante, Bour describe la percepción de que Scioli podría tener poca o nula independencia de Cristina Kirchner, por lo que terminaría ofreciendo «más de lo mismo» para los próximos años, es decir, «una estrategia de hacer durar la precaria estabilidad a la espera de recuperar la suerte» (que suba la soja, que Brasil mejore). En este sentido, opina que los comicios podrían haber mostrado el hartazgo de los votantes con un gobierno que sólo ofrece aumentar las restricciones.
El votante de Macri que no lo había elegido en las primarias busca un cambio. «Se dio cuenta de que estuvo 12 años, particularmente los últimos cuatro, encerrado en un cuarto del que Cristina tiró la llave. Scioli no tiene la llave, ni parece saber adónde ir a buscarla. Claustrofóbico, el votante busca desesperadamente una alternativa y Macri es una opción», ilustra Bour.
«A diferencia de la última elección presidencial (octubre de 2011), cuando el consumo y el ingreso en dólares venían creciendo en forma exacerbada (una dinámica que un mes después de los comicios desembocó en el cepo), a esta elección se llega tras cuatro años de estancamiento, con alta inflación y brecha cambiaria», sostiene Ritondale, quien también advierte que a esta fatiga económica se le sumó el cansancio respecto de los modos de hacer política del oficialismo.
«En el resultado de las elecciones del domingo influyó hasta cierto punto el estado de la economía, que hace cuatro años que no crece, no genera empleo privado, pero probablemente pesó más el efecto del cansancio con un estilo de gobierno, con una estética del poder, con la inseguridad, con el deterioro que se percibe en la calidad de algunas instituciones republicanas, entre otras causas», opina Capello.
Las principales consecuencias del profundo atraso cambiario y tarifario aún están por verse, advierte Capello. Serán una carga para el próximo gobierno, quien, según el director del IERAL, tendrá que aplicar shock en algunas variables y gradualismo en otras y enfocarse en lograr acuerdos para la gobernabilidad.
El impacto de los debates
La política económica estará presente en el debate previsto para el domingo 15 de noviembre. Sin embargo, los analistas coinciden en que es poco probable que se escuche algo muy sorprendente en materia económica.
Desde el punto de vista político el debate es muy importante pero no en lo económico», sostiene Spotorno, para quien los dos candidatos deberán tomar medidas similares. «La situación económica es muy complicada y creer que se puede resolver con pequeñas adaptaciones es una ingenuidad: habrá que tomar medidas dolorosas», advierte y prevé que, gane quien gane, haya un mezcla de medidas graduales y medidas de shock. «La cuestión es cómo es esa mezcla», enfatiza. «Es poco probable que escuchemos algo muy distinto a lo que se vino diciendo, pero Scioli tiene más incentivos para intentar sorprender con algún cambio de ideas o de nombres en su gabinete que Macri, quien no dejó filtrar tantos nombres y por lo tanto tiene más libertad de acción», opina Redrado.
«Hay poco margen para grandes sorpresas», coincide Delgado, quien considera que, salvo errores no forzados y groseros, los debates modifican poco las tendencias sociales.»No creo que el debate anticipe el plan de acción de ninguno de los dos candidatos en materia económica», dispara Sica, quien considera que sólo se podrán exhibir lineamientos generales y que ninguna medida que puedan anticipar en ese contexto va a modificar radicalmente las definiciones económicas. Bour coincide con sus colegas y advierte que «si Scioli aumenta la apuesta con anuncios descabellados sería una señal de que se ve perdiendo y quizás no lo favorezca». En sintonía, Capello espera que se saquen a relucir chicanas, pero no que explicite mucho sobre lo que se hará con la economía.
«Seguramente los candidatos seguirán evitando discutir temas delicados, como el tipo de cambio, las tarifas, y el modo de salir del cepo, y se concentrarán en temas con bastante consenso social: YPF, Aerolíneas Argentinas, Asignación Universal por Hijo, Anses, etc.», considera Ritondale.
De este modo, se tratará más de una instancia de diálogo que de una presentación del detalle de sus políticas, algo para lo que habrá que esperar al 10 de diciembre.
Fuente: http://www.cronista.com/3dias/Domar-el-dolar-El-mandato-K-de-cara-al-ballotage-20151030-0020.html