Con el argumento de no contraer nueva deuda, la Argentina paga los compromisos oficiales con reservas. Sin embargo, las tenencias de divisas caen tendencialmente desde fines del año pasado.
Dentro de un mes, el Gobierno deberá pagar US$2.140 millones para dejar cerrado el capítulo del Bonar VII. Será el pago más impactante, ya que irá a los bolsillos de los inversores. Pero no el único. En todo el año, los pagos sumarán US$7.340 millones. El año próximo, con el pago del Cupón PBI por US$3.000 millones, las erogaciones llegan a los US$8.647 millones. Y toda esa cantidad de divisas debería salir de reservas que no crecen.
Las divisas en poder del BCRA terminaron la semana en torno a los US$37.000, pero dentro de esa cantidad hay US$7.000 que son “argendólares”, es decir, de particulares. Y existen otros conceptos que no son puntualmente “reservas líquidas”. En total, son unos US$10.000 millones que se deben restar a la cifra que difunde el BCRA. Así, luego del pago del Bonar VII el 12 de septiembre, las reservas habrían descendido por debajo de los US$35.000. Se supone que parte del bajón se compensará con el crédito a tres años por US$3.000 que le habría concedido el Banco Central de Francia y que, obviamente, no se hará público.
“Me parece que seguir pagando la deuda con reservas es muy caro en términos de las divisas que tiene el Central”, expresó Miguel Kiguel, titular de la consultora Econviews. Agregó que “cuando el nivel de las reservas llegaba a los US$50.000 millones, pagar la deuda con esos fondos tenía justificación. Es debatible, pero la Argentina no tenía acceso al mercado internacional y debería haber pagado una tasa por encima del 10%”, en cambio, ahora, “se mantienen las misma condiciones pero las reservas netas, menos los argendólares, serían unos US$30.000. Así, se llegaría a 2015 muy apretado”.
El problema, claro, es que la deuda no es de las más bajas de la región y la Argentina suma reservas (que luego aplica a pagar esa deuda) básicamente por el intercambio comercial. Pero, a pesar de una balanza comercial superavitaria, el BCRA perdió divisas a un ritmo de unos US$1.000 millones mensuales en los primeros seis meses del año. Incluyendo el “trimestre de oro” de liquidación de divisas por parte de los exportadores de soja. En los primeros siete meses del año, el BCRA apenas pudo comprar US$1.200 millones, contra US$7.700 de 2012. Un dato para exhibir la fragilidad del sector externo: entre enero y junio, la balanza turística mostró un déficit de US$302 millones, algo así como 67 veces los cedines utilizados en operaciones inmobiliarias. Y conseguir más divisas ajustando las importaciones, ya que las exportaciones no dependen del deseo de las autoridades, puede tener efectos perjudiciales sobre el nivel de actividad y en el empleo.
“Esta no es la típica crisis del sector externo del tipo ‘stop and go’, ya que la escasez de divisas no la produjo el crecimiento, sino la política aislacionista del país”, expresó Jorge Todesca, titular de Finsoport. Sostuvo que “el problema de la deuda no es su magnitud sino la manera en la que se paga, con reservas”, y que por eso, “debería haber otra reestructuración de la deuda, canjeando la actual por otra de más largo vencimiento”.
Y concluyó que “el mayor problema no es la balanza comercial, que de última puede resolverse con una devaluación, sino la cuenta capital. Por ejemplo, las multinacionales tienen casi US$6.000 millones que no pueden girar al exterior y nadie pone un centavo en el país. Ese es el mayor problema”.
Fuente: http://www.ieco.clarin.com/economia/fragil-equilibrio-reservas-deuda_0_972503043.html
