El Leumi podría seguir los pasos de Barclays, el Discount Bank y Bank of America/Merrill Lynch, mientras el Credit Suisse empezó a cerrar cuentas y a reducir su estructura al mínimo. En total, hay 25.000 argentinos con u$s 15.000 millones en la banca off shore oriental. Quienes tienen menos de u$s 500.000, que son el 80%, podrían ser atendidos desde un call center en Puerto Rico
Tras los allanamientos del juez Oyarbide, el Royal Bank of Canada fue el primero en anunciar su retirada de Uruguay. Barclays y Bank of America/Merrill Lynch también dejaron de lado el negocio de la banca privada en el vecino país. Raymond James está en proceso de due dilligence para vender la operación a Biscayne Capital. Ahora se acaban de producir dos nuevas noticias: Credit Suisse, que en Uruguay tiene una oficina de banca privada, redujo su plantel de 30 a sólo 5 personas. El Cronista se comunicó con la entidad para tener su punto de vista, pero dijeron que el director estaba fuera del país y no hicieron comentarios al respecto. El otro que empezó a preparar su retirada de la costa oriental es el Leumi que, junto con el Hapoalim y el Discount, son bancos israelíes y los que más utiliza la comunidad judía (argentina, brasileña y uruguaya). El Discount es el único de los tres que tiene banca onshore, y ya anunció su venta; obviamente que también retira su servicio offshore. “Ahora se va el Leumi, con lo cual solo quedará el Hapoalim, que es el más chico de los tres y que seguramente también se estará yendo en poco tiempo”, especula, en estricto off the record, un conocedor del mercado financiero montevideano.
Este diario se trató de comunicar desde anteayer, por correo electrónico y por teléfono, con David Mamann, gerente general del Leumi, para tener su opinión al respecto, pero no respondió las consultas.
¿Qué puede pasar a partir de ahora? En la plaza calculan que hay 25.000 argentinos con un promedio de u$s 600.000 cada uno en la banca off shore charrúa, lo que totalizan u$s 15.000 millones, cifra que representa más de la mitad de las reservas del Banco Central de nuestro país. Lo más probable es que quienes tengan menos de u$s 500.000, que son el 80% del total, pasen a ser atendidos desde un call center en Puerto Rico, por ejemplo, como ha ocurrido en otros casos de entidades que se han marchado.
Los argentinos de banca privada suelen ser muy plazofijistas y rentafijistas, con sólo el 10% o 15% de su cartera en acciones, y pueden obtener una renta del 3% anual: “Como la banca privada gana más comisiones por bonos, trata de meter a todos sus clientes en fondos de inversión de bonos, que terminan siendo máquinas de generar comisiones. De hecho, si un individuo no le reditúa el 1,25% anual, a la banca off shore no le sirve”, admiten los principales players del sector.
La implementación de controles cada vez más estrictos para prevenir el lavado de dinero hacen que a las entidades financieras les resulte difícil operar sus servicios de banca privada desde Montevideo. Atender plazas como la argentina y la brasileña implican riesgos altos, dado que el narcotráfico y los hechos de corrupción son cada vez más resonantes y los bancos tienen mucho que perder y nada para ganar.
Se trata de un negocio que se vuelve más riesgoso y menos lucrativo día a día, dado que los clientes exigen menos costos y comisiones. Por lo tanto, el personal y los sistemas necesarios para evitar el dinero sucio son imposibles de amortizar con los ingresos del negocio.
La salida que parecen encontrar las entidades financieras que ofrecen servicios internacionales de banca privada es delegar la relación con los clientes en asesores financieros, entendiendo que ellos están más cerca y los conocen más. Pero los asesores sí o sí tienen que estar registrados, regulados y auditados por entidades gubernamentales que controlen sus procedimientos de “conocer al cliente”. Pero eso también tiene sus riesgos, porque todo depende de la calidad y ética de los profesionales: de ahí que la elección de los asesores es vital.
Según Mariano Sardáns, CEO de la gerenciadora de patrimonios FDI y experto en temas de servicios y banca internacional, “la evolución a un mundo más transparente y controlado está acelerando todos los procesos de control y es inevitable que sigan avanzando. El gran problema que tienen las entidades financieras internacionales es crecer globalmente sin perder el control de la procedencia del dinero que administran y custodian. De hecho, hay muchas entidades que han decidido involucionar, reducirse y concentrarse en su negocio tradicional y dejar de lado negocios riesgosos, como el de banca privada. Barclays y Bank of America/Merrill Lynch son algunos de los muchos casos”.