Tras el recambio, el Gobierno deberá enfrentar múltiples restricciones. Antes de las modificaciones, Scioli comunicó nuevas medidas para monitorear los dólares.
Tras la renuncia del ministro de Economía Martín Guzmán, el nuevo equipo económico asume con un panorama plagado de restricciones. Quizás la mayor de ellas es la escasez de dólares y la dificultad que el Banco Central de la República Argentina exhibe para acumular reservas netas pese al superávit comercial. Con este escenario, todos los integrantes de la coalición gobernante coinciden en que se deberá ejecutar con precisión quirúrgica la administración de las divisas para no generar un nuevo salto inflacionario ni detener la recuperación económica. El viernes, el Ministerio de Desarrollo Productivo que conduce Daniel Scioli pasó 15 posiciones arancelarias al régimen de Licencias No Automáticas para acelerar la sustitución de importaciones.
Pese a que la portavoz Gabriela Cerrutti se encargó de negar la existencia de un cepo a las importaciones, lo concreto es que las restricciones en el acceso al Mercado Único Libre de Cambios generaron un freno total de las compras al exterior durante la última semana. Tanto es así que el Banco Central consiguió en cuatro ruedas acumular compras por más de u$s1.500 millones. En la práctica, lo que eso significa es que se frenó el acceso al dólar oficial para los sectores productivos durante esos días.
Desde el Gobierno reconocen que es imposible sostener semejante nivel de restricciones sin afectar gravemente las actividades productivas. Fuera de las multinacionales, las PyMES tienen grandes complicaciones para acceder a crédito comercial a 180 días, ni hablar de la imposibilidad de conseguir financiamiento externo. La inflación en dólares y el crecimiento de la demanda hacen que suene a poco el tope del 15% extra a los dólares obtenidos en 2021 que dispuso el Banco Central para este tipo de firmas.
Por eso, desde la semana pasada cerca de Daniel Scioli apuestan a la “sintonía fina” y el monitoreo sector por sector, empresa por empresa. Es que un desacople en la cadena de valor de alguno de los sectores productivos podría traducirse en un parate de la actividad o en una contracción de la oferta. En el último caso, esta situación podría poner más presión sobre la inflación que, de acuerdo a las estimaciones privadas, habría frenado su desaceleración en junio y se habría colocado cerca del 5%.
Pese a que la mayoría de las empresas todavía cuenta con stock, las remarcaciones “preventivas” o “especulativas”, según la biblioteca que se consulte, ya empezaron. Desde el sector metalúrgico, hasta los alimentos, pasando por los productos informáticos. Las distintas firmas hacen alusión a la dificultad de prever el costo de reposición de las materias primas por el contexto cambiario.
El viernes a última hora el Ministerio de Desarrollo Productivo informó la decisión de traspasar 15 posiciones arancelarias al régimen de licencias no automáticas. De acuerdo al comunicado oficial, se hizo para “priorizar a las PyMEs, sustituir importaciones y cuidar el empleo”.
De acuerdo a la información que pudo recabar Ámbito, la medida recaerá sobre carnes de cerdo, cintas adhesivas, máquinas lavadoras de botellas y sus partes, papel, chapa naval y vino a granel, entre otros. Al margen, es difícil de leer en cualquier otra clave que la de cuidar los dólares para importar los insumos indispensables para la industria nacional. La cuestión central es que todos estos productos cuentan con fabricación en el país.
Con todo, el nuevo equipo económico deberá enfrentar una grave escasez de divisas. Este escenario, según le comentaron diversos funcionarios del Gobierno a representantes de empresas multinacionales, durará al menos hasta septiembre. Una vez pasado el invierno, la presión que ejercen las importaciones energéticas debería desacelerarse y la restricción para los sectores productivos podría aliviarse.