Invertir en desarrollos sustentables lejos de ser una moda es una acción de fuerte impacto en la esfera individual y en la de las próximas generaciones. Por otro lado, cómo podemos retirarnos por una puerta más grande.
Hay otro mundo, el de las finanzas sustentables. Esta forma de hacer negocios tiene como objetivo redireccionar el capital financiero hacia las inversiones que trabajan sobre la preservación de los recursos naturales y que buscan formas mejores y más amigables con el medio ambiente de producir para llegar a los consumidores con productos de mejor calidad y menos contaminantes.
“Consumimos un planeta y medio, y esta ecuación es insostenible” alertó Pablo Cortinez, Coordinador de Negocios y Ambiente de la Fundación Vida Silvestre, quien compartió su preocupación junto a sus compañeros de panel, Estefanía Scuderi de San Cristobal Seguros y el periodista Mariano Galíndez de la revista Punto Biz.
Durante ya algunas décadas distintos protocolos internacionales han trabajado sobre acuerdos para fomentar la producción sustentable y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, desde el Laudato Sí del Papa Francisco hasta el último Acuerdo de París, en el que Argentina tiene un lugar.
Estos acuerdos pretenden que exista un compromiso serio de parte de los países y las empresas a disminuir el calentamiento mundial, alentando a los países desarrollados a “limpiar la producción”, mejorando sus tecnologías y capacitando a otros países. Estos proyectos requieren de grandes fuentes de financiamiento y ofrecen beneficios, pero antes es necesario conocer algunos detalles.
En el caso de Argentina se observa que a nivel de ciertos commodities, como la soja o los productos forestales, y en otros lugares el aceite de palma o el pescado, hay en marcha certificaciones de sustentabilidad para garantizar una producción responsable y en armonía con el medio ambiente y reglamentaciones laborales. “Aquí el desafío es cómo unir el sistema financiero. En proyectos de inversión queda más claro. Pero a veces hay casos de empresas que quieren realizar certificaciones y no pueden solas porque necesitan una adaptación, cambiar alguna tecnología, capacitar a su gente. Ahí está el rol que tienen que cumplir las finanzas sustentables a través de líneas verdes que son usuales en otros países y que nosotros tenemos que empezar a mirar más atentamente” analizó.
“Cuando vas a pedir dinero a un banco o entidades para proyectos sustentables, lo primero que van a querer saber es si eso es real” comentó Cortinez, explicando que la solución es otorgada por distintas certificadoras a nivel mundial.
Desde el lado de vista empresarial, invertir en este tipo de proyectos sustentables está atado a un tema “reputacional” ya que, en palabras de Cortinez, “muchos bancos y empresas lo hacen para obtener una buena imagen”.
Luego de los Principios de Ecuador (EP, por sus siglas en inglés), marco de referencia lanzado en 2003 para que las instituciones financieras puedan determinar, evaluar y administrar los riesgos sociales y ambientales de sus proyectos, 78 instituciones a nivel mundial de 35 distintos países se sumaron a la iniciativa, pero en Argentina, sólo el Banco Galicia lo tiene dentro de su cartera de productos y herramientas.
Bonos verdes
Luego de que los primeros bonos verdes, orientados en su mayoría a energías renovables, trasporte, construcción y agua, se emitieran en el 2006, a cumplirse 10 años habían crecido un 100%.
Cortinez explicó que para saber que un bono es verde es necesario tener en cuenta si son aquellos destinados al desarrollo de la agricultura sustentable, a las energías renovables y conocer quiénes los desarrollan para poder contar con un reporte de resultados y contar también con terceras partes que den fe de esto.
Según una encuesta compartida por el miembro de Vida Silvestre, el 83% de los Bancos extienden estas “líneas verdes” para acotar el riesgo reputacional. “Ningún banco va a querer dar dinero a empresas contaminantes” explicó “y esta política funciona porque también es un negocio”.
La tendencia mundial es clara e indica que los mercados van a tender cada vez más a comprar productos sustentables. “Quien no lo haga quedará fuera del juego” alertó Cortinez.
Y es que en el fondo, la certeza de que la producción sustentable es un negocio será beneficiosa para todos, porque tal cual indicó el especialista, “a largo o mediano plazo es más rentable trabajar con empresas sustentables”.
Para finalizar su presentación, Cortinez contó sobre lo que en la jerga se conoce como “bono de carbono”, que supone un mecanismo de largo plazo por el cual una empresa contaminante “compensa” su accionar irresponsable con el medioambiente mediante la compra de bonos de otras empresas “verdes”, algo que a primeras parece una contradicción, pero que ha tenido su lugar en el mundo de las finanzas hasta el fin del Protocolo de Kyoto, quedando hoy algunos proyectos residuales.
¿Qué pasa en Argentina?
Nuestro país, en términos de finanzas sustentables, es uno de los que menos desarrollo relativo ha tenido. “Recién este año Argentina ha debutado con dos bonos verdes, ambos de jurisdicción provincial, emitidos por las provincias de La Rioja y Jujuy” comentó Cortinez.
El especialista explicó que en Argentina no hay ningún banco público que ofrezca una línea verde, pero es optimista en cuanto a que “ahora nuestro país presidirá el G-20, donde hay una línea que se llama Green Financial Estady Group, se pondrá sobre la mesa del sistema financiero argentino esta cuestión bastante desconocida”.
Otro tema: seguros de retiro colectivos
Mariano Galíndez, periodista de la revista Punto Biz y co-conductor del programa radial Después del cierre, fue el encargado de moderar el panel y dar una vuelta de timón para que Estefanía Scuderi de San Cristóbal Seguros tomara la voz cantante y se metiera de lleno en la temática de los seguros de retiro.
Scuderi llegó con una nueva herramienta bajo el brazo y sin distracciones presentó al auditorio las novedades y beneficios que presenta el seguro de retiro colectivo que propone su empresa y que tiene como objetivos mejorar la cobertura del empleado al jubilarse, motivarlos y fidelizarlos, reducir cargas sociales, mejorar los planes de salida de empleados y obtener ventajas impositivas.
“Tenemos que pensar hoy lo que nos va a pasar mañana” aconsejó, al tiempo en que explicó que este tipo de seguro colectivo permite a la empresa ofrecer a sus empleados un fondo de respaldo que complementa su jubilación. “Durante su etapa activa el empleado aporta a este fondo común que está exento del impuesto a los bienes personales y no puede ser embargado, obteniendo un claro beneficio económico al momento de su retiro”.
Un dato a tener en cuenta es que es la misma empresa la que elige quiénes pueden acceder a este tipo de seguro de retiro, pudiendo hacerse exclusivo de puestos gerenciales, según salario o categoría o a la totalidad de sus empleados.
Claramente la herramienta agrega beneficios a los empleados, y vale aclarar que su aceptación no es obligatoria, así como también sirve para que la empresa se plantee diversos objetivos.
“A través del retiro colectivo el empleado no tendría retenciones ni que pagar ganancias al momento de su jubilación, obteniendo así un beneficio concreto, al igual que la empresa que se ahorra un 35% en cuanto a cargas sociales” detalló. Pero no todas son buenas noticias, ya que uno de los aspectos negativos de este tipo de retiro es que el empleado no puede disponer del dinero automáticamente, ya que debe cumplirse un plazo de 12 meses obligatorio antes de poder hacerlo.
Aún así “las ventajas son tangibles” enfatizó Scuderi, recordando el ahorro impositivo del 35% y el impacto positivo en el empleado.
Una nueva herramienta llegó y está sobre la mesa, ahora será responsabilidad de las partes analizar su utilidad, desgranar sus beneficios y sortear sus incógnitas.