Gracias a la mayor apertura, la renta fija argentina se muestra más vulnerable ante la suba de tasas aunque mantiene el apetito de inversores internacionales
En las primeras dos semanas de operaciones de 2018 el grupo de bonos con rendimientos negativos se redujo en alrededor de u$s 1 billones, alcanzado los u$s 7,3 billones. Este nivel representa el menor desde julio del año pasado, lo que indica un aumento en las perspectivas de crecimiento e inflación que ayuda a normalizar los mercados de bonos del mundo.
El escenario de suba de tasas a nivel mundial colabora a su vez para que los bonos tanto de alto rendimiento como los de grado de inversión, ubiquen sus retornos en niveles superiores. Esto colabora a que los bonos con tasas negativas a nivel mundial se ubiquen en niveles más elevados, colocándose en niveles por encima del 0%.
Por otro lado, tanto la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) como el Banco Central Europeo (BCE) se encuentran en procesos de suba de tasa por un lado y de reducción de su política de flexibilización cuantitativa por el otro. El BCE está reduciendo el inventario de los activos que llevan el sello distintivo de una década de distorsión: la deuda de rendimiento negativo.
La compra de bonos con rendimientos negativos tenía sentido cuando los inversores anticiparon la deflación y el potencial de obtener ganancias de capital a medida que el quantitative easing (QE) en Estados Unidos y Europa disminuía las tasas. Pero con la economía mundial preparada para transitar un año de sólido crecimiento y con expectativas de inflación en constante aumento, los bancos centrales tienen espacio para retirar el apoyo monetario y normalizar las tasas.
Así y todo, el rendimiento de los bonos a nivel mundial se ubica en niveles extraordinariamente bajos, si se los mira desde una perspectiva histórica. Incluso los bonos emergentes han logrado una significativa compresión de sus spreads en el 2017, extendiendo el ciclo positivo que habían iniciado en 2016, luego de años en los que los bonos registraban subas de tasas y caída de los precios.
El dato de la mejora en los rendimientos de la deuda de países centrales para Argentina es ambiguo. Por un lado es positivo que gran parte de los bonos a nivel mundial aún se mantengan en niveles bajos e incluso negativos ya que los inversores internacionales que buscan rendimientos encuentran en los bonos locales una buena alternativa.
Pero por otro lado, el ciclo de suba de tasas de los bancos centrales les imprime una cuota adicional de volatilidad al mercado de renta fija mundial y tanto los emergentes en general como Argentina en particular deberán saber transitar ese escenario. El mundo ve a los bonos argentinos con buen apetito, permitiendo que las colocaciones internacionales tengan una sobre oferta de capitales.
Los bonos argentinos han tenido sus propios fundamentos y drivers que han permitido que toda la curva de deuda local experimente una compresión de sus spreads a lo largo del 2017. La parte larga de la curva tuvo una compresión de spreads de 120 puntos básicos mientras que la parte corta y media alcanzo una compresión de entre 75 y 100 puntos básicos. Mirando hacia adelante, esto también le plantea desafíos a los activos locales ya que gran parte de las expectativas que tiene el mercado para con Argentina ya están incorporadas en los precios y, de generarse algún ruido internacional, los activos locales se verán vulnerables a experimentar un ajuste que corrija, al menos parcialmente, el rally que han registrado en los últimos meses.