En el mundo económico ya se empieza a hablar de empresas de dos tiempos y de un solo tiempo.
Las empresas de economía de comunión (EdC), de las que hablaremos en este artículo, son de un tiempo. ¿Por qué? Porque a diferencia de las empresas clásicas que primero producen y luego deciden qué hacer con las utilidades, si reinvertirlas, donar una parte, generar un proyecto social, o cualquier otra iniciativa, incluso buena para la sociedad, como las empresas que realizan RSE, las empresas de EdC tienen como fin generar comunión, o bienes relacionales, tanto dentro de la empresa como fuera, con los Clientes, Proveedores, la Competencia, el Estado, la Comunidad en general. A los empresarios de EdC también les entusiasma generar riqueza, solo que por un lado han descubierto que el mayor crecimiento se produce cuando se genera riqueza como bienes relacionales, además del resultado monetario, y por otro lado quieren generar riqueza para compartirla, que no es lo mismo que dar como dádiva.
Esto es “lo diferente”, el regalo que tiene la EdC para el mundo.
¿Y qué son los bienes relacionales? Son “bienes no materiales, por lo tanto no son servicios que se consumen individualmente, sino que están ligados a las relaciones interpersonales” según la definición del economista italiano Benedetto Gui.
Es necesario reconocer que el bienestar, la felicidad, es la combinación de bienes materiales y de bienes relacionales. “Relaciones” es una palabra que tendría que ser un puente entre el dinero y los consumos. Esta cuestión, en la actualidad, es una gran preocupación por parte de los economistas, no sólo de los economistas sociales sino también de los clásicos. Porque hoy el “bien escaso” son las relaciones genuinas. Hoy “el otro como persona” es un bien escaso. Y es importante tener presente que la economía para crecer y desarrollarse necesita del tejido social que es un entretejido de relaciones. El mercado post-moderno se ha preparado para ofrecer mercancías que simulan relaciones, amistad, basta pensar en la televisión, que vende pseudo bienes relacionales o en el crecimiento de “centros de bienestar” a los que cada vez se va menos por la salud y más para “comprar” caricias.
Entonces la generación de bienes relacionales se convierte en la respuesta a “cómo” trabajan las empresas de EdC y “para qué” lo hacen.
Y cuáles son los pilares de la EdC? Son cuatro, primero los Pobres, sin duda que son los protagonistas, la EdC nace para reducir esa brecha cada vez más grande entre pobres y ricos. Segundo, las Empresas, hoy más de 800 en el mundo (55 en Argentina) y son las que le dan vida al proyecto. Tercero, los Polos industriales, 10 en el mundo (1 en Argentina), son los que le dan visibilidad a la EdC, cumplen la función de “faro”. Y por último, un cuarto pilar que los atraviesa: la Cultura, porque la EdC quiere transformar la economía con esta nueva forma de “hacer empresas”.
Y la EdC nace de un carisma…sí, de un carisma católico. Como los Bancos, sabían? Que también nacieron de un carisma, el del movimiento franciscano que dio vida a la primera escuela importante de pensamiento económico y está también en el origen de la banca y las finanzas. Así de importantes son los carismas, también para la economía, que saben ver antes y más lejos.
Y porque un proyecto como este se explica con la vida, les voy a contar dos experiencias. La primera se trata de una Agencia de Turismo, Boomerang Viajes, localizada en Capital Federal y que posee una sucursal en San Nicolás, ellos se dedican al Turismo Solidario y por ejemplo en semana santa ya no ofrecen más el clásico paquete “Cataratas del Iguazú”, en cambio ofrecen a los viajeros una localidad cercana, donde el hospedaje, las comidas y excursiones están organizados por gente local, por lo que un alto porcentaje del dinero total gastado por los viajeros queda en esa comunidad. Por supuesto disfrutaran además de las cataratas.
La segunda experiencia que les quiero compartir se trata de la relación con “la competencia”. Dejo que la cuente su protagonista, Germán Jorge, dueño de Dimaco, una importante distribuidora de materiales de construcción de la ciudad de Paraná.
“Un día me llama por teléfono el responsable de la empresa de distribución de cemento que es nuestra principal competencia en la zona y me pregunta si le podemos vender una cierta cantidad de cemento porque los otros proveedores no le daban más crédito.
Era conocido que estaban atravesando un momento muy difícil desde el punto de vista financiero por la separación de la sociedad familiar y las consecuencias que esto estaba produciendo. Yo sabía que la situación era grave y sentía que tenía la oportunidad de cambiar la historia; este competidor jugaba muy fuerte en contra mío en el mercado y había dicho a otros colegas que su error había sido el de “dejarme levantar la cabeza”.
La conversación fue más o menos la siguiente:
-No te preocupes, el lunes tendrás el cemento.
-Pero no sé si tendré los cheques listos el lunes, yo hace dos meses que no recibo mi sueldo.
-No hay problema, llamame cuando estén listos.
-¿Qué precio te tendré que pagar?
-Seguramente tú ahora pagas lo mismo que pago yo. Me tendrás que pagar ese precio.
-Pero así no ganás nada.
-No tiene sentido que yo gane en esta operación, ustedes no serán nunca mis clientes y ahora necesitan una mano.
Me agradece y la conversación termina allí.
Les puedo asegurar que la plenitud de felicidad que he probado en ese momento vale mucho más que el cemento. Me he sentido plenamente realizado, humanamente. Este hecho ha causado sorpresa entre mis empleados que al comienzo no comprendían y he tenido que explicarles que la cosa más importante no era el hecho en sí sino lo que esto podía producir dentro y fuera de nuestra empresa.
Ese mes alcanzamos el record de ventas y justamente en el medio de la crisis logramos vender cerca del 30% más en relación al mismo período del año anterior.
Este modo de relacionarnos, poniéndonos al servicio de los demás, ha dado origen a una cadena de recomendaciones que ha reforzado nuestra fama y se nos ofrecen nuevas oportunidades de negocios todos los días, casi sin necesidad de ir a buscarlas.
Si las empresas descubriesen el beneficio, también económico, que la EdC, vivida con radicalidad, produce, no dudarían en ponerla en práctica”.
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La autora Integra la Comisión de EdC Zona del Litoral. Es Coordinadora del grupo de estudio de jóvenes emprendedores de EdC. (www.edc-online.org)