Por una resolución, se dejó sin efecto la prohibición de importar soja que regía desde 2009. Dicen que es para optimizar la capacidad industrial y mejorar el agregado de valor
Algunos lo consideran un gesto más del retorno a la «normalidad» que enarbola el gobierno de Mauricio Macri, otros lo ven como una respuesta directa al adelanto de los dólares de exportaciones futuras que hicieron las cerealeras apenas se salió del cepo, y otros lo consideran como cierta presión hacia los productores que aún tienen unas 7 millones de toneladas de la oleaginosa «vieja» en su poder.
Lo cierto es que a través de una resolución conjunta de los ministerios de Producción y de Hacienda y Finanzas, publicado ayer en el Boletín Oficial, se dejó sin efecto la prohibición para la importación temporaria de soja sin procesar desde otros países del Mercosur, que la administración kirchnerista había puesto en marcha hace siete años.
Las importaciones temporarias, que en el pasado se hacían principalmente desde Paraguay, y en menor medida desde Uruguay, apuntan a que el polo aceitero y oleaginoso de Rosario, donde se producen aceite, harina y pellets de soja para su posterior exportación, cuenten con insumos suficientes como para que la capacidad instalada tenga «plena ocupación».
La medida llega luego de que desde el propio Gobierno se expresó preocupación por las demoras en la comercialización de la cosecha vieja, que se mantienen desde hace semanas.
En los considerandos de la resolución, se enfatizó que por «la experiencia recogida y el actual contexto económico, corresponde tomar medidas que permitan impulsar la actividad agroindustrial y la generación de valor agregado en territorio nacional, así como la plena ocupación de la capacidad instalada con la consecuente generación de empleo, sin que ello implique atentar contra la producción nacional de soja».
En la resolución conjunta firmada por Francisco Cabrera y Alfonso Prat Gay se remarcó que la apertura es de «importación temporaria para el perfeccionamiento industrial» de las aceiteras.
Según datos oficiales, en los primeros once meses de 2015, la molienda de soja alcanzó algo más de 38,2 millones de toneladas, apenas 0,8% por encima del procesamiento alcanzado entre enero y noviembre de 2014.
La molienda de noviembre último, en tanto, fue de poco más de 2,9 millones de toneladas, contra las 3,2 millones de toneladas que se habían procesado en el mismo mes de 2014.
Esa situación se produjo en medio de una retención por parte de los productores que, pasado el ballotage y con el triunfo de Mauricio Macri, la baja de las retenciones y la devaluación, persisten en niveles altos, y hasta el propio Gobierno salió a pedirle a los sojeros que comercialicen su producción. Los meses de verano suelen ser los que, además de exportaciones de maíz y trigo, los subproductores de la soja son los generadores de divisas, antes del pico de venta de oleaginosa sin procesar que se da cuando ingresa la cosecha nueva al circuito comercial, entre abril y junio.
Para Mariano Balestra, vicedirector ejecutivo de KPMG Agronegocios, la medida «es muy acertada y permite acelerar la reactivación de la producción de aceite, harina y pellets de soja».
El corredor Javier Buján, desde su cuenta de twitter, se preguntó si la medida no traerá bajas al precio local de la oleaginosa y planteó si era necesaria en momentos en que el stock de la campaña vieja está entre 16 y 21 millones según los propios datos del Ministerio de Agroindustria.