El recambio legislativo le dará respaldo político al Gobierno. Cuáles son las áreas en las que falta avanzar para sentar las bases del desarrollo
Las elecciones de octubre encontrarán a la actividad en expansión, y ya por un efecto «arrastre» y un mejor entorno macroeconómico, se prevé que el PBI puede crecer en 2018 por encima del 3% previsto para este año.
Completado el ciclo electoral de medio término el 22 de octubre, la administración de Mauricio Macri encarará los próximos dos años de gestión como primera minoría en las cámaras legislativas, que obligarán a negociar acuerdos y buscar consensos para equilibrar las variables de la economía, que aún acarrean distorsiones después de años de atraso cambiario, control de capitales, tarifas congeladas y creciente déficit fiscal.
Ese camino obligado del diálogo y el acuerdo, aunque con un apreciable respaldo electoral, pueden también ser afín a la estrategia «gradualista»que abrazó el Gobierno en su política económica.
En su exposición en la última edición del Consejo de las Américas, el ministro Nicolás Dujovne definió: «Nosotros pensamos que con este esquema de tipo de cambio flotante, consolidación fiscal, reforma tributaria, integración al mundo, instituciones cada vez más fuertes, defensa de la competencia, la Argentina va a poder crecer a un ritmo de entre 3 y 4 por ciento por año durante muchos años».
«Eso no ha ocurrido nunca en la Argentina en la historia contemporánea: en los último 40 años solo dos veces crecimos durante cuatro años consecutivos, a comienzos de los ’90 y a comienzos de los 2000, en ambos casos con programas económicos que fueron inconsistentes y que terminaron fallando», agregó el funcionario.
Con la vista puesta en el año próximo, los analistas identificaron siete «materias pendientes» que el Gobierno «se lleva a diciembre», es decir, aquellas en las que se profundizarán las reformas tras el recambio legislativo.
LAS 7 MATERIAS PENDIENTES PARA 2018
1) CONSOLIDAR UN NUEVO CICLO DE CRECIMIENTO. Después de la recesión de 2016, la economía argentina está en recuperación y próxima a superar el pico histórico de actividad de mediados de 2015. El Estimador Mensual de Actividad Económica del INDEC, que reflejó un crecimiento interanual del 4% en junio último, confirma que la expansión se afirmó por cuarto trimestre consecutivo. Con un año de crecimiento moderado, queda planteado el desafío de sentar bases de un nuevo ciclo de expansióneconómica que perdure en el largo plazo y trascienda al gobierno de turno.
Invecq Consultora Económica puntualizó que «pasados cuatro trimestres desde el comienzo de la recuperación, este proceso se muestra relativamente más lento que episodios recientes, al acumular tan solo una variación positiva del 2,6%» en un año, de junio de 2016 a junio de 2017. Además estimó posible que «para el comienzo del cuarto trimestre del año la economía haya recuperado su nivel máximo previo. De esta manera, la economía argentina pasaría de su fase de recuperación a la fase de crecimiento, esto es, a la creación de riqueza por encima de su último máximo».
El crecimiento de la economía es además imprescindible para mejorar la situación social de millones de argentinos: según el INDEC la pobreza afecta al 30,3% de la población (al cierre de 2016) y un 9,2% de los trabajadores están desempleados (a marzo de 2017).
2) LLEVAR LA INFLACIÓN A UN DÍGITO. El alza generalizada de precios todavía no se encuadra en las metas del Banco Central, que había estipulado un rango de 12 a 17 por ciento de incremento anual este año. Si bien la inflación será este año mayor a lo previsto, también será la mitad que en 2016. Y en 2018 será inferior a la de 2017, aunque la pauta de 8-12 por ciento del BCRA aún parece ambiciosa. La autoridad monetaria estableció una meta inflacionaria de 5% para 2019 (3,5 a 6,5 por ciento).
Dante Sica, director de Abeceb.com, explicó que «la inflación es una de las principales preocupaciones que tiene la opinión pública y es la batalla clave que el Gobierno está decidido a librar y que, de a poco, va reduciendo».
3) ATRAER INVERSIONES. Dante Sica consideró que una prioridad oficial debe ser “conseguir inversiones que permitan colocar a la economía en la senda del crecimiento y mejorar la competitividad sistémica. Sin embargo, para colocarse en ese camino hay una serie de condiciones necesarias que aún estamos lejos de cumplir y la política económica deberá validarlas. Que esto suceda será clave para generar una mejora del crecimiento potencial que dote de sustentabilidad al proceso de expansión».
El ministro de Producción, Francisco Cabrera, recordó que el Plan Productivo Nacional que lleva adelante el gabinete económico tiene entre sus pilares «reducir los costos de capital , aumentar la competitividad a través de acuerdos sectoriales –esto tiene que ver con el costo laboral, entre otras cosas-; un plan de infraestructura, el más importante de las últimas décadas, y de seguridad energética; promover la innovación y el acceso a la tecnología –bajar los aranceles a 0%-, y establecer un sistema tributario más eficiente que promueva la inversión».
La consultora Orlando Ferreres & Asociados calculó que en junio de 2017 la inversión bruta interna fija (IBIF) se situó en un 20,5% del PBI. Aunque sumó el cuarto mes de evolución positiva, todavía no es suficiente para garantizar el crecimiento económico que el país se adeuda. Hace un siglo, en el período 1900-1930, promedió el 31% del PBI y colocó al país entre los 10 con mayor renta per cápita del mundo.
Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI y uno de los mayores expertos en comercio exterior, afirmó que «Argentina tiene que revincularse con el mundo, porque si no lo hace va a ser muy difícil que mejore su tasa de inversión, la calidad de bienes y servicios, e incluso que genere empleos de calidad sobre todo en los sectores más transables». Añadió que «un país abierto no solo amplía el comercio, si no que amplía la tasa de inversión extranjera. Y la Argentina, según la CEPAL, es el país con menor stock de inversión extranjera de Sudamérica. Y esa es la contracara de ser un país cerrado».
4) SANEAR LAS CUENTAS FISCALES. La reducción gradual del desequilibrio fiscal exige tomar deuda para financiarlo. Este condicionamiento va a continuar los próximos dos años. En términos de déficit, la pauta prevista para el resultado primario se está cumpliendo. Este año alcanzaría un todavía elevado 3,3% del PBI. Pero el déficit financiero, que contempla el pago de capital e intereses de deuda, está en nivel comparable a 2015 y 2016, en un 6% del PBI.
Un informe de Ecolatina advirtió que producto del creciente pago de intereses (ascenderían a 2% del PBI a fin de año), el resultado financiero del Sector Público Nacional «no mostraría ninguna mejora respecto de 2016(el año pasado rozó 6% del PBI)».
El incremento de la deuda y la evolución del déficit financiero en términos de PBI serán indicadores clave a seguir los próximos años.
5) REDUCIR LA PRESIÓN TRIBUTARIA. La Argentina registra hoy la mayor presión impositiva de la historia y al mismo tiempo, un elevado rojo fiscal. El Gobierno proyecta que se podrá reducir el peso del sector público del actual 41% del PBI al 33% en el 2023.
El ministro Dujovne enfatizó que es objetivo «tener cuentas públicas saneadas» y, por lo tanto, complementará la Ley de Responsabilidad Fiscal (para impedir que el gasto público crezca por encima de la tasa de inflación) con un proyecto de Reforma Tributaria que ingresará al Congreso «antes de fin de año».
El funcionario sostuvo que se plantea «un esquema gradual de reducción de alícuotas impositivas de acá a cinco años, para que los empresarios tomen todas las previsiones necesarias en tiempo y forma», con la finalidad de que «nos ubiquemos a la altura del resto de los países del mundo en materia impositiva, donde el Estado no sea una carga. La dirección del cambio es inexorable».
Para Abeceb.com, «el Ejecutivo debe concentrar los esfuerzos en poner sobre tablas una reforma tributaria orientada a aumentar la incidencia de los impuestos directos y eliminar los distorsivos (como el impuesto al cheque); alcanzar un nuevo acuerdo fiscal con las provincias en el que se analice el nivel de gastos, empleo público y de ingresos brutos; impulsar un blanqueo laboral con incentivos para formalizar a los trabajadores y de esa manera, mejorar la calidad del empleo y ampliar la base de aportantes; y estudiar una reforma previsional que actualice la normativa y permita los aportes voluntarios».
6) GANAR MERCADOS INTERNACIONALES. Para garantizar el crecimiento el país necesita de importaciones que provean de bienes de capital que desarrollen la producción. Naturalmente, el paralelo crecimiento de las exportaciones permitirá obtener dólares para equilibrar la balanza sin depender únicamente del crédito externo.
Aquí Argentina enfrenta un problema: entre enero y julio registró el déficit comercial más alto de la historia para este período, sobre los USD 3.400 millones, por un crecimiento de las importaciones a un ritmo mayor que las ventas externas.
Sin embargo, el volumen del comercio exterior argentino es demasiado bajo. Según la Organización Mundial del Comercio, Argentina es uno de los diez países de menor ratio exportaciones/PBI del mundo y es uno de los tres países con menor ratio importaciones/PBI. La consultora DNI refirió que si se suman las exportaciones de servicios a las de bienes, el total equivale al15,9% del PBI.
«Nuestro comercio internacional es el más cerrado después del de Sudán y Nigeria, y somos parte del Mercosur, probablemente el bloque económico más cerrado del planeta», explicó el ministro Francisco Cabrera, quien propuso «una integración inteligente al mundo» a través de acuerdos comerciales, como el que se tramita con la Unión Europea.
«Nuestra experiencia es que los acuerdos internacionales se hacen para aumentar el comercio, pero no es lo que pasa inmediatamente. Lo que pasa es que lo que aumenta es la inversión, porque los inversores extranjeros deciden tomar posiciones en los mercados que se van a empezar a abrir», argumentó Cabrera en el 14° Consejo de las Américas.
«Argentina es un país que tiene muy poco comercio internacional: exportamos un número equivalente al 15% del PBI cuando Latinoamérica en promedio exporta el 22%, y el mundo, casi el 30%», explicó Marcelo Elizondo.
Dante Sica advirtió que «en materia de competitividad, el menú de cambios también es ambicioso e ineludible. Se deberá trabajar junto al sector privado y las distintas organizaciones en la reducción de costos no salariales y la suba de productividad; una mejora en la formación de capital humano, inversión en infraestructura y logística, reformar el mercado de capitales y lograr una radical simplificación administrativa».
7) APROVECHAR EL CONTEXTO EXTERNO. El FMI prevé una incipiente aceleración del crecimiento mundial. Mientras que la expansión global habría rondado el 3,2% en 2016, para 2017 se estaría ubicando en un 3,5 por ciento. El organismo internacional calcula un alza de la actividad e 3,6% para 2018.
El IAE de la Universidad Austral indicó que los fundamentos del crecimiento global radican en que los mercados financieros mantienen la tónica alcista, y observó una «recuperación cíclica de manufactura y comercio internacional». Además las economías desarrolladas exhiben un «repunte más vigoroso impulsado por mayor crecimiento de EEUU y mejores perspectivas de Europa y Japón».
A la par, las economías emergentes y en desarrollo como Argentina cristalizan «mejores perspectivas de crecimiento» por la «recuperación parcial de los precios de materias primas» y el «crecimiento firme de la economía china y de otros importadores» de commodities.