Las dificultades del mercado cambiario revivieron la necesidad de encontrar una salida para que se normalice la economía y poder desarrollar inversiones. Planean comprar la deuda
Por el hall central del hotel Mandarín, en la esquina sudoeste del Central Park, circulan cientos de personalidades. Desde mandatarios como los de Dinamarca, Panamá, Filipinas, Georgia o el ex premier israelí Shimon Peres, hasta celebridades del mundo de la música, como el multipremiado productor Quincy Jones. Las limusinas y los autos negros se agolpan en la puerta del edificio y complican aún más el tránsito de una ciudad ya colapsada por el movimiento de las cientos de delegaciones que llegaron hasta Manhattan para participar pasado mañana de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Una de ellas es la encabezada por la presidenta Cristina Kirchner, que trajo consigo hasta esta ciudad su discurso contra los fondos buitre y su apelación a ponerles para que el ‘leading case’, de Argentina, como le gusta llamarlo, no se transforme en un ‘virus’ que afecte al mundo entero.
“Esto no es ‘no lloren por mi Argentina’, esto es ‘no lloren por mí the world’‘, disparó ayer la jefa de Estado, ante un grupo de representantes sindicales, para graficar un problema que también mantiene en vilo al sector privado. A tal punto que, entre la multitud de personas que caminaron ayer por los pasillos del Mandarin, no solo surcó raudo el magnate George Soros, sino que también pasó el titular de Aeropuertos Argentina 2000, Eduardo Eurnekian, quien llegó acompañado por Eduardo Valdes para reunirse con la primera mandataria. En ambos, prima una idea: zanjar el diferendo de la Argentina con los holdouts para poder desarrollar inversiones en un clima económico más estable. Quieren invertir, pero para ello necesitan las condiciones adecuadas. Por ello, les interesa que se normalice el mercado, para que no haya un tipo de cambio oficial a $ 8,50 y un paralelo por encima de $ 15.
Frustrada la negociación inicial, la intención del empresariado que realiza sus negocios en la Argentina ahora es adquirir los bonos defaulteados que mantienen los buitres pero con la condición de que la operación se realice a través de un banco local y que aquellos que ingresen con su aporte, acepten entrar al canje para cobrar lo mismo que los bonistas que reestructuraron sus títulos en 2005 y 2010.
El impulso llega desde Buenos Aires, pero más allá del hermetismo de la delegación oficial tras el encuentro de más de una hora que Soros mantuvo con la Presidenta, no es de extrañar que el multimillonario húngaro también tenga interés en una pronta solución. Hace poco tiempo se convirtió en el cuarto accionista más importante de YPF y demandó al Bank Of New York Mellon por la retención del pago de bonos del canje, que posee a través de las inversiones de su fondo Quantum.
Pese a este nuevo intento privado, la Presidenta remarcó la necesidad de avanzar en una nuevo marco regulatorio para la reestructuración de deuda de los países. En ese sentido, el canciller Héctor Timerman señaló que en la breve reunión que mantuvo Cristina al mediodía con Ban Ki-moon, el titular de la ONU destacó el apoyo obtenido por la iniciativa del G-77 más China que presentó la Argentina. “Espero que antes de la próxima asamblea, ya esté vi gente”, sostuvo la Presidenta, enfocada en el discurso con el que reforzará su reclamo mañana ante la ONU, mientras el sector privado sondea una solución que evite estirar la crisis de financiamiento por la que atraviesa la economía.