El tipo de cambio local se mantiene estable en $ 8 desde hace dos meses. La presión podría volver a fines de 2014, ya que estiman una mayor depreciación de la moneda brasileña
El ciclo de ajuste monetario que sigue convalidando el Banco Central de Brasil (BCB) para combatir la inflación generó desde febrero una revaluación del real en torno al 7% frente al dólar, un aire que le resta presión al tipo de cambio local, que desde la fuerte devaluación de enero llevada a cabo por el Banco Central (BCRA) se mantiene sin cambios en torno a los $8.
Si bien ambas entidades miran de lleno la dinámica interna por sobre la externa a la hora de actuar, cierta presión verde amarella sobre el tipo de cambio podría llegar luego de las elecciones presidenciales de Brasil en octubre, momento en que los economistas esperan que el real se devalúe considerablemente hasta llegar a las 2,5 unidades por dólar para fines de este año.
“El BCRA mira más la dinámica interna que la dinámica externa, con un dólar a $8 y la tasa en 30%, donde el aumento de los precios empieza erosionar la ganancia de competitividad. Si bien la entidad va a mover el tipo de cambio, no creemos que intente ganarle a la tasa de inflación”, consignó Marina Dal Pogetto, directora del estudio Bein.
Para la economista, en cambio, la política monetaria en Brasil prioriza la inflación a través del incremento de la tasa de referencia Selic, lo que genera menor crecimiento para el gigante latinoamericano. Este aspecto es el que más afecta a la economía argentina, es decir, la caída en el nivel de actividad. Cabe recordar que Brasil absorbe aproximadamente un quinto de las exportaciones argentinas y provee al país entre 26% y 30% de las compras al exterior.
Es por esto que 2014 será un año complicado, en especial para el sector automotriz local. El mercado espera que la economía brasileña no crezca más del 2% este año y que el BCB continúe con el ciclo de ajuste monetario que lleva un año, para finalizar el año con una tasa de 11,25%, según lo estimó Kathryn Rooney Vera, analista de Bulltick Markets para América Latina.
De hecho, la entidad monetaria que preside Alexandre Tombini ayer decidió convalidar una suba de 25 puntos básicos en la Selic hasta 11% tras una fuerte alza en los precios de los alimentos que mantiene la inflación alrededor del 6%, muy próxima al techo oficial de 6,5%.
Según el estudio Broda, la combinación de una política fiscal expansiva y una monetaria restrictiva en Brasil impidió la depreciación del real y entorpeció el ajuste al cambio en las condiciones financieras internacionales del último tiempo. Es por esto que la moneda brasileña comenzó el año en 2,44 unidades por dólar mientras que hace días fluctúa cerca de los 2,30. Ayer la moneda cotizó a 2,27 reales.
Pero a medida que la moneda brasileña recuperaba valor, el peso sufrió en enero una devaluación del 18% para luego entrar en un período de “pax cambiaria” en el umbral de los $8, que se mantuvo durante el último mes y medio, luego de que el BCRA elevara la tasa de interés en 10 puntos porcentuales e interviniera en forma directa para bajar las expectativas de devaluación. Sin embargo, la aceleración inflacionaria de las semanas posteriores a la devaluación llevaron a que el tipo de cambio se apreciara en términos reales, perdiendo la mitad de lo ganado en poco menos de siete semanas.
Para la consultora Elypsis, proyectando a fin de año una inflación de 32% anual, con una inflación de nuestros principales socios comerciales de sólo 2.6% – la “elevada” inflación brasileña es compensada por la casi deflación Europea – y bajo el supuesto de que se mantienen fijos sus respectivos tipos de cambio frente al dólar hasta fin de año, para que el peso vuelva alcanzar “un nivel de convergencia aceptable para los objetivos de la política económica” debería situarse a fin de año en $9.87. En este sentido, el Banco Central parece haber tomado nota de la fragilidad de la combinación de tipo de cambio atrasado, ya que en los últimos días dejó que el dólar se eleve levemente.