El rojo primario en el sector público fue de $ 54.000 millones y acumula $ 144.000 millones en estos cinco meses. Analistas anticipan que junio será crucial. Después comenzarán a crecer los gastos y a caer los ingresos, que tuvieron ayuda extra
En mayo las cuentas públicas registraron un déficit fiscal primario de $ 54.520 millones y un rojo financiero de $ 144.852 millones, informó el Ministerio de Economía, un resultado signado por ingresos tributarios que casi se duplicaron y gastos corrientes que perdieron por varios puntos contra la inflación.
No obstante, el informe fiscal no computa los más de $ 80.000 millones que ingresaron por el impuesto a la riqueza. De hacerlo, en mayo habría habido superávit primario de $ 25.714 millones y un déficit financiero de $ 64.618 millones.
De esta manera, el déficit acumulado asciende a $ 135.115 millones en los primeros cinco meses del año, mientras que el resultado financiero totaliza $ 306.058 millones.
Se trata de un resultado bastante mejor que el del mismo período de 2020.»La posición fiscal mejora por mayor presión tributaria y mayor inflación por el lado de los ingresos, mientras que gastos totales que caen 4% real. El ahorro por el lado del gasto se hace vía intereses, jubilaciones y sueldos, y se expande en programas sociales y subsidios a tarifas», señaló Esteban Domecq, de Invecq.
De todas maneras, mayo de 2020 está signado por un desplome de la recaudación con el inicio de la pandemia y la cuarentena y un importante incremento del gasto para asistir a empresas y hogares, muy superior a las erogaciones actuales.
Es que según la Oficina del Presupuesto del Congreso (OPC), el gasto Covid acumulado hasta mayo es de $ 125.435 millones, casi el equivalente al déficit primario acumulado en el año. Este monto representa un tercio del gasto autorizado por $ 386.596 millones (1,3% del PBI), y un 30% más que el gasto previsto en el Presupuesto, de apenas $ 94.556 millones.
Así, estas partidas extra compensan parte de los ingresos extraordinarios por retenciones debido a precios internacionales y el propio impuesto a la riqueza, que entre ambos aportarían cerca de $ 400.000 millones.
Por este motivo, Gabriel Caamaño, de Consultora Ledesma, relativizó la mejoría fiscal respecto a 2020. Por un lado, resaltó que la meta fiscal para este año era «holgada», dado que la previsión del Presupuesto arrojaría un déficit mayor al de 2020 si no se le contabilizara el gasto Covid (el año pasado totalizó más de $ 900.000 millones, casi 4% del PBI) y que la trayectoria es parecida a la de los años previos a 2020.
«Contra 2020 el resultado fiscal viene bastante bien, pero contra los años anteriores no tanto. Hasta mayo influyeron mucho los ingresos extraordinarios como el impuesto a la riqueza y el salto del precio de la soja. Hay varias medidas que van a impactar desde junio en materia de aumento del gasto por temas electorales. Junio va a ser el punto de inflexión, porque además en el segundo semestre suele correr el grueso del déficit», explicó.
Por su parte, Domecq añade que los números de mayo podrían implicar una reducción en las proyecciones fiscales de déficit primario a 3,5% del PBI y del rojo financiero, a 5% del PBI. «Dependerá fundamentalmente de la voluntad política», indicó.
INGRESOS AL ALZA Y JUBILACIONES AJUSTADAS
Los ingresos tributarios continuaron con la dinámica alcista de los meses anteriores, con una suba nominal de 89% hasta $ 570.000 millones.
Los derechos de exportación casi que cuadruplicaron lo embolsado respecto al mismo mes de 2020, por la suba de los precios internacionales de la soja y otros commodities (pasaron de $ 23.622 millones a $ 88.761 millones), y fue la tercera mayor fuente de ingresos detrás de los aportes a la seguridad social ($ 176.353 millones) y el IVA neto de reintegros ($ 106.712 millones).
Por el lado de los gastos, las partidas más robustas se deterioraron respecto a la inflación interanual de 48,8%. Las prestaciones sociales crecieron solo un 10% respecto a mayo de 2020, debido a que en aquel mes la asistencia por la cuarentena era mucho mayor con el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
Sin embargo, el componente más representativo de estas erogaciones, las jubilaciones y pensiones, crecieron solo 32,3% interanual, una caída real de más de 11%. Y se trata de una dinámica ya observada en meses anteriores, dado que en lo que va del año acumulan $ 1,1 billones y el deterioro es de 12%. Es decir, unos $ 150.000 millones menos que si hubieran seguido a la inflación.
Esta licuación de los gastos corrientes debido a una inflación mucho más elevada a la presupuestada, de 29%, es uno de los principales factores de la reducción del déficit en estos cinco meses, pero Caamaño señala que se trata de un «efecto transitorio» debido a que el índice de salarios al que está vinculada la fórmula de ajuste recuperarán terreno en el segundo semestre.
Así, la segunda mitad del año sería mucho más expansiva. «El ajuste en las jubilaciones se empieza a agotar, es un efecto transitorio del primer semestre. En el segundo va a haber mucho más déficit y un gasto mucho más expansivo, mientras que la recaudación va a empezar a sufrir por caída de precios internacionales y una actividad no tan fuerte como a comienzos de año», indicó.
En contrapartida, los gastos en subsidios económicos continúan al alza y crecieron 8,5% en términos reales, suba casi toda concentrada en materia de energía debido al ajuste tarifario mucho menor al previsto en el Presupuesto.
«Hasta mayo se acumula un 1% del PBI en concepto de subsidios económicos, el máximo de lo observado en los últimos seis años», resaltó el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf).