Analistas desguazan las estadísticas para conocer el poder de fuego del Central. Una de las claves, cuántos bonos les quedan.
El BCRA usó aproximadamente un cuarto de las reservas compradas en el mercado de cambios desde octubre pasado hasta fin de marzo para intervenir en las distintas cotizaciones del dólar. Así lo confió un hombre cercano a la mesa de operaciones del ente monetario a este diario al señalar que “fueron unos u$s600 millones los usados para comprar bonos” y así indirectamente influir principalmente en el CCL y el MEP. Al parecer, según comentó, el nivel de intervención había bajado sustancialmente en las últimas semanas. Varios analistas consideran que hay cierto “oscurantismo” en las estadísticas oficiales pero, como sostienen los hombres del BCRA, las intervenciones no son nada diferentes a las realizadas por todos los directorios de las últimas décadas, como ser diferentes swap con entidades del exterior.
“Es más, el BCRA tiene ahora más bonos que antes de la reestructuración. O sea, compró más bonos contra dólares que los bonos que vendió contra pesos”, explicó un funcionario con llegada a la mesa del BCRA. Ocurre que en el mercado todos quieren conocer la posición de bonos del canje que tiene el ente monetario, porque no es más ni menos que parte de la munición disponible para intervenir. De ahí el interés por el tema. Lo cierto es que en el seno del BCRA, además de velar las armas a la espera de una postergación consensuada con el Club de París (el próximo 31 de mayo es la fecha clave para cancelar el vencimiento con el Club de u$s2.400 millones, si no se paga empiezan a correr intereses punitorios por u$s300 millones) y de esperar para agosto el ingreso de los nuevos DEG del FMI, la mirada está puesta en el devenir de las exportaciones, sobre todo, del segundo trimestre. Según estimaciones oficiales, esperan un aumento de la liquidación de los exportadores en torno a los u$s10.000 millones. De modo que el balance comercial arrojaría un superávit de entre u$s15.000 a u$s20.000 millones. De ahí luego se deben afrontar, por ejemplo, los pagos de servicios, de deudas privadas y el atesoramiento. Por lo que no cabría esperar un significativo nivel de acumulación de reservas en los próximos meses, aunque en el desierto cada gota de agua vale su peso en oro. Por lo tanto, hasta tanto no se garantice un nivel de exportaciones tal, por ejemplo de u$s80.000 a u$s85.000 millones, los integrantes del Directorio del BCRA ni siquiera amagarán con relajar un ápice del cúmulo de restricciones cambiarias vigentes. No hay ningún margen para ello. Solo se puede aspirar a pagarle al Fondo con los DEG, postergar el Club de París, y con las reservas que se ganen afrontar el cierre del año.
Por eso, quizás como intentaron meses atrás los técnicos y funcionarios del Fondo que visitaron el edificio de Reconquista al 300, resulta interesante hacer el ejercicio de discernir el entramado de pensamientos en el seno del Directorio del BCRA. Hoy ese trabajo casi sicológico muestra que hay una gran preocupación por el tema inflación. Los indicadores de alta frecuencia que monitorea y emplea el Central vienen dando un respiro al comenzar la faena estadística que luego se evapora al constatar un amplio espectro de aumentos en los precios minoristas y mayoristas. Lo que tienen en claro en el ente monetario es que abril/mayo es clave, sino se desacelera la tasa de inflación mensual tendrán que pensar en nuevas medidas (menú que incluirá la tasa de interés). Hoy ven que es difícil que abril de por debajo del 3,5% con un IPC de marzo cercano al 4%. Así y todo, se inclinan a un crawling peg en torno del 2%. Hoy no cuenta el nivel del tipo de cambio real, tanto multilateral como bilateral, al que consideran adecuado dentro del promedio histórico. “Si se atrasa un poco, después lo recuperaremos”, dicen en el Salón Bosch. Con relación a la emisión programada para este año, hay un dato no menor, y es que del contrato con Casa de Moneda del año pasado ha quedado un remanente impreso que está en el Tesoro del Central y en la sociedad impresora. De modo que este año, de no mediar ningún cisne negro relevante, Moneda no tendría que imprimir tantos miles de millones de pesos como el año pasado. Hasta el momento el Tesoro Nacional espera recibir poco más de $1,2 billones de asistencia (en 2020 fueron más de $2 billones).
Claro que la pandemia sigue jugando y como pinta el panorama, a pesar de los deseos del Palacio de Hacienda de no alimentar el déficit primario con gasto pandémico adicional, si se toman medidas que cierren la economía eso impactará en la recaudación y en el gasto y por ende el BCRA deberá asistir más al Tesoro. Al fin y al cabo el 2021 es casi un replay del 2020 aún con final abierto.
Fuente: https://www.ambito.com/economia/bcra/el-uso-25-las-reservas-compradas-intervenir-dolar-n5184231