La idea fue aplaudida por Máximo Kirchner. El tributo, combinado con Bienes Personales, lleva la carga a un máximo de 7,5% sobre el patrimonio bruto, tasa considerada confiscatoria, pero es rechazada por Massa y la oposición. El gobierno hasta podría perder los votos que necesita para el acuerdo con el FMI
¿El kirchnerismo cree realmente posible prorrogar el impuesto a la riqueza? ¿Podría una iniciativa así pasar el filtro del Congreso?
En la reciente reunión del Consejo del PJ bonaerense el ahora senador provincial Omar Plaini, longevo secretario general de los “canillitas”, propuso renovarlo y aplicarlo mientras dure la deuda de la Argentina con el FMI. Según la negociación que lleva el ministro de Economía, Martín Guzmán, serian al menos doce años más, sumando los dos y medio de un primer puente financiero y diez posteriores de un “Acuerdo de Facilidades Extendidas” con el organismo.
El presidente del Consejo Provincial del PJ, Máximo Kirchner, quien aplaudió la idea de Plaini, fue también el motor político del tributo inicial, elaborado por Carlos Heller y disfrazado como “Aporte solidario y extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia”.
El año pasado, en su primera y supuestamente única versión, el impuesto (las cosas por su nombre) recaudó unos $ 240.000 millones, lejos de los $ 400.000 millones que se preveían. De hecho, menos que la recaudación mensual de “IVA neto”. Si alguna eficacia tuvo fue convencer a más empresas, emprendedores, técnicos, profesionales y personas de variado talento e iniciativa, a tentar suerte fuera del país.
“Aun peor que la altísima presión impositiva es la falta de seguridad jurídica. Se puede vivir en un país de altos impuestos si uno sabe a qué atenerse, pero acá no se puede planificar a dos meses, porque te cambian las normas muy rápidamente. Eso es malo en general y gravísimo en materia tributaria”, dijo Diego Fraga, especialista en Derecho Tributario y socio de Expansion Holding.
El impuesto a la riqueza, además, se montó a caballo de otro tributo sobre el patrimonio, Bienes Personales. Juntos, sumaron hasta 7,5% de exacción sobre los más altos patrimonios brutos, porque no se contempló la deducción de pasivos. Las cerca de 11.000 personas alcanzadas debieron oblar hasta sobre sus deudas.
Ajeno a los arcanos tributarios, un argentino de reciente regreso, Sergio “Kun” Agüero, calificó de “locura” el impuesto creado por Heller, impulsado por Máximo Kirchner y votado por la mayoría oficialista en el Congreso. El ex futbolista, retirado de las canchas por su condición cardíaca, planteó la cuestión con sencillez y se preguntó por qué si como jugador pagó altos impuestos sobre sus ingresos, debería ahora pagar sobre lo que acumuló con sus ahorros.
Votos en contra
Uno de los principales escollos para prorrogar el impuesto es la oposición de Sergio Massa, una de las tres socios mayores de la coalición oficialista, que no coincide con la idea y en su momento intentó disuadir a Máximo Kirchner de promover un tributo que hizo que más emprendedores terminen reforzando, por caso, la posición de Uruguay como exportador de software. Hacia allá fueron Marcos Galperin, fundador de Mercado Libre, la empresa más valiosa de la Argentina, y un líder de los agroenegocios como Gustavo Grobocopatel, factótum del grupo Los Grobo.
Massa, el presidente de la Cámara de Diputados, no está de acuerdo, y Tetaz, una de las voces de la oposición en temas económicos, dijo que si el gobierno impulsa la idea Juntos por el Cambio votaría en contra del acuerdo con el FMI
El diputado Martín Tetaz, una de las voces de la oposición en temas económicos, dijo a Infobae que en el ámbito legislativo no escuchó nada de reflotar el impuesto. Si el oficialismo la impulsa, dijo, “sería un camino directo para que Juntos por el Cambio vote en contra del acuerdo con el FMI y lo haga caer”. Infobae consultó también al entorno de Carlos Heller, el primigenio autor intelectual del impuesto a la riqueza, pero no tuvo respuesta.
“La realidad es que el impuesto a la riqueza fracasó: recaudó poco, hubo muchos litigios y en muchos casos el test de confiscatoriedad mostró que el 7,5% que arroja la suma de las tasas máximas del Impuesto a las Grandes Fortunas (5,25%) y a los Bienes Personales (2,25%) excedía la renta de los bienes gravados, afectando el derecho de propiedad establecido en la Constitución Nacional”, dijo César Litvin, del estudio Lissicki, Litvin & Asociados. De todos modos, dijo, la resistencia judicial es un largo camino. La cuestión de fondo, la constitucionalidad, señaló, llegará a la Corte Suprema de Justicia en no menos de cinco años.
“En la Argentina estamos acostumbrados a que lo que se hace por única vez se vuelve permanente, pero la naturaleza jurídica del ‘aporte extraordinario’ es clara: es un impuesto y si se repite lo seguirá siendo”, dijo Litvin.
Si se reedita, ¿podría cambiar la actitud de los jueces respecto de las cautelares?, le preguntó Infobae. “Quizás, porque algunos mencionaron el carácter de emergencia de la situación, y eso cambió. El resultado de los cautelares ha sido variado, pero hay cautelares confirmadas en segunda instancia, por Cámaras, normalmente en el interior”, respondió Litvin, y recordó que ningún recurso llegó aún al Tribunal Fiscal de la Nación, la máxima instancia administrativa en materia impositiva, porque para llegar allí tiene que haber primero una determinación de la AFIP.
Marcelo Capello, economista del Ieral de la Fundación Mediterránea e investigador de temas fiscales, señaló por su parte que la idea de reeditar el impuesto tendría muy pocas posibilidades de prosperar. “Más allá de la pirotecnia política, sería el golpe de gracia a la inversión en Argentina, donde ya existe un impuesto a la riqueza (Bienes Personales), además de los impuestos provinciales y municipales a inmuebles y automotores, y un impuesto a la Herencia en la provincia de Buenos Aires. Un impuesto extra a la riqueza, todos los años, despejaría definitivamente la duda sobre cuál es el rumbo de la economía argentina, ubicándonos como una rara avis que aplica tres impuestos sobre la misma base”
Rinde poco, espanta mucho
“En cuanto a lo técnico, un nuevo impuesto a la riqueza sería más plausible de tachar de inconstitucional. No recaudó ni siquiera un mes de IVA neto y no movería ahora el amperímetro fiscal de un acuerdo con el FMI. Ya no existe una situación extraordinaria como la pandemia, uno de los argumentos invocados, que además era falso, porque gran parte de lo recaudado fue a parar a cajas políticas”, dijo Fraga. Además, agregó, la propuesta fue hecha por alguien sin responsabilidad alguna en la gestión macroeconómica. “En el gobierno saben que si se aprobase –y no creo que tengan suficiente aval legislativo, ni pudieron aprobar la ley de presupuesto- la poca gente alcanzada lo aceptaría menos mansamente, porque se produciría una confiscación, que sería más fácil de demostrar que la vez anterior”.
Por otro lado, los aspectos negativos fueron evidentes. “Hubo un éxodo inédito de empresas y de personas de alto o mediano patrimonio y poder adquisitivo. Nunca se vio algo así. Y no solo pasa con personas de altos patrimonios, sino también con gente de alto potencial intelectual; profesionales, técnicos.”, dijo Fraga.
Litvin recordó a su vez que muy pocos países del mundo aplican impuestos al patrimonio. En la OCDE solo tres, enumeró: “Lichtenstein, Colombia, que entró hace poco, y España, que lo aplica solo en algunas regiones. Y hay algunos países que lo utilizan parcialmente, como Italia, que lo aplica solo sobre los bienes en el exterior. Y en nuestra región, además de Colombia, Uruguay, pero grava el patrimonio neto, no como acá que se grava la riqueza bruta, y no grava los bienes en el exterior, que en la Argentina tienen sobrealícuota. Y el mínimo no imponible en Uruguay es de 113.000 dólares y se duplica en el caso de un matrimonio”, precisó el experto.
Un estudio de la experiencia de “impuestos a la riqueza” o proyectos en diferentes países del mundo de Florian Scheuer, de la Universidad de Zurich (Suiza), y Joel Slemrod, de la Universidad de Michigan (EEUU), concluyó al respecto: “la reciente experiencia no es alentadora: si bien una docena de países recaudaron impuestos a la riqueza en el pasado reciente, sólo tres lo mantienen, lo que sugiere que los otros nueve evaluaron que los beneficios asociados al impuesto no justifican sus costos”. Un cuadro del trabajo precisa las tasas tope aplicadas, muy inferiores a las del caso argentino. Muestra, además, que las propuestas de los senadores demócratas Bernie Sanders y Elizabeth Warren para aplicar un tributo de ese tipo en EEUU partían de umbrales de USD 16 millones para solteros y USD 32 millones para personas casadas. Y ni así tuvieron apoyo de la Casa Blanca.
Rastrillo fino
En la Argentina, en cambio, el impuesto a la riqueza se aplicó a partir de los 200 millones de pesos (actualmente, menos de un millón de dólares al tipo de cambio blue y menos de USD 1,9 millones al tipo de cambio oficial), con una tasa del 2% entre ese umbral y los 300 millones, 2.25% entre 300 y 400 millones, 2,75% entre 400 y 600 millones, 3,% entre 600 y 800 millones, 3,25% entre 800 y 1.500 millones y 3,5% a partir de los $ 3.000 millones, pero con tasas 50 % más altas, hasta una alícuota máxima de 5,25%, cuando se trata de bienes en el exterior.
Además, sobre el final del año pasado, aprovechando la ausencia de dos diputados de oposición, el oficialismo, aunque subió el mínimo no imponible del impuesto a los Bienes Personales, incrementó la cuota máxima para bienes en el país de 1,25 a 1,5% para patrimonios mayores a $ 100 millones y al 1,75% para patrimonios mayores a los $ 300 millones, y al no actualizar los tramos de la escala entre el 0,5 y el 1,25%, que mantuvo en los niveles de 2019 (pese a una inflación cercana al 100% en el último bienio) determinó que muchos contribuyentes deban pagar más, porcentualmente, por el solo hecho de que la inflación aumentó el valor nominal de sus bienes. Además, aumentó de modo definitivo a 2,25% la tasa sobre bienes en el exterior.
Resta ver, entonces, si el Gobierno, a cuyo manojo de ocurrencias sumó hace poco la eventual creación de una “Empresa Nacional de Alimentos” y hasta prestó oídos a la sugerencia de aplicar un “impuesto a la vivienda vacía”, se deja llevar por el kirchnerismo e insiste en gravar y espantar a las personas con más posibilidades de invertir y generar trabajo y a quienes, por talento, iniciativa o empuje, están más dispuestas a emprender en otras playas.
En suma, si quiere seguir expulsando a quienes se animan a decidir.