La guerra comercial entre Estados Unidos y China se desató en el momento menos deseado para el Gobierno, a menos de una semana para las elecciones primarias
Todos los esfuerzos que venía haciendo el Gobierno para estabilizar el mercado cambiario quedaron pendiendo de un hilo. La guerra comercial y ahora también de divisas que enfrentan Estados Unidos y China pegó en todo el mundo y la Argentina no se quedó al margen. Claro que para el mercado local hay un detalle que no es trivial: faltan apenas cinco días para las PASO, una elección trascendental de cara a la presidencial del 27 octubre.
La pregunta que por ahora nadie puede responder es si este cimbronazo que vuelve a sufrir el dólar, muy cerca ya del récord de $ 47 de fines de abril pasado, impactará negativamente en la imagen de Mauricio Macri. Muchos votos siguen indecisos y se definen, según los expertos, en el mismo cuarto oscuro. ¿Pegará en esos electores aún indecisos esta volatilidad cambiaria?
La mejora de la imagen de Mauricio Macri y el incremento de la confianza en el Gobierno que se registra desde mayo fue coincidente con la estabilidad del tipo de cambio. Tras haber rozado los $47 a fin de abril, la autorización del FMI al Banco Central de utilizar reservas para contener subas del tipo de cambio ayudaron no sólo a contener al dólar sino que lo hicieron bajar más de 10% desde aquellos máximos.
Pero esa «paz cambiaria» entró en zona de alto riesgo y para algunos ya directamente se terminó el «veranito». No sólo porque se acerca la elección y aumenta la tendencia a la dolarización por parte de ahorristas y grandes inversores. Ahora se suma la pelea entre las dos grandes potencias, que llevó a China a impulsar una devaluación del yuan como represalia por la nueva suba de aranceles a productos de origen chino anunciada por Donald Trump. Fue sólo 1,2% de caída para la moneda china, pero que alcanzó para generar un impacto sobre todos los activos financieros globales.
El arranque de la semana fue poco menos que dramático, con retiros masivos de fondos por parte de inversores, que huyeron de activos riesgosos para concentrarse en opciones de menor riesgo. La consecuencia fue una fuerte suba de los bonos del Tesoro americano, cuya tasa a diez años cerró por debajo del 2%. También se buscó al oro como refugio, que lentamente se acerca a la zona de los USD 1.500 la onza. Y curiosamente también apareció el Bitcoin como una suerte de activo de reserva, que creció más de 7% y terminó en 11.700 dólares.
El mercado local no quedó ausente de estas presiones. Ya desde las primeras operaciones el dólar arrancó con una suba por encima del 1% y durante toda la jornada cotizó en alza. Terminó 1,8% arriba, a $46,68 en el promedio de las casas de cambio. Podría haberse disparado más de no haber sido peor si no fuera por las ventas de futuros que realizó el Central (en los plazos agosto, septiembre y octubre) junto con una nueva suba de la tasa de referencia de Leliq, por encima del 61 por ciento.
Lorenzo Sigaut Gravigna, economista de Ecolatina, lo describió de esta forma en redes sociales: «El recrudecimiento de la guerra comercial entre Estados Unidos y China terminó de despedir el verano cambiario-financiero reinante desde fines de abril hasta mediados de julio».
El economista destacó que durante los meses de tranquilidad la entidad que preside Guido Sandleris acumuló poder de fuego: compró futuros y también adquirió reservas por USD 1.000 millones que le vendió el Tesoro. «¿Cuándo será el momento para vender reservas? El dólar está a un paso del récord y sólo faltan cuatro días hábiles para las PASO», concluyó.
Aunque desde temprano se especuló con la posibilidad de que el BCRA empezara a vender reservas, no hubo señales en ese sentido. Más bien, por ahora Sandleris está relativamente cómodo utilizando la tasa como instrumento y las ventas de futuros, lo que viene haciendo hace tres semanas. Por otra parte, empezar a vender reservas sería visto como una señal de debilidad por parte del mercado, faltando todavía dos meses y medio para las elecciones presidenciales.
El objetivo a esta altura es ir acompañando la cotización local en relación a lo que suceda con otras monedas emergentes, como el real brasileño.
El riesgo país sufrió un golpe duro, quizás más fuerte que el de otros mercados emergentes. Volvió a los 900 puntos, reflejando una caída de bonos en dólares que en algunos casos llegó al 3,5%. El mercado les pegó sobre todo a los bonos cortos y especialmente a los de mediano plazo. Se trató de otra señal sobre la búsqueda de refugio por parte de los inversores, ante una crisis financiera internacional que podría agravarse y un escenario local cargado de incertidumbre.