Crece la colocación de bonos para financiar el déficit; el Estado absorbe 29% de los activos del sistema, contra el 25% de entonces; el sector privado, en baja
El Gobierno ya toma del sistema bancario local más dinero que el que demandaba en diciembre de 2001, cuando una prolongada recesión fatigaba al extremo a la economía y la convertibilidad estaba a punto de estallar.
Según los últimos números oficiales disponibles, a junio pasado, el Estado recibe en sus distintas arcas una cifra equivalente al 29% del activo total de los bancos, es decir, cuatro puntos por encima del 25% de asistencia financiera que requería por aquel entonces (ver infografía). Y va en franco aumento.
Son datos que no hacen más que dejar a la vista las cada vez más evidentes similitudes existentes entre los dos últimos fines de ciclo: al estancamiento, el creciente déficit fiscal y el atraso cambiario ahora se suma este efecto, que es consecuencia del festival de deuda en que el Gobierno incurrió en los últimos meses, con los bancos como principales destinatarios de los distintos tipos de bonos que emite.
Así, pese a las regulaciones impuestas en los últimos años que obligan a los bancos a convertir en crédito subsidiado al sector privado el 7,5% de los depósitos captados entre los ahorristas (para alentar la inversión productiva), «en el corto plazo el denominado efecto crowding out del sector público se está acelerando», advierte el consultor Javier Martínez Larrea, de CML&A, una firma especializada en estudios bancarios y financieros. La figura que cita Martínez Larrea alude al desplazamiento del mostrador de crédito del sector privado por parte del sector público, lo que suele ser consecuencia de la pérdida de equilibrio en las cuentas públicas.
Las cifras oficiales muestran que el crédito bancario al sector público (en forma de préstamos o compra de títulos de deuda) incrementó su participación en el activo de los bancos en 10 puntos (saltó del 19 al 29%) durante los últimos 18 meses. En contrapartida, la asistencia al sector privado, aunque nominalmente siguió en expansión, perdió 4 puntos de participación (cayó del 52 al 48 por ciento).
El gran despegue se verificó en la primera parte del año en curso, cuando las inversiones en distintos títulos de la deuda pública, que rondaban los $ 292.500 millones a fines de 2014, crecieron hasta los $ 363.800 millones (71.300 millones más) y los préstamos directos al sector público subieron otros 10.000 millones (de $ 51.000 a unos $ 61.000 millones). Así, el aumento en la asistencia total al Estado emparejó el crecimiento que mostró el crédito al sector privado en su conjunto, que trepó en unos $ 83.000 millones en este período.
Pero esa cuenta, que da una especie de «empate», es algo engañosa. «Porque el 48% de crédito al sector privado incluye a empresas públicas que recibieron casi 5 puntos de activos en préstamos, con lo que, mejor leído, el crédito total al sector público ya rondaría el 34% y el entregado a los privados caería al 43%», apunta Martínez Larrea.
Hace poco más de un mes, LA NACION contó que de las 10 empresas con más deuda en el sistema bancario seis eran propiedad directa o indirecta del Estado (verhttp://www.lanacion.com.ar/1809160-las-seis-empresas-con-mas-deuda-son-del-estado). Ese ranking, confeccionado con datos a marzo, lo encabeza Enarsa, la petrolera creada para que el Estado volviera a tener participación en la actividad petrolera y que luego sólo se dedicaría a importar combustibles. La deuda de esta empresa era de $ 11.270 millones.
Luego es seguida por Cammesa, la administradora del mercado eléctrico, con 8760,9 millones; YPF, con 6318,7 millones; Austral Líneas Aéreas ($ 5671 millones); el Fideicomiso de Importación de Gas Natural ($ 4751 millones); el Fideicomiso Financiero de Financiamiento-Cammesa ($ 4206,8 millones), y el Fideicomiso Financiero Gas II ($ 4085,9 millones).
Los datos, que muestran como financiador único al Banco Nación (excepto en el caso de YPF), no hacen más que dar cuenta de los costos que significó el descalabro del sector energético.
Déficit en alza
La nueva versión del crowding out es consecuencia del creciente y persistente déficit fiscal (alcanzaría entre 7 y 8 puntos del producto bruto interno este año) y la falta de fondeo genuino para cubrirlo.
Fue lo que obligó al Tesoro nacional a salir a la cancha, lo que agregó a la emisión monetaria por parte del Banco Central la colocación de títulos en el mercado de deuda local: desde fines de marzo hasta hoy colocó 12 bonos (9 en pesos, uno en dólares y dos en pesos ajustables por la variación del tipo de cambio). De esta manera, el Gobierno logró alzarse con unos $ 77.100 millones. Pero, aun así, el déficit en los primeros siete meses del año creció hasta los $ 98.400 millones. La contracara es que la mayor parte de esos bonos fue derecho a la cartera de los bancos, que vieron reducida así su capacidad de asistencia a empresas y personas.
En busca de fondos
Pese a las regulaciones impuestas a los bancos para aumentar el financiamiento al sector privado, en los últimos años no dejó de crecer la participación del Estado en la toma de fondos del sistema financiero a través de la colocación de distintos tipos de títulos de deuda
En el último tiempo además también aumentó la incidencia de las empresas públicas en la captación de fondos de los bancos, y seis de las diez firmas más endeudadas están controladas por el Estado
48%
Crédito privado
Es la participación que tiene el sector privado en el activo del sistema bancario. A fin del año pasado era el 52%
363.800
Deuda millonaria
Son los millones de pesos en títulos de deuda que acumula el Estado a junio de este año para financiar el creciente déficit fiscal de la economía