El presidente del Banco Central destacó que la baja del ritmo de alza del IPC se da «sin atrasar las tarifas y con tipo de cambio y precios libres»
En el clásico encuentro de fin de año con periodistas entre los que participó Infobae, la autoridad monetaria no mostró preocupación por un nuevo incumplimiento de la meta de inflación techo que para 2017 se había fijado en 17%, porque fue superada por la realidad en unos 7 puntos porcentuales; y porque en el último sondeo de expectativas de mercado el consenso del mercado dio cuenta de una moderada suba de la tasa esperada para el cierre del año y consecuentemente una leve desaceleración del ritmo de crecimiento de la economía.
Por el contrario, Federico Sturzenegger destacó que «las expectativas de inflación del consenso del mercado para el año que viene son las más bajas desde 2009». No solo eso, el economista resaltó que las previsiones para 2019 indican que vuelve a los niveles de 20 años antes.
Tampoco se inquietó el funcionario por la magnitud de la deuda acumulada por la entidad con la emisión de Lebac, no solo porque «es un instrumento de regulación monetaria, sino porque se corresponde con el incremento de la posición de reservas internacionales, y además mantiene una relación constante con el nivel del PBI».
Cuando se le preguntó sobre cierta inconsistencia entre la política monetaria y el gradualismo de la baja del déficit fiscal, Sturzenegger destacó que lo relevante es que «la asistencia del Banco Central al Tesoro disminuye cada año y eso es consistente con el proceso de desinflación».
Los puntos salientes de la presentación del presidente del Banco Central son:
- El proceso de desinflación está consolidado. La variación interanual de la inflación núcleo viene cediendo mes a mes.
- Las expectativas de inflación están sólidamente ancladas. Las expectativas de inflación para el año que viene son las más bajas desde 2008-2009 y las del año subsiguiente orillan un dígito.
- El anclaje de expectativas, la baja en la inflación, el uso de pases como instrumento monetario que ha dado estabilidad al costo del dinero, sumado a las muchísimas reformas micro en el sector financiero y la implementación de la UVA (en base al modelo chileno de las UF), han generado una impresionante expansión del crédito.
- La desinflación se lleva muy bien con la reactivación, y esto es algo que se ha visto tanto en la experiencia de otros países como en la propia historia argentina.
- Política monetaria que durante 2017 fue aumentando su sesgo restrictivo.
- Hubo una desinflación pronunciada sin que ésta se viera acompañada de apreciación en el tipo de cambio real multilateral.
- El tipo de cambio flotante ha sido un poderoso antídoto contra los flujos de capitales de corto plazo. Tomando 2016 y 2017 hasta noviembre, a través de la cuenta corriente y la cuenta capital de la economía argentina ingresaron 310 mil millones de dólares brutos (exportaciones de bienes y servicios, turismo en el país, intereses cobrados, colocación de deuda, entrada de capitales y demás), mientras que la entrada neta de capitales para inversiones de portafolio fue de 11.000 millones de dólares.
- Las metas de inflación fueron establecidas en forma consistente con las transferencias que se preveían que el BCRA debería efectuar al Tesoro mientras se llevaba adelante la convergencia fiscal gradual.
- El crecimiento en el stock de Lebac se explica integralmente por la compra esterilizada de reservas, que ya supera los 30.000 millones de dólares.
- La Argentina en unos cuatro o cinco años tendría una inflación «normal». Una inflación normal hoy en el mundo es una inflación del 2 por ciento.