Se impone la postura de Guzmán, quien asegura que ya pasó el pico y que las presiones inflacionarias irán cediendo. Además, no quiere meter más ruido en la economía en medio de las nuevas restricciones ante el aumento de casos de Covid-19
El fuerte aumento de la inflación en los últimos meses pone en apuros al Banco Central. Sin demasiados instrumentos para controlarla, todo indica que el titular de la entidad, Miguel Pesce, prefiere reservarse una carta que hoy resultaría políticamente incorrecta jugar: un aumento de las tasas de interés.
La tasa de política monetaria, que es utilizada como referencia, quedó congelada hace ya varios meses en 38% anual, pese a que la inflación anualizada está en torno al 60% (tomando como referencia los últimos seis meses). Los plazos fijos en pesos pagan menos del 40% anual en pesos y también pierden atractivo, por lo que los ahorristas recurren a bonos ajustados por CER (como las Lecer emitidas por el Tesoro), que permiten una mejor cobertura en un contexto inflacionario.
El directorio del Central se reunirá hoy, como todos los jueves, por lo que existe cierta expectativa sobre un eventual aumento para la tasa de referencia del sistema financiero. Sin embargo, en el mercado consideran poco probable un ajuste. Por otra parte, el BCRA desactivó el Comité de Política Monetaria que en su momento armó Federico Sturzenegger.
Una suba de tasas podría generar todavía más “ruido” en una economía que busca sostener el repunte luego de la fuerte caída por la cuarentena del 2020. Una decisión de estas características complicaría más el panorama encareciendo el crédito y haciendo la vida más difícil incluso a sectores que hoy quedaron muy mal parados en un escenario de nuevas restricciones para disminuír los casos de COVID-19.
El economista Fernando Marul señaló que en alguna medida es el Tesoro quien hoy está manejando la política monetaria. “En la licitación de letras de hoy (por ayer) hubo un leve aumento en los rendimientos de los títulos, que cortaron al 38,70% cuando las Leliq están al 38%”.
Por otra parte, el BCRA luce cada vez más desdibujado. Las medidas antiinflacionarias pasan más por las negociaciones que viene desarrollando la secretaría de Comercio Interior que por decisiones “ortodoxas” de la autoridad monetaria. Y las señales de tasas de interés provienen en realidad del ministerio de Economía a través de las licitaciones de letras del Tesoro.
Es posible que el pico inflacionario del 4,8% de marzo vaya disminuyendo lentamente a partir de la decisión del Gobierno de reducir el ritmo de suba del tipo de cambio oficial y de mantener casi congeladas las tarifas. La tesis del ministro de Economía, Martín Guzmán, es que no hay que guiarse por los datos pasados de inflación para tomar decisiones de política monetaria, sino que debe proyectarse cuál será el nivel para todo 2021.
Este particular equilibrio de tasas reales negativas, es decir por debajo de los últimos valores de inflación, es posible por dos razones: el cepo cambiario es una barrera de contención natural para que los inversores se queden en pesos, especialmente las empresas y los institucionales. Y por otra parte en la medida que el dólar permanezca relativamente quieto –como viene sucediendo- aún una tasa de plazo fijo negativa permite un interesante negocio en moneda dura.
Claro que toda esta arquitectura puede evaporarse en el momento en que el tipo de cambio empieza a ganar velocidad. Por eso, la preocupación oficial es mantener el “status quo” en materia cambiaria por lo menos hasta las elecciones. El ingreso de dólares provenientes de la cosecha de soja, que tocó máximos arriba de los USD 540 en las últimas horas, será clave para estirar lo máximo posible la paz cambiaria.
Mientras tanto, los inversores igual buscan opciones que les permitan acceder a tasas más atractivas, pero no es sencillo. Los bonos que ajustan por CER, por ejemplo, tienen tasas negativas del 7% ante la fuerte demanda que hubo en los últimos meses.
La mejor opción son los plazos fijos ajustables por CER, que los bancos deben ofrecer a una tasa positiva anual del 1%. Eso explica el gran crecimiento de los últimos tiempos, aunque partiendo de una base muy baja. Crecieron 35% en apenas un mes y medio y totalizan los $ 116.000 millones, pero se trata de una cifra casi irrelevante para el total del sistema.