En el mercado ya hablan de reelección si el resultado de hoy es favorable al Gobierno. Y en la Casa Rosada se entusiasman con atraer a más empresas para que vuelquen dólares a la producción en vez de la bicicleta financiera.
Los mercados descuentan un gran resultado del Gobierno en las elecciones legislativas de hoy. No sólo una victoria a nivel nacional de Cambiemos, sino que además el oficialismo será capaz de dar vuelta la derrota en distritos claves como Santa Fe y especialmente la provincia de Buenos Aires. Si el recuento de votos arroja una realidad distinta, la consecuencia será una fuerte toma de ganancias en el arranque del lunes.
En caso de confirmarse el «escenario A», no habrá que esperar grandes movimientos eufóricos. Las acciones líderes ya acumulan una suba de 50% medida en dólares en lo que va del año y el riesgo país se mantiene en los niveles más bajos de los últimos diez años. El espacio para seguir ganando terreno es ahora más estrecho: la deuda argentina se acercó aceleradamente a los niveles de Brasil, a pesar de que la calificación de riesgo está cinco escalones debajo de la del vecino país.
Las revelaciones del «caso Maldonado» no llegaron a impactar en el ánimo de los inversores, que siguen apostando por este escenario de triunfo contundente del Gobierno. Y ya perciben como algo imposible que el kirchnerismo consiga rearmarse para transformarse en una opción con chances en el 2019.
El dólar sí estuvo un poco más picante en los últimos días. Varias consultoras como el caso de Delphos Investment consideran que aun cuando se dé todo lo que esperan los inversores el tipo de cambio tendrá mayor presión en los próximos sesenta días. La demanda por atesoramiento que se mantiene en niveles cercanos a los USD 2.000 millones mensuales y las compras para turismo además del saldo deficitario de la balanza comercial deberían impulsarlo. Y hay un dato que ya nadie pasa por alto: el techo de $ 18 que en su momento había impuesto el Banco Central para evitar más volatilidad ya no existe más.
Al tiempo que hay mucha salida de dólares, también se registra un fuerte ingreso. Además de la colocación de deuda de Nación y provincias, es récord la entrada de dólares para colocaciones financieras, aprovechando las altas tasas de interés en pesos. Sólo en septiembre fueron USD 2.000 millones, según reveló el informe del mercado cambiario que divulgó el Banco Central.
El objetivo del Gobierno es que ese balance vaya cambiando y que las inversiones financieras dejen paso a apuestas productivas. Si se consolida la baja de la inflación, las tasas de interés también lo harán. Esto irá volviendo menos atractiva la «bicicleta financiera», incentivada por rendimientos en pesos que dan casi 10 puntos más que la inflación esperada para los próximos doce meses.
El gran imán para convencer a los inversores que aún dudan si realizar inversiones de largo plazo será un horizonte político mucho más despejado. Aunque nadie lo dirá públicamente, una posible reelección de Mauricio Macri quedará instalada en el escenario político. Y eso permitirá tomar decisiones ya no pensando en unos pocos meses por delante, sino por lo menos hasta el 2023.
Tener seis años por delante con cierta certeza sobre las reglas de juego y el rumbo de la política económica no es poca cosa para un país volátil como la Argentina. La gran apuesta del Gobierno para el año próximo es captar una gran cantidad de inversiones privadas para que se sumen a las obras de infraestructura previstas para los próximos años.
Es imposible, razonan en el oficialismo, que el Estado pueda enfrentar los 100.000 millones que harán falta desembolsar en los próximos tres o cuatro años. Pero para llevar adelante los programas de Participación Público Privada (PPP) hay que otorgar certidumbre a los inversores. La propuesta es que ellos primero pongan la plata para llevar adelante las obras y recién después de concluida empezarían a cobrar, a través de un canon que paga el Estado. La pesificación y congelamiento de tarifas luego de la salida de la Convertibilidad y la gran cantidad de juicios perdidos ante el CIADI en los últimos años no son precisamente los mejores antecedentes.
En algunos acercamientos preliminares para llevar adelante estas obras, la discusión gira en torno a la tasa de retorno que piden las empresas o fondos de inversión para involucrarse en este tipo de emprendimientos de largo plazo. El piso es el riesgo país (hoy aproximadamente 6% anual en dólares), pero la cuestión es cuántos puntos se suman a esa tasa.
Es auspicioso que el nivel de inversiones haya repuntado en el 2017 y apunta a hacerlo aún más el año próximo. Este año la expansión ya se ubica en el orden del 10%, es decir que crece más del doble que el consumo, y para el 2018 se estima un 12% de aumento, consolidando así el crecimiento de la economía.
La ofensiva judicial contra los principales funcionarios del gobierno de Cristina Kirchner también es un dato que los inversores tienen en cuenta. La corrupción es uno de los temas que más preocupan a quienes desembarcan para hacer negocios. Claro que todavía está a años luz el ejemplo de Brasil, donde no sólo cayeron los principales políticos del país sino además los empresarios, partícipes necesarios de los millonarios casos de soborno. Entre los empresarios preocupa lo que decidan «cantar» Julio de Vido o quien fuera su segundo, Roberto Baratta. Y esta semana además del desafuero al ex ministro de Planificación, en el Congreso también habrá mociones –especialmente de partidos de izquierda- para que la Justicia también investigue la conducta de los privados.