Esta es la oferta que las cámaras empresariales le hacen al Gobierno para la próxima actualización de listas que se hará el 7 de abril y a modo de generar señales frente a los rumores intervencionistas que crecen.
La situación para la lechería está complicada, no sólo en el mundo, sino también en Argentina con los condimentos habituales que ofrece nuestra política y realidad.
Esta semana comenzó con sorpresas, cuando a pesar de los pronósticos que le daban continuidad al optimismo, los precios internacionales que marca la subasta electrónica de la mayor cooperativa láctea del mundo, Fonterra, bajo la denominación Global Dairy Trade tuvo una contracción inesperada.
Si bien el índice está en 1.579 puntos y se equipara al ritmo de agosto de 2013, con la leche en polvo cayendo 2,1 % a 4.596 dólares por tonelada, el mercado internacional sigue siendo tentador, pero debe superar los altibajos que plantea la guerra, seguidamente a la pandemia, e incluso desde este lugar del mundo sigue siendo muy compleja la logística por la falta de contenedores.
Las condiciones climáticas y el alza en los costos hace que la producción global de materia prima siga en baja, con un registro de -1,8% entre los principales productores, significando algo más de 14 millones de litros menos producidos diariamente.
Pero la demanda continúa en alza, como consecuencia positiva de la pandemia, aunque en estas semanas la guerra entre Rusia y Ucrania pega de lleno en los commodities y así el combustible suba tanto que se complejicen aún más las condiciones. Esto sucede en España, donde el paro de transporte que está activo desde el jueves generó un freno en la producción de lácteos que ya tiene en zonas de Lugo y Galicia la faltante en las heladeras y en regiones como Valencia se aplica una restricción de unidades por compra.
Desde hace más de un mes crecen los rumores y temores vinculados a la intención del Gobierno Nacional de subir las retenciones en el espectro lechero e incluso de cerrar las exportaciones o generar cupos de salida al exterior
De todas maneras, esta podría ser una gran oportunidad para el sector lechero argentino. Aunque los costos suben nuestros productores dan la pelea de seguir sosteniendo la provisión de leche cruda y las industrias no dejan de abastecer como corresponde a todo el país. Claro que estos precios internacionales y la necesidad que plantea el consumo son una gran oportunidad, sin embargo las condiciones domésticas no están dadas para aprovechar esta ventaja.
Lejos de eso, desde hace más de un mes crecen los rumores y temores vinculados a la intención del Gobierno Nacional de subir las retenciones en el espectro lechero e incluso de cerrar las exportaciones o generar cupos de salida al exterior, después de lo que fue un año récord, por el talento de los privados para negociar y superar los escollos ya mencionados.
Son comentarios de pasillo en las industrias de todos los tamaños, pero también en las entidades de productores que salieron hace semanas a explicar en un mensaje a la comunidad que “Intervenir el mercado de leche nos perjudica a todos”, agregando una explicación breve con menor mano de obra activa y más desempleo en las ciudades, el cierre de tambos chicos, pero también de menos leche y más inflación, en una tendencia que no se detiene.
Actualmente los productores perciben un precio promedio de 37,69 pesos por litro, que equivale a unos 34 centavos de dólar, un valor que se queda corto ante los costos y sobre todo frente al maíz y su equivalencia en leche. Las políticas que se querrían repetir no ayudan, sino lo contrario, por eso la indefinición inmediata es tanta que se intenta alentar la audacia anodina del Ejecutivo con una fórmula de las cámaras empresariales.
Maniobra privada
Ya a mediados de 2020 se había propuesto disponer del equivalente en productos de algunos millones de litros de leche a precios reducidos, para poder salir de los esquemas de valores tope para toda la cadena. Esto recién se consideró para ponerlo en marcha en junio pasado, aunque las elecciones primarias desajustaron los acuerdos fundamentales, aunque así se empezaron a dejar los precios máximos, pero no se frenaron las pérdidas para las industrias lácteas.
Sin embargo, desde mediados de 2021 mensualmente las empresas aportan 20 millones de litros al programa Precios Cuidados. A pocos días de la actualización de valores del mismo esquema y con la cifra sideral de la inflación sobre la mesa, el martes se llevó a cabo la primera de dos reuniones para definir cambios en este acuerdo.
Como si fuera una muestra de buena voluntad, la oferta que hicieron el Centro de la Industria Lechera, la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas, junto con la Junta Intercooperativa de Productores de Leche fue aumentar la oferta de productos para el programa de Precios que abundan más en Capital Federal y el Conurbano y se diluye a medida que uno se extiende en el mapa nacional, a pesar de recorrer cadenas nacionales de supermercados.
Propuesta
Según pudo saber Infobae, las industrias lácteas proponen sumar 10 a 12 millones de litros más a la oferta mensual que incluye leche fluida, dulce de leche, quesos de pasta blanda, o sea los de mayor demanda. Esto se hizo, por primera vez, con los líderes de las cámaras empresariales frente al propio secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, e incluso representantes de Agricultura.
El viernes pasado hubo otra reunión, más técnica, donde se suponía que podrían cerrarse los números y definir todo lo que entra en la lista actualizada que se activará el 7 de abril en los comercios. Desde el Gobierno reconocen que la estructura de este aumento de más del 50% de oferta tiene que tener un equilibrio entre producción e industria, respecto al comercio, porque los dos primeros eslabones son los que más afectados están por el aumento directo de costos.
Lo que es más complicado de digerir para el Ejecutivo es que los precios de los productos en las góndolas y heladeras son una consecuencia, no una causa de la inflación. Es sabido que cualquier restricción que pueda surgir en lo inmediato o a mediano plazo puede generar lo que el sector productivo e industrial coinciden en definir como un “desastre”. La opción no es nunca desbordar el mercado interno, sino mejorar las condiciones comerciales nacionales y externas para que el sector pueda crecer, que es lo que está buscando desde hace más de dos décadas.