El mercado local ya tomó nota de que el Banco Central está acelerando la suba del tipo de cambio oficial. Las operaciones a futuro lo reflejan. Lo curioso de las operaciones que se efectúan en Nueva York es que no se prevén saltos grandes para después de las elecciones sino que más bien lo prevén para el verano de 2014. Las transacciones ayer mostraban valores de $ 6,26 para el 22 de noviembre (a tres meses de plazo) pero subían bruscamente a $ 7,30 para el 24 de febrero del año próximo.
Por lo pronto la intención del Banco Central es la de acompañar todos los movimientos del dólar que se vayan dando en la región, especialmente en Brasil. Se le da tanta relevancia casi como al precio de la soja. Las miradas se centran siempre en el nivel de las reservas. Hoy el flanco débil pasa por el déficit energético y la rendija que permanece abierta con los pagos por el uso de las tarjetas de crédito en el exterior y las compras de paquetes turísticos. Solamente por el uso de los plásticos se están yendo u$s 500 millones mensuales.
La aceleración de la suba del tipo de cambio oficial sin embargo no logra aún contener el uso de las tarjetas. Habrá que ver qué sucede en los próximos meses pero la brecha con el "dólar cueva" es del 32%. Demasiado incentivo aún para seguir gastando en el exterior. El margen de acción de los funcionarios para contener la salida de fondos por turismo está restringido. En primer lugar, subir el 20% de recargo por el uso de las tarjetas choca con el hecho de que ese recargo es en realidad un pago a cuenta del Impuestos a las Ganancias. Funcionarios admiten que llevarlo al 30%, por ejemplo, es aproximarlo al porcentaje máximo que grava ese tributo y que "habría trabas legales". Otra alternativa circulante en la plaza financiera es la de un retorno a los 80 con la reaparición de un "dólar turista". El choque en esta oportunidad se daría con el FMI, que no posibilita a los países miembros los tipos de cambio múltiples. Podría decirse que ya la relación con ese organismo internacional está bastante abollada pero el "dólar turista" sería un agravante, y aún más delicado que la amonestación ya efectuada al país por los datos del INDEC. Hay que recordar que el próximo 29 de septiembre vence el plazo dictado por el FMI al Gobierno "para que adopte las medidas correctivas para hacer frente a la falta de precisión del IPC-GBA (Índice de Precios del GBA) y del Producto Bruto Interno", tal como rezaba el comunicado difundido a fin de enero por el organismo. Difícil que haya avances en las próximas cuatro semanas en la conformación del nuevo índice de precios nacional. En lo que respecta al déficit energético, otra gran fuente de sangría de divisas, los tiempos son diferentes. Cualquier medida que se adopte demora varios meses en verse reflejada en el balance comercial. Esta cuestión es lo que disparó nuevos enfrentamientos entre el titular de YPF, Miguel Galuccio y el viceministro de Economía Axel Kicillof ante los magros números que exhibe la política oficial del sector en lo que dólares se refiere.
Lo que está claro es que el statu quo del mercado cambiario es difícil de sostener. La intención del BCRA es la de moderar la expansión y que a fin de año se ubique en un incremento del orden del 28% interanual para la base monetaria. Aducen algunas voces oficiales que ese porcentaje está en línea con una inflación de 25% y un crecimiento del 3%. Una expansión menor, sería visto como algo sacrílego, como un ajuste. Pero algo habrá que anunciar después de las elecciones del 27 de octubre. Incidirá tanto la política como las variables económicas. Y a ello se apuesta en Nueva York.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=702834