La sequía en zonas productoras obligó a importantes recortes en los pronósticos de cosecha. Los precios de la soja subieron a su máximo en 7 meses
Transcurre febrero, un mes clave para la economía de la Argentina. No es la inflación, el dólar o el consumo el dato a monitorear, si no el estado de los cultivos que, como en el caso de la soja, se definen este mes y determinan el volumen de la cosecha.
En la Argentina cuatro de cada diez dólares exportados los produce el agro y la agroindustria. La producción local y los precios internacionales de estos commodities habilitan el ingreso de divisas a la economía y, por lo tanto, la disponibilidad para los rubros económicos que dependen de las importaciones, como la industria. También el volumen de dólares aportado por el agro influye en el nivel de tipo de cambio.
Como la Argentina es un actor central en el mercado mundial de alimentos, su cosecha incide en la dinámica de los precios internacionales. El país es el tercer proveedor internacional de soja y maíz sin procesar, séptimo vendedor de trigo y líder mundial en exportaciones de aceite y harina de soja.
Por eso en febrero se observaron dos fenómenos simultáneos y muy importantes. Por un lado, previsiones de rindes locales inferiores a lo esperado, con pronósticos de producción alejados de los de 2017. Por otro, la recuperación de precios internacionales frente a un aporte menor de la Argentina, que llevaron a la tonelada de soja a su nivel más alto desde julio del año pasado.
En la última semana los contratos de soja para entregar en marzo llegaron a negociarse a USD 376 por tonelada, los mejores valores en siete meses, mientras que para la harina de soja superaron los USD 400 por tonelada por primera vez desde julio de 2016, hace 19 meses.
Manuel Alvarado Ledesma, consultor y profesor de la Maestría en Agronegocios de la UCEMA, explicó a Infobae que «la suba de precios y la baja en la producción son las dos caras de una misma moneda. Respecto a las estimaciones iniciales, la producción de soja tendrá una baja impactante. Difícilmente, logre superar el nivel de 49 millones de toneladas. En tal caso, la disminución estará entre el 15 y el 20 por ciento. Algo similar, y quizás peor, sucederá con el maíz».
«Durante la primera quincena de este mes, la soja de primera de la región pampeana viene atravesando el período de plena fructificación y formación del grano, sin lluvias de consideración y con escasa reserva de humedad en los suelos. Para peor, los pronósticos climáticos no son alentadores», consideró Alvarado Ledesma.
En USD 412 por tonelada, el valor de la harina de soja se acercó a los USD 420 del 20 de julio de 2016. Este derivado es el principal producto de exportación de la Argentina: un 17% de las ventas totales de mercancías al exterior son harinas y pellets de soja, unos USD 10.000 millones en 2017.
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires redujo su estimación de las cosechas de soja y maíz de la actual campaña, que concluye en julio, a 50 millones y 39 millones de toneladas, respectivamente, por pérdidas de rindes causadas por la sequía.
A su vez, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés) también recortó la semana pasada su previsión de la producción de la oleaginosa y el cereal, a 54 millones y 39 millones de toneladas, respectivamente, lo que impulsó los precios en el mercado de Chicago.
Un informe de Research for Traders precisó que «si bien la soja, el trigo y el maíz no tuvieron buenos rendimientos durante el 2017, en lo que va de este año sus precios ya registran un alza de 5,6%, 6,6% y 4,7%, respectivamente». La harina de soja se encareció 19,5% desde que empezó 2018.
Research for Traders añadió que «parte de estas subas se dan por las condiciones climáticas que afectan la cosecha sudamericana (especialmente en Argentina) y un dólar débil que se encuentra en valores mínimos de tres años».
AGRODEPENDENCIA ARGENTINA
Un estudio de los economistas Julio Calzada y Federico Di Yenno destacó que «las cifras de exportaciones del 2017 muestran el gran aporte que hace el campo y la agroindustria en la balanza comercial de Argentina», donde «crece fuertemente el trigo y se consolida el maíz», mientras que cede espacio la soja, la gran protagonista de las últimas dos décadas.
Según el relevamiento, el 43% de las ventas externas de 2017 fueron generadas por la producción de granos y los derivados, es decir, la materia prima y su posterior industrialización como pellets, harinas, aceites, biodiésel y otros subproductos.
En el 2017, Argentina exportó cerca de USD 58.428 millones, según el INDEC. «Si se suman las exportaciones de los complejos oleaginosos (soja más girasol) y de los complejos cerealeros (maíz, trigo, cebada, arroz y sorgo), se llega a un total de USD 25.300 millones», consignó el estudio.
Si se toman en cuenta las operaciones realizadas en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) durante el año pasado, el Banco Central calculó que un 45,6% de esas divisas (USD 26.635 millones) correspondió a las ventas oleaginosas, cereales y sus productos industriales.
El trigo viene ganando terreno. En el 2017 este complejo aportó el 4,4% del total de las exportaciones. El incremento anual fue de casi 25%, pasando de USD 2.071 millones en el 2016 a USD 2.581 millones. En tanto, el complejo maíz aportó el 6,8% de las divisas por exportaciones de Argentina: vendió al exterior 4.000 millones de dólares.
RIESGOS DESDE EL EXTERIOR
El cambio de condiciones financieras en el exterior, expuesto en la volatilidad de las bolsas mundiales y también del dólar frente a otras divisas, enciende una luz de advertencia en los mercados de materias primas.
«Las crecientes expectativas de un mayor ritmo en la suba de las tasa de referencia por parte de la Fed, ante una aceleración de la inflación estadounidense y un sólido crecimiento económico, podría fortalecer al dólar y perjudicar a los commodities», puntualizaron desde Research for Traders.
Un informe del Centro de Economía Aplicada de la UCEMA indicó que «el entorno internacional será menos favorable en los próximos meses. Lo cual se reflejó en una prima de riesgo país más alta. En conclusión, a pesar de que el viento de cola aumentó, las perspectivas futuras no son alentadoras, especialmente por la suba de las tasas de interés y la volatilidad».
«Los mercados financieros internacionales siguen siendo muy favorables para la Argentina, pero el viento de cola ha amainado significativamente debido a que el precio de la soja en dólares cayó 42% respecto del pico alcanzado en agosto de 2012. Ya no se trata de viento sino de una leve brisa», describió la UCEMA.
Sin embargo, Manuel Alvarado Ledesma aportó que «en este contexto, no es llamativa la suba de precios, dada la condición de nuestro país de primer exportador de harina y aceite de soja, y tercero en el ránking de exportaciones de poroto de soja, en el mundo. Desde que se iniciara el año, el precio FOB Chicago, mayo ’18, ha pasado de algo más de 350 dólares a cerca de 380 dólares en la actualidad. Y, posiblemente, el alza de valores continuará, sobre todo cuando el USDA tome en cuenta la baja en la producción. Lamentablemente, la mejora en los valores no podrá compensar la caída productiva».