Ruralistas quieren pedir una partida especial para los productores afectados por el clima en el norte del país y que el Gobierno defina cuánto cereal se exportará
La audiencia con el nuevo ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, ya estaba pedida. Los titulares de la Federación Agraria Argentina (FAA) Eduardo Buzzi y de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Miguel Etchevehere, abordaron al flamante jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, la semana pasada durante la reunión anual de la Unión Industrial Argentina (UIA) para, también a él, pedirle una reunión.
La agenda del campo tiene pedidos de asistencia y de normalización de los mercados al tope de la lista, sin por eso descuidar el denominador común que afecta tanto a la producción agropecuaria como a la industrial: la competitividad.
Tras dos años de sequía, los productores del norte del país son los primeros en la lista de urgencias. En este sentido “se necesita un financiamiento extraordinario para asistir” a esos agricultores, según dijo Buzzi a El Cronista.
La segunda urgencia del campo está en la cadena del trigo. Cuando ya se cosechó prácticamente un tercio del área destinada al cultivo en el país, el Ministerio de Agricultura aún no habilitó el cupo de exportaciones para una campaña en la que el sector rural anticipa un excedente de exportación de entre dos y tres millones de toneladas.
Para no repetir la mala experiencia de la campaña pasada, en la que se habilitaron exportaciones por cinco millones de toneladas, de las cuales luego se exportaron tres porque debió cerrarse el grifo de las ventas externas para abastecer el mercado local, ahora las autoridades nacionales esperan tener certeza sobre los rendimientos antes de habilitar el cupo.
El resto de los reclamos del campo tienen estricta relación con el tipo de cambio. Es que la brecha entre el oficial y el ‘real’ también es un problema para el sector, que denuncia que pierde competitividad. Para recomponerla, “hace falta que la brecha con el dólar agropecuario se acorte”, como sucede con el llamado dólar turista, explicó Buzzi.
La forma más directa de que eso pase es la baja en las retenciones y, dentro del combo de productos alcanzados por derechos de exportación, la carne es el que primero viene pidiendo pista en la agenda rural. Excepto para los termoprocesados, el producto tributa 15% de retenciones. Hace un par de meses, avanzaba la idea de quitar el impuesto, pero por la suba del producto en el mercado interno, el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, freno esa iniciativa. Es una bandera que los ruralistas quieren volver a alzar para promover la competitividad de las ventas externas aunque, aclara Buzzi, no es el único factor necesario para recomponer la actividad.
Otro punto de relevancia para el ruralista es implementar una segmentación a las retenciones a la soja, ampliamente debatida pero nunca aplicada, para productores de menos de 500 toneladas, y abordar la situación de las economías regionales.