El BCRA optó por “pisar” el tipo de cambio en el año electoral, pero al cerrar el mercado a importadores genera un efecto opuesto al buscado
En los últimos meses, el Banco Central habilitó una devaluación por debajo del ritmo de la inflación, para que la suba del tipo de cambio no le aporte un envión extra al ascenso de los precios minoristas. Y al mismo tiempo la entidad monetaria estuvo desplazando a la demanda privada en el mercado mayorista, donde acumuló compras netas por unos USD 2.600 millones en cuatro meses.
En una economía necesitada de divisas para crecer, hay que tener en cuenta la fragilidad de un esquema en el que el BCRA se queda con la tercera parte de los dólares ofertados por los exportadores, en detrimento de las empresas que necesitan insumos para producir o que deben pagar deuda con el exterior.
Por eso, para diversos rubros de actividad toma cuerpo un tipo de cambio más alto, el de las paridades bursátiles para aquellos que necesitan divisas y no acceden a ellas en la plaza formal, con un efecto inflacionario mayor, aún con un dólar oficial que avanza lento.
Esta tendencia se pudo observar en la evolución reciente de la inflación mayorista. De acuerdo a datos del Indec, los precios en esa franja registraron en febrero un incremento de 6,1% respecto de enero, es decir, 2,5 puntos porcentuales por encima de la variación del Índice de Precios al Consumidor (3,6 por ciento).
En términos interanuales, la inflación mayorista registró una suba de 47,7%, con lo que le sacó siete puntos de ventaja a la inflación minorista (40,7%). La suba intermensual se explica como consecuencia del incremento de 6% en los productos nacionales y de 7,4% en los productos importados. Acumuló una suba de 12% en el primer bimestre.
“Fuera de la postergación de subas de precios regulados, no parece haber indicios que apunten al optimismo en materia de precios. Si bien es posible que el freno en la depreciación del tipo de cambio actúe con algún retraso, el hecho de que venga de la mano de una restricción de importaciones que genera escasez conspira contra su eficacia como ancla antiinflacionaria”, resalta la consultora AdCap en un informe.
En el mismo sentido, el economista Luciano Cohan, socio de la consultora Seido, consideró que “la aceleración de la inflación en la segunda mitad de 2020 es la primera, desde la salida de la convertibilidad, que no se explica por una suba del tipo de cambio oficial o de las tarifas”. Acotó que “efectivamente, el ‘ancla’ cambiaria parece estar perdiendo potencia y principalmente tiene que ver con que el número de operaciones que hoy está pasando por el tipo de cambio oficial es relativamente bajo”.
“Cuando uno miraba cada uno de los episodios de aceleración inflacionaria, todos estaban asociados, al menos temporalmente, con una suba del tipo de cambio oficial. Incluso la suba del tipo de cambio ‘blue’ durante el cepo anterior en general no generaban cambios significativos en la inflación. Pero algo está cambiando en el último año”, dijo Cohan a Infobae.
El economista de Seido y ex subsecretario de Programación Macroeconómica del Ministerio de Hacienda subrayó que la “mejor interpretación del fenómeno tiene que ver con las trabas a las importaciones, porque en particular empezamos a ver esta disociación entre el tipo de cambio oficial y la inflación desde la mitad el año pasado, que coincide con el endurecimiento del ‘cepo’ luego de que el BCRA empezó a mandar a los importadores desde el MULC al mercado paralelo del contado con liqui”.
Los economistas Jorge Vasconcelos y Marcos O’Connor, del IERAL de la Fundación Mediterránea, explicaron que “contra una variación de 25% del tipo de cambio oficial entre julio de 2020 y febrero de este año, los precios de las manufacturas subieron 33,7% y los de los productos importados lo hicieron 39,2%. Parece evidente que la incertidumbre acerca del valor de reposición de los inventarios está jugando su rol. El desfase entre la evolución de los precios internos y el tipo de cambio es un problema que se potencia, debido a que la política económica ha vuelto a recurrir al ‘ancla cambiaria’ para intentar domesticar la inflación”.
También el alza de los precios internacionales de las exportaciones argentinas, en particular alimentos, se transmite al mercado interno, para elevar la inflación mensual a la zona del 4%, aun sin el impulso del tipo de cambio oficial.
“Impulsado por la mejora de precios internacionales de las materias primas, pero también por las restricciones al comercio exterior, el racionamiento de dólares y la brecha cambiaria, los precios mayoristas aumentaron 37,6% en los últimos siete meses, una variación que supera en 12,8 puntos porcentuales a la registrada por el tipo de cambio oficial”, precisaron los expertos del IERAL. Y añadieron que “la suba de los precios internacionales de las commodities tuvo su impacto en los índices mayoristas vinculados con el sector agropecuario y minerales, que registraron en siete meses un aumento de 53,1% y de 52,5%, respectivamente”.
Juan Manuel Franco, economista del Grupo SBS, precisó que “la inflación mayorista medida por el Índice de Precios al Por Mayor (IPIM) marcó un avance de 6,1% mensual y 47,7% interanual en febrero, marcando la cuarta aceleración mensual consecutiva y superando el 4,2% mes a mes en los últimos cinco meses. Al igual que en enero, los Productos Primarios lideraron las subas entre los componentes, explicados por una suba de 10,2% intermensual en Petróleo Crudo y Gas. Además, la Energía Eléctrica avanzó un 8,8% mensual mientras que los Productos Importados se aceleraron a 7,4 por ciento”.
“Así, las señales en materia de inflación continúan evidenciando que las presiones subyacentes persisten, en especial para los bienes al consumidor cuyos costos se ven impactados directamente por los precios de los insumos. Para alcanzar el objetivo de desinflación será vital definir un sendero claro en materia de política macroeconómica que permita anclar expectativas hacia delante”, resumió el economista del Grupo SBS.
Los expertos de Analytica definen a este presente como una “devaluación sin devaluación”, pues “la inflación ya se comporta con los efectos de una devaluación aún sin que efectivamente medie un salto discreto del tipo de cambio. Cambiar esa dinámica requiere operar fuertemente sobre la percepción de los tomadores de decisiones”.
“Mientras se postergue un acuerdo con el FMI resultará complejo reducir las expectativas de inflación y romper el círculo vicioso entre aumento de los precios mayoristas y traslado a los minoristas sin la disciplina que impone el organismo”, agregó Analytica.
Federico De Cristo, profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral, advirtió que el “2021 se muestra un año con una amenaza de inflación importante. La emisión monetaria y la imposibilidad de aumentar la oferta de productos importados vía atraso del tipo de cambio real conspiran contra soluciones de más largo plazo”.
“Estos desequilibrios macroeconómicos que impulsarán los precios, podrían ser transitoriamente paliados con atraso de tarifas y programa de gestión de precios, pero no son soluciones duraderas y generan inflación reprimida que tarde o temprano se manifiesta” , dijo De Cristo. “Por otra parte, la recuperación de la confianza y poner en caja el déficit fiscal para bajar la emisión son componentes claves para poder combatir la inflación con alguna perspectiva de éxito. Quizás sea un desafío a encarar en 2022 en el marco de un acuerdo con el FMI, pasadas las elecciones”, subrayó el economista de la Universidad Austral.