Regiría para empresas. Desde hoy, la Casa de la Moneda destruirá $ 1000 millones por día en billetes de $ 100 deteriorados, casi el doble que el monto actual
A partir de hoy, la Casa de la Moneda pasará a destruir $ 1000 millones por día, ya que va a tener capacidad para destruir 10 millones de billetes deteriorados, de todas las denominaciones. Al ser todos de $ 100, son $ 1000 millones diarios, casi el doble de los $ 600 millones que venía destruyendo hasta ahora.
Con esta oferta, los bancos aceptaron posponer por 180 días el cobro a empresas por depósitos en efectivo. La implementación se discutirá hasta el 1 de septiembre y, en paralelo, el BCRA acelerará el proceso de destrucción de billetes que hoy el sistema financiero considera excesivos o innecesarios.
Según pudo saber este diario, el plazo de 180 días fue propuesto por el Central y aceptado por los bancos. En ese período acordado, se discutirá la implementación de medios electrónicos de pago, de alternativas diversas que reemplacen el efectivo, con costos muy reducidos. Eso abre la puerta a nuevos negocios para los bancos, en los que el reemplazo del efectivo por el dinero electrónico será el protagonista principal.
En el caso particular de las recaudadoras, la idea es que reciban pagos por vía electrónica. Eso reducirá el cash que manejan y, en consecuencia, las eventuales comisiones que tienen que pagar por depositar.
Tregua de “Fedes”
Los “Fedes” llegaron finalmente a una tregua. «Fede, impulsen el cobro por fuera del efectivo», le propuso el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, al dueño del supermercado La Anónima, el más grande que hay en la Patagonia, Federico Braun (a su vez vicepresidente de la Asociación de Supermercados Unidos -ASU- y tío del secretario de Comercio, Miguel Braun), en una reunión en el BCRA en la que estuvo también Juan Vasco Martínez, director ejecutivo de la ASU, Alfredo Coto (presidente de ASU); Alejandro Grande, director general de Día; representantes de Wal Mart (se quejaron que el año pasado perdieron plata en el país) y de las principales cadenas de hipermercados. «El Gobierno nos acusa de aumentar los precios, cuando los precios vienen de la industria: ahí están los formadores de precios, en rubros como mermeladas o cervezas hay cuasi monopolios. Y que controlen a los chinos que no dan ticket», replican.
«Fede, ¿pero cuál será el beneficio para nosotros?», le retrucó el titular de La Anónima a Sturzenegger, mientras los demás supermercadistas presentes presumían que se conocían de antes, por llamarse mutuamente Fede el uno al otro.
Finalmente, un mail del gerente general del BCRA, Mariano Flores Vidal, dirigido a Vasco Martínez (que lo reenvió a los CEOs de las cadenas agrupadas en la cámara), calmó las aguas. Aseguraba que por 180 días habían acordado con los bancos frenar el cobro por depósito de efectivo.
En la reunión con los híper, la idea de Sturzenegger fue que impulsen los cobros por transferencias directas. O sea, que al momento de pagar, el cliente entregue su tarjeta de débito, pero que al hacer la operación haya un botón optativo para que la transacción pueda realizarse sin el costo del 1,5%, sino a costo cero. «Pero los bancos no te van a regalar el negocio, algo van a querer a cambio, cobrarán menos, pero algo querrán», desconfían entre los supermercadistas, que calificaron la reunión con el BCRA como que «nos oyeron pero no nos escucharon».
El margen del negocio hipermercadista es de entre 2 y 3%, por lo que si deben pagar el 1%, ese costo lo deben trasladar a la góndola, pues les comería hasta la mitad de su margen de ganancia. De todos modos, los súper ya venían pagando a los bancos por ser grandes depositantes alrededor de 0,25%, y dos cadenas arreglaron en subir la alícuota al 0,5%. Aunque todo parte de una negociación, ya que el 1% más IVA que anunciaron los bancos que cobrarán a las empresas que depositen efectivo puede resultar insignificante al lado del negocio que es el payroll (cuentas sueldo), líneas de crédito, comercio exterior e inversiones. Por eso, los bancos decidieron primero mandar las cartas anunciando el recargo y luego salir a negociar.
«Lo que quiere el BCRA es que los bancos negocien un porcentaje que cierre a ambas partes sin más ruido porque varias cámaras (supermercados, distribuidores, combustibles, bebidas) fueron al reclamar al Central que ese costo debían trasladarlo a los precios, con lo que podría haber un impacto inflacionario», revela una fuente conocedora de la trastienda.
De ahí que el Central haya dado señales de amor las últimas dos semanas, al dejar que uno de los grandes bancos del sistema depositara en sus arcas $ 2.300 millones de billetes deteriorados y otro $ 700 millones.