Por suerte la vida vale más que mil discursos y cuando alguien quiere saber de la economía de comunión (EdC), cómo son estas empresas que le dan vida, por qué gusta, crece, y es cada vez más ella misma, es mejor contar una historia.
En otro artículo ya les había hablado de Pasticcino, la fábrica de galletitas que se encuentra en el Polo Solidaridad, en O´Higgins, Mariápolis Lía. Esta empresa es dirigida por Gonzalo Perrín, un joven de 30 años.
A principios de enero tuve la suerte de asistir a una Escuela de verano para jóvenes de toda Latinoamérica, graduados en múltiples disciplinas, en la que presentaba la EdC. Allí estaban Gonzalo y Germán (socio de Pasticcino).
Mucho de lo que contaron ya lo conocía, pero te pasa como con las canciones, cuando algo te emociona, te emociona, y te gusta volver a escucharlo, y siempre es nuevo. Y además sucede algo maravilloso, las experiencias que hacen, dan surgimiento a otras, inspiran a otros, que en otros lugares y en otro tiempo, las reproducen. A veces podrás enterarte, pero la mayoría de las veces no. Al fin y al cabo eso no importa y así se transforman en experiencias que no terminan nunca, por suerte…
La radicalidad de Gonzalo siempre me sorprende y hace que viva todo con una espontaneidad increíble, como la historia que contó de Carlos, que luego escribí en un mail y se lo envié a mis amigos. Como tantos me respondieron que era “fascinante” y que los ayudaba a vivir sus propias experiencias, ya dejó de ser la experiencia “de Gonzalo” para pasar a ser de Todos.
Parece ser que una noche, Jole, su mamá, organizó una cena en su casa, en el pueblo de O’Higgins y por alguna razón estaba Carlos, un vecino que hacía poco que vivía en el pueblo y venía de Capital Federal. Carlos era muy bueno con los negocios, muy inteligente, contó que tenía un hijo y desde hace unos años había quedado ciego por una enfermedad. Esa noche Gonzalo prácticamente habló sólo con Carlos, diría Gonza que “pegaron onda”. Todo terminó ahí y dijo Gonza que se fue a dormir con la idea de conseguirle un trabajo. Admiro la gente que no puede dormir por motivos como estos…y parece que no pudo…o sí al final…pero se puso a guglear “trabajos para ciegos” y a que no saben cuál es una de las primeras cosas que aparece como resultado: “armado de cajas”.
Bueno, para incrédulas como yo, que Pasticcino sea una fábrica de galletitas donde toda la producción sale en cajas, que ellos mismos arman…es muy fuerte…
Pero lo más interesante, es que al otro día, Carlos ya era empleado oficial de Pasticcino y fue sorprendente cuando Gonzalo lo llamó a su socio Germán para contarle la decisión “democrática” que había tomado. La conversación fue más o menos la siguiente:
Gonzalo: Hola Germán, ¿cómo estás? Tengo una buena noticia para darte.
Germán: Hola Gonza, todo bien, ¿qué pasó?
Gonzalo: Tenemos un empleado nuevo en Pasticcino.
Germán: ¡Muy bien! Me encantan estas noticias. (Valga la aclaración que dar trabajo les apasiona a estos empresarios).
Gonzalo: pero te va a encantar todavía más.
Germán: decime, ¿por qué?
Gonzalo: porque el muchacho que tomamos, Carlos, es no vidente.
Germán: Por fin estás empezando a entender…
Experiencias como estas, que es la primera vez que escuchaba, te quedan grabadas, y te dan vueltas en la cabeza y el corazón, hasta que algún día las podés hacer propias…al menos en algo, eso espero.
No sólo eso, Carlos hace casi un año que trabaja, y sus compañeros para el cumpleaños le regalaron una bici doble. A Carlos le gusta mucho el deporte.
Y agregó Gonza que fue muy bueno para el resto del equipo la llegada de “Charly”, como lo llaman todos, cuya frase de cabecera es: “Acá está todo bajo control”. Que si uno anda por la fábrica la va a poder ver escrita en la pared cerca de donde está Carlos.
Ya lo dijo el economista Antonio Genovesi hace más de 300 años, es la ley del universo, no se puede ser feliz sin hacer felices a los otros.
De regreso a Rosario, a los dos días de que participamos en esta escuela, me avisaron que un tornado azotó O’ Higgins, causando muchos daños.
La vida es así…y no faltarán nunca las dificultades, y así la comunión entre la gente del Pueblo, del Polo Solidaridad y de la Mariápolis sigue circulando, que al final de cuentas es lo que vale.
La EdC es muy simple, es dar y recibir…para volver a dar…