En estos próximos días comienzan a definirse los primeros acuerdos por salarios con vistas al próximo año. Se ajustan contratos, alquileres, matrículas y las empresas cierran presupuestos. Nadie está tomando como referencia a la meta oficial. ¿De dónde saldrá el parámetro indexador de la economía?
A esta altura, que la meta de inflación se incumpla por poco o por mucho ya pasó a ser un tema secundario entre las preocupaciones de Federico Sturzenegger.
Lo que realmente afecta al titular del Banco Central -y, por extensión, a todo el equipo económico- es que la opinión pública empezó a considerarla una variante irrelevante.
Las primeras señales ya están a la vista: a diferencia de lo que ocurría hace un año, cuando el 17% mantenía cierto protagonismo a la hora de indexar contratos y negociar ajustes salariales, ahora el 12% que el BCRA prevé para 2018 está fuera de todas las agendas y mesas de negociación.
Las discrepancias entre la visión del Banco Central y la del gremio de los economistas vienen de más lejos. De hecho, se mantuvieron todo este año.
Para peor, y de cara a lo que viene, esas desavenencias se profundizaron. Al punto que el índice inflacionario promedio, según los pronósticos de 50 analistas y consultoras, es del 16,6% para 2018, tal como queda consignado en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM).
Por si faltaba alguna confirmación, el mismísimo ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, ya insinuó que no le disgustaría que la pauta para los próximos acuerdos salariales ronde esa cifra que pronostica el REM.
«Las expectativas del sector privado que releva el Banco Central están en 16,6% para el año que viene. Entonces, uno debiera esperar que las paritarias cierren en ese número», destacó el funcionario.
De hecho, esa cifra está en sintonía con la partida para los jubilados y pensionados que el propio Palacio de Hacienda suscribió en el proyecto de Presupuesto 2018, que dispone un crecimiento del 16%respecto de los fondos de 2017.
Todo un contraste con lo que ocurría hasta el año pasado, cuando la meta de inflación del BCRA era una novedad y a la que el mercado le prestaba atención. Al punto que constituía la referencia para los analistas, empresarios, centrales obreras y hasta los formadores de opinión.
Sin ir tan lejos en el tiempo, esto también se observó en la última ronda de negociaciones paritarias, tanto en las correspondientes al sector privado como público.
Es cierto que en varios de esos acuerdos se terminó apelando a la «cláusula gatillo», mecanismo que le brindó a los gremios la garantía que reclamaban para que los trabajadores no resignaran poder adquisitivo a lo largo del año.
Ahora, con una escalada inflacionaria que llevará el índice anual de2017 por encima del 23%, todo parece conspirar para que la meta del 2018 (que es del 10% y con un margen de error de 2%), mueva más a sonrisas irónicas que a análisis serios.
A fin de cuentas, esa meta que se autoimpuso Sturzenegger implicaría recortar la inflación casi a la mitad en apenas 12 meses. Lo llamativo es que, aun con esa referencia por todos objetada, su postura no varió.
En privado, el funcionario admite que le gustaría contar con una mayor dosis de credibilidad por parte de sus colegas economistas pero, al mismo tiempo, desestima cualquier chance de corregir sus proyecciones.
«Cambiar la meta es no tener metas», afirma ante quien lo consulta sobre este tema. A lo sumo, admite que llevar la inflación a la zona más soportable demandará más tiempo que el previsto inicialmente.
Algunos colegas suyos, como Federico Furiase, de la consultora Eco Go (ex Estudio Bein), creen que esa apreciación del banquero central esconde un pronunciamiento.
«Sturzenegger envía la señal de que no seguirá subiendo la tasa de interés pese a que los números se desacomodaron», analiza Furiase.
Indexador se busca
En el mientras tanto, los precios siguen subiendo, se están renegociando los contratos de alquiler, las matrículas de los colegios se redefinen con vistas al próximo año lectivo, los sindicatos elevan sus pedidos de aumento salarial y las empresas cierran sus planificaciones para el año.
Para todo ello, claro está, se requiere de algún indicador confiable que pueda ser utilizado como referencia.
En este contexto, la pregunta es obvia: si las metas publicadas por el BCRA ya perdieron su función de anclar las expectativas del mercado y dejaron de ser la referencia, ¿cuál será el número que se tomará como el parámetro indexador de la economía argentina?
Esta inquietud fue trasladada por iProfesional a distintos economistas.
«Es verdad que las metas del Banco Central perdieron ese rol, al menos momentáneamente. Pero en lo que sí el mercado sigue creyendo es en el compromiso público, y valedero, de Sturzenegger de lograr una inflación cada vez más baja. Y ése es el ancla de expectativas para hoy en día», señala Javier Okseniuk, director de la consultora LCG, fundada por Martín Lousteau.
«Existe un término medio entre ‘estar a la deriva´ y la aguerrida meta del Banco Central. Y esa mitad de camino es precisamente el escenario de desinflación en el que todos creemos», agrega.
Claro que ese recorrido bajista no evita la falta de una referencia indexatoria para el año que está por comenzar.
Al ser consultado sobre esta carencia, Okseniuk expresa: «Quedan dos variables clave: el tipo de cambio y el dinamismo de la actividad económica. Entre ambas -sumado a lo que se irá conociendo, como el aumento de las tarifas, paritarias e inercia inflacionaria- finalmente tendremos el número del 2018».
Fernando Marengo, director de la consultora Arriazu & Asociados, tiene una visión similar, si bien se muestra más crítico sobre el esquema de metas de inflación que mantiene Sturzenegger.
«Las metas sirven para acotar las expectativas inflacionarias. Pero la verdad es que Argentina no tiene las bases para regirse por este sistema», afirma en diálogo con iProfesional.
Para Marengo, el INDEC puede cumplir a la perfección con el rol de ser aquel que acerque la cifra a considerar como parámetro de actualización.
«A diferencia de la época kirchnerista, ahora es creíble y nos da una percepción de la inflación promedio de la economía. Cualquiera puede prever la indexación futura tomando como base la inflación de los últimos 12 meses», añade el economista.
En sintonía con la señal de Dujovne, para Furiase las paritarias del sector privado jugarán un papel fundamental en la referencia indexatoria del año que viene, descartada la credibilidad de las metas del BCRA.
«La pauta salarial se ubicará en un punto intermedio entre lo que dice el Banco Central y la inflación acumulada de los últimos 12 meses», refrenda Furiase.
Esa proyección se asimila a la de Dujovne. «Me la imagino más cerca del 18% para el sector privado», apunta el economista de Eco Go.
Furiase, incluso, observa cierta flexibilización en las últimas declaraciones públicas de Sturzenegger. Más precisamente, en el hecho de que espera una baja de la inflación núcleo, en el orden del 1% mensual, recién para dentro de cuatro o cinco meses.
«El Banco Central empieza a coordinar con el gradualismo de las metas fiscales», apunta el experto.
«Sin modificar sus metas, Sturzenegger nos está diciendo que ahora toma en cuenta las subas de tarifas y que su política monetaria podría ser algo más flexible. Esto no significa que vaya a bajar las tasas de interés, pero al menos que no las volverá a elevar», expresa.
A diferencia de otros momentos de la historia económica reciente, ninguno de los economistas consultados piensa que el tipo de cambio será tomado como referencia indexatoria, al menos durante 2018.
La razón es sencilla: la mayoría sostiene que la suba del dólar correrá por debajo del índice de precios y, en consecuencia, que el atraso cambiario se profundizará.
Según el REM, la previsión inflacionaria 2018 se ubica en el 16,6%para el nivel general y en 14,9% para la núcleo. En ambos casos, el pronóstico es claramente superior a la meta del BCRA.
De acuerdo con varios reportes privados, los ajustes tarifarios impactarán entre 3,5 y 4 puntos sobre el índice de precios del año que viene.
Aunque el partido 2018 aún no comenzó, en la previa el mercado está a la búsqueda de la nueva referencia indexatoria.
Con el faro del Banco Central prácticamente apagado y en medio de tantas peleas políticas, está claro que no será tan fácil consensuar el número. Mal que le pese a Sturzenegger, y al propio Macri.