La autoridad monetaria calculó que el piso de la demanda de dinero, consistente con la profundidad de la caída de la economía se alcanzó en marzo y que hacia los próximos meses, la mayor necesidad de pesos se abastecerá con 21% de la “liquidez ociosa” en los bancos
A las dudas que generó en el mercado el plan de emisión cero, que implica priorizar la baja de la inflación por sobre la acumulación de reservas a través de la venta de dólares en los segmentos paralelos, se sumaron las dudas de los macroeconomistas advirtiendo que la estrategia puesta en marcha en la fase 2 del plan económico implica también priorizar la baja de la inflación por sobre la recuperación de la actividad.
El punto, es válido remarcar, es matizado por algunos expertos que también señalan lo indispensable de contener las variables financieras para generar un entorno propicio a la recuperación. Con expectativas desancladas y volatilidad en la brecha tampoco se iba a propiciar una reactivación, explicaron. “Lograr mantener el dólar estable puede tener un efecto expansivo”, sostuvo por caso el director de Analytica, Claudio Caprarulo. “Calmar las expectativas de devaluación ayuda en ese sentido”, agregó.
Claro que, en contrapartida, el proceso que finalmente culminó con la adquisición por parte de los bancos de unos $10 billones en LEFIS (Letras Fiscales), los instrumentos de política monetaria que regula el Banco Central pero que emite y cuyos intereses paga el Tesoro, implica mayor ajuste fiscal al anunciado originalmente, lo que en términos de actividad resulta contractivo.
Cualquiera sea el caso, al anunciar el cierre del proceso de migración de los pases pasivos del Banco Central al Tesoro, la autoridad monetaria incluyó un párrafo clave -que ya había sido expuesto por el vicepresidente de la autoridad monetaria, Vladimir Werning- tendiente a aclarar cómo, a pesar de “secar la plaza de pesos”, la economía contará de todos modos con el lubricante necesario para aceitar la recuperación. Es decir que, sin emitir, habrá pesos en la medida que la demanda sea genuina.
“La programación monetaria del BCRA anticipa la continuidad del crecimiento de la demanda de dinero durante el segundo semestre de 2024: la BM (base monetaria) habría mostrado un punto de inflexión desde su mínimo de 2,5% del PBI marcado en marzo de 2024. Los modelos de programación monetaria del BCRA anticipan la continuidad de un proceso de re-monetización de la economía a lo largo del segundo semestre de 2024. El grado de monetización esperada podría llegar a absorber 21% de la liquidez ociosa determinada al fijar la base monetaria amplia al 30 de abril”, se detalló.
En otras palabras, según explicó el economista Amílcar Collante, “si el BCRA espera una mayor demanda de pesos, se entiende que es genuina por una desinflación que hace que si se estabilizan los precios, los agentes económicos no se desprenden tan rápido del dinero (baja la velocidad de circulación del dinero) y por aumento de actividad”
Ese aumento genuino de la demanda de pesos sería, en ese escenario, satisfecho sin nueva emisión y mediante la gestión de los nuevos instrumentos monetarios y fiscales. En ese sentido, el Banco Central explicó que los bancos podrán activar y desactivar sus saldos en pesos diariamente suscribiendo y vendiendo LEFIs a través del BCRA,de acuerdo a sus demandas de liquidez. “Las LEFIs son un instrumento cuya adquisición es exclusiva de los bancos y capitalizan diariamente la tasa de política monetaria, hoy de 40% nominal anual”, aclaró la autoridad monetaria que detalló asimismo que en función del tratamiento de estos nuevos instrumentos, que a diferencia de los viejos pases, no están sujetas al impuesto a los Ingresos Brutos).
En el inicio de operaciones la tasa efectiva de política monetaria percibida por los bancos pasará automáticamente de 3,00% a 3,34% efectiva mensual. En otros términos, sin subir la tasa de política monetaria, el Central hizo que las entidades obtienen un mayor rendimiento que, a su vez, permite trasladar la mejora a los ahorristas en plazo fijo contribuyendo a la señal de tasa real positiva que desaliente presiones cambiarias.