Un veloz pero desigual crecimiento de la economía y una población que está cerca de alcanzar los 1400 millones de habitantes obliga al gobierno chino a salir a la búsqueda de alimentos y energía
Materias primas, materias primas y más materias primas. Ese es, sin lugar a dudas, el objetivo primordial y estratégico de la visita del presidente Xi Jinping a la Argentina. Y es que el gigante asiático tiene muy presente que el número de habitantes que tendrá en 2020 alcanzará las 1.400 millones de personas, en el país no abundan las tierras fértiles y al menos por ahora, la dependencia energética y alimentaria es un hecho de la realidad que hay que tratar de cubrir.
Todos los acuerdos de negocios o inversiones que se firmen mañana tendrán alguna relación, ya sea directa o indirecta, con el objetivo chino.
Como señala Mariano Urzi, director del Programa Asia Pacífico de la Universidad Torcuato Di Tella, “América latina en general y la Argentina en particular, constituyen un componente crítico en la estrategia de Beijing de provisión de bienestar-seguridad energética-alimentaria- a su población”.
En el caso argentino, esta necesidad de China le ha servido al Gobierno para mantener la prosperidad a través del comercio y las inversiones. En ese sentido, Turzi agrega que “ha contribuido a mantener la finanzas publicas por encima de la línea de flotación, lo cual a fortalecido la posición interna del gobierno”.
Lo cierto es que el fenomenal crecimiento económico que ha registrado China en los últimos 20 años y que la han convertido en la segunda economía del mundo, no ha sido parejo.
Edificios ultramodernos, industria espacial, autos eléctricos, trenes bala, aviones teledirigidos, inteligencia artificial, robótica. Todos estos datos son una realidad hoy en China y perfilan lo que será el país en el futuro.
Después de años de letargo el Gran Dragón despertó y la etapa en la que se convirtió en la factoría del mundo exportando productos baratos realizados por miles de obreros con salarios de hambre, ya pertenece al pasado. China ha pasado a ser la segunda economía mundial y su poderío e influencia traspasa los asuntos económicos para tener una participación activa en la agenda internacional.
China se encuentra ahora en el proceso de cambio del modelo económico que ya no se apoya tanto en las inversiones y las exportaciones sino que busca una etapa de mayor consumo interno.
Pero junto con esta China pujante convive otra realidad que es la de los campesinos que perciben bajos ingresos y la de aquellos que migran a la ciudad (se calcula que son unos 200 millones) en busca de mejores oportunidades y se amontonan en centenares de monoblocks que contrastan con edificios altísimos de vidrios espejados.
Y mientras la clase pudiente se desplaza por las carreteras en autos de alta gama, los más pobres viven del dinero que les da transportar a turistas llevándolos en pequeños vehículos o de negocios.
Otro factor que está presente en la China actual y que es fruto de su acelerada industrialización es la gran polución que hay en las ciudades importantes y un sistema de seguridad social insuficiente. A finales de 2011, unos 500 millones de chinos disponían realmente de seguro de enfermedad y apenas unos 300 millones disfrutaban de algún tipo de pensión. Subsidios por desempleo, maternidad o accidentes de trabajo están fuera del alcance de las mayorías. Desde entonces esta situación ha mejorado pero no lo suficiente. Basta recorrer un hospital público de Beijing para comprobar que tiene las mismas deficiencias que cualquier hospital de un país en desarrollo: hiperpoblación de pacientes, paredes despintadas, falta de insumos..
A nivel económico China dio un gigantesco salto de una nación pobre a una de ingresos medios, pero tiene por delante un reto mucho más arduo: el paso a una economía de ingresos altos como Estados Unidos, Japón o la mayoría de las economías de la Unión Europea (UE).
En el caso de las relaciones comerciales entre Argentina y China hay un dato que los negociadores argentinos no deberían desatender y se refiere a los cambios que surgirán a partir de 2016, cuando China pase a ser considerada “economía de mercado” por la OMC.
Un informe del Ieral señala que en la Argentina existen 87 casos de anti-dumping iniciados contra China sobre un total de 305 en el lapso 1995-2002. En general son productos manufacturados y los márgenes de protección van desde 15% o 20% “pero en algunos casos alcanzan a superar el 100% (cubiertos de acero), por lo que un cambio en el cómputo podría tener un impacto sustancial”, advierte el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina (Ieral) de la Fundación Mediterránea.
Como señaló el embajador chino en la Argentina, Yin Hengmin, su país no pone ningún impedimento al ingreso de productos argentinos. Habrá que ver si para ese entonces, la Argentina está en condiciones de enfrentar ese desafío.