El fuerte repunte de la actividad post-pandemia se puede transformar en el “rebote del gato muerto”. Falta de gas, sequía, dificultades para acceder a insumos y las exigencias del FMI, los principales riesgos
A fuerza de falta de gas y también de dólares, el fuerte repunte de la actividad económica durante 2021 que logró recuperar el terreno perdido durante la pandemia corre serios riesgos de quedar circunscripto a la metáfora del “rebote del gato muerto”. Así suelen llamar los economistas para describir una economía que cae tan profundo que sólo puede recuperarse, pero no necesariamente crecer. Esa es, precisamente, la foto que se empieza a temer.
La sequía, combinada con la escasa disponibilidad de divisas para importar dada la exigencia del Fondo Monetario de acumulación de reservas y el impacto del nuevo contexto internacional, signado por la suba de las commodities con fuertes subas en los costos de la energía que pone en jaque el normal abastecimiento para los próximos meses, podrían no sólo borrar el “crecimiento” por mero arrastre estadístico, sino determinar el estancamiento e incluso un retroceso del PBI.
Para JP Morgan, si el aumento del precio de la energía no logra ser compensado por los ingresos del complejo agropecuario, crecen 50% las probabilidades de que la Argentina vuelva a caer en recesión
“Hay elementos recesivos que podrían evaporar el elevado arrastre estadístico positivo que dejó el año pasado, generando incluso una mínima caída promedio del PBI en 2022 de -0,5%”, sostiene el último informe de la consultora Equilibra, en el que se destaca que el año pasado dejó un arrastre estadístico positivo de 3,0% (según Cuentas Nacionales) para 2022 y que el consenso del mercado prevé que el PBI se estanque o caiga en términos desestacionalizados, pero que logre crecer en promedio en 2022. La consultora advierte que esto podría, finalmente, no ocurrir. En este sentido, consideró que la maldición de los años pares no perdona y volvería a cumplirse este año. Así, la proyección de PBI incluida en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, en el rango de 3,5% a 4,5%, que implica una leve expansión real de la actividad, debería ser revisada durante la visita de los técnicos del FMI el mes que viene cuando se “recalibren” las metas.
En el mismo sentido se orienta el análisis sobre la economía argentina del JP Morgan que, si bien sostiene por ahora una proyección positiva de 3%, advierte que si el impulso de los términos de intercambio se vuelve negativo por un aumento del precio de la energía que no logre ser compensado por los ingresos del complejo agropecuario, crecen 50% las probabilidades de volver a caer en recesión. Particularmente, el banco de inversión focaliza en el segundo trimestre, cuando prevé una caída de 2,5% de la actividad económica. “Es probable que la sequía y los riesgos energéticos afecten la producción agrícola e industrial”, señala el reporte elaborado por Diego Pereira y Lucila Barbieto.
Señalan los analistas del JP Morgan que el pico de los precios de la energía, particularmente del GNL, puede provocar restricciones que impacten en la producción más que en los hogares, dada la sensibilidad del contexto político. Al mismo tiempo, señalaron que la aceleración de la inflación recortará el nivel de ingresos, impactando en el nivel de consumo. “La combinación de ambos factores suman presión a la baja a la contracción que ya asumimos de 2,5%”, puntualiza el informe.
Los dólares son escasos no solamente para importar los insumos que necesita la producción sino que también lo son para garantizar el suministro de gas
La tormenta es perfecta: aún cuando los precios récord de los granos favorezcan el ingreso de divisas, la disponibilidad de dólares para la producción está jaqueada tanto por la exigencia de acumular reservas del FMI como por la imperiosa necesidad de destinar esas divisas a la compra de gas, cuyo precios se quintuplicaron de acuerdo a lo pagado en la licitación de 9 barcos de GNL del miércoles pasado. Y, aún cuando se orienten los dólares exclusivamente a ese fin, la cuenta luce tan abultada a los valores convalidados (entre USD 5.500 y 6.500 millones) que en la industria ya trabajan en el plan de cortes y restricciones en el abastecimiento. En otras palabras, no sólo son escasos los dólares para importar insumos para producir sino que también lo son para garantizar el gas a la producción. En ese marco, un crecimiento real luce como una hazaña improbable.
“Por ahora manejamos una pauta de crecimiento del PBI de 2,1%, que no incluye la eventualidad de los cortes de gas, pero sí la sequía. Está claro que con cortes en el suministro, la estimación empeora”, afirmó Pablo Repetto, director de la consultora Gabriel Rubinstein y Asoc.